4: ¿No estoy muerta?

373 27 1
                                    


Pensaba que la muerte dolía solo cuando llegaba y que después no sentiría nada, pero no es mi caso. Ahora mismo no tengo más que un dolor de cabeza monumental y pinchazos por todo el cuerpo. Siento mi piel caliente y a través de los párpados puedo notar que esté donde esté hay luz. 

Con mucho esfuerzo intento abrir los ojos hasta que lo consigo y poco a poco ya todo se va aclarando. Cuando consigo enfocar, veo que estoy en una habitación que no conozco. Es muy grande y está toda ordenada, la pintura varía entre tonos grises, negros y blancos con algunos toques dorados y plateados.  

Me mentalizo para poder levantarme e ir al baño, y con una gran dificultad lo consigo. Al entrar por la puerta de lo que puedo ver es el baño me encuentro con un espejo que me muestra mi reflejo. En él puedo observar mi piel pálida, llena de hematomas, con cortes que han sanado y otros que han cicatrizado y una venda en la cabeza. Me la toco para poder intuir la magnitud de los daños y noto que tengo algunos chichones. 

De un momento a otro empiezo a sollozar por la deprimente imagen que veo. Yo, que siempre esperaba tener un gran futuro, que soñaba con ser una persona normal y que he acabado en estas condiciones. 

Mientras, me empiezan a venir imágenes a la cabeza de los sucesos de lo que creo que fue anoche, y de repente escucho la puerta del baño abrirse. Al hacerlo, puedo ver a una señora de unos 30 y pico años en buena forma, con el cabello castaño claro y ojos color miel que me muestra una gran sonrisa para tranquilizarme.

- Querida, ¿como estás?- me pregunta la mujer.

- Supongo que bien, gracias. ¿Me podría decir donde estoy y quien es usted?- le digo lo más amablemente pese a lo rasposo de mi voz.

- No hables mucho por favor, aun te estás recuperando. Mi nombre es Monique y estás en mi casa, en Nueva York. Hace tres días, mi marido te trajo aquí después de casi ser atropellada por un camión. Al llegar vimos todos los golpes y cortes que tenías y llamamos a un médico que te visitó y nos informó que no había más gravedad que una fuerte desidratación e inanición.- me explica-  Dijo que tardarías algunos días en despertar, pues tu cuerpo, pese a no estar en un estado crítico necesitaba reposo para sanar. Si quieres, te puedes dar una ducha para asearte y después baja por las escaleras a la cocina para comer algo.- me ofrece.

Me siento en la tapa del baño ante sus palabras y aunque me frustra mi estado me concentro en lo más positivo, y es que no estoy muerta ni muy grave. 

Miro a la mujer y aunque no la conozco después de haberme cuidado no tengo motivo alguno por el que no confiar en ella. Es por tanto que decido aceptar su ofrecimiento.

- De acuerdo, muchas gracias.

- De nada tesoro, como te llamas?- me pregunta

- Mi nombre es Skylar

- Bien, pues luego nos vemos.

Me lavo y cuando salgo de la ducha me encuentro con una toalla y una prendas de ropa un poco grandes al lado. Cuando acabo, bajo por las escaleras y voy hacia donde escucho voces. Al llegar, puedo oler un rico aroma  a tortitas. Veo una cocina muy moderna con los mismos tonos que la habitación en la que está cocinando una señora y Monique está en la mesa hablando con ella.

- Ven, siéntate y come algo.- me ofrece.

Cuando empiezo a comer me empieza a preguntar.

- Bueno Skylar, me gustaría que me explicaras si te acuerdas, como llegaste a esa situación.

- Pues resulta que yo estaba saliendo de trabajar en el bar cuando me de repente me taparon la boca con una mano y me acorralaron  contra una pared en un callejón. Cuando  vi lo que...

Me puse a explicarles todo lo que había sucedido les conté un poco más sobre el tema, como por ejemplo que este no era un incidente aislado o la clase de vida que llevaba. No sé cuanto tiempo he estado hablando, pero ellos no me han interrumpido en ningún momento, al contrario, me han dado espacio mientras me apoyaban cuando me tocaba contar alguna parte desagradable o dolorosa.

Al final veo a Monique con el rostro lleno de sufrimiento y una mirada que intenta transmitirme un poco de paz y seguridad.

- Y tus padres lo saben todo eso?- me dice co  voz queda.

- La verdad es que no tengo familia. Cuando nací me dieron al orfanato y ahí me quedé hasta los 14, cuando decidí escapar de aquella tortura diaria. Luego estuve una semana viviendo en la calle sin nada más que una mochila cuando unos señores mayores me encontraron y me llevaron a su casa. Ahí es donde he estado viviendo, aunque desde hace un año, lo he hecho sola, ya que ellos murieron y no tenían hijos.- le expliqué un poco apenada.

- Entonces quédate.- dijo una voz masculina detrás mío.

Me giré y vi a un hombre de la misma edad que la mujer aproximadamente, con una barba incipiente, ojos azules y pelo castaño oscuro. Iba vestido con una camisa oscura y unos pantalones negros. Se le notaba también la buena forma física.

- Gracias, pero no estoy segura, no quiero ser un estorbo.

- En serio, quédate cariño- me dijo Monique- no tenemos hijos y tenemos una habitación para ti. En tu estado y con toda tu historia no podemos permitir dejarte ir para que te las arregles tú sola. Te ayudaríamos con tus estudios y tendrías una mejor vida, ¿que dices, te quedas?- me pregunta con esperanza.

- Pues... 

Adoptada Por EspíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora