Capítulo 4: Solución

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Al parecer, juntarse con el grupo de Hogwarts se volvería una costumbre.

El primer día, después de la reunión en el patio exterior, fueron juntos al comedor. Derek se limitaba a seguir a sus amigos, que parecían llevarse realmente bien con ellos. Cuando se sentaron juntos en la mesa, Boyd, un chico de la casa Olsson, los miró divertido. Derek solo lo ignoró, centrándose en su plato de verduras y pescado.

- ¿Solo vas a comer eso? - Preguntó Stiles, con las comisuras de los labios llenas de salsa de tomate.

Derek hizo una mueca de disgusto, mirando el rebosante plato de pasta del chico que tenía sentado enfrente, y asintió.

- Deberías probar los espaguetis, los elfos hacen magia con la boloñesa.

- No, gracias.

- Bueno.

El ravenclaw se encogió de hombros y siguió devorando su plato. Y luego repitió dos veces más. Derek se preguntaba dónde metía aquel cuerpo delgado toda esa comida. Los hombros del chico eran estrechos, al igual de su cintura, y no parecía tener músculos visibles.

Derek tampoco tardó en darse cuenta de que ese grupo era un completo caos. Lo hizo la primera vez que vio un guisante aterrizar en la cabeza de Scott. El francotirador había sido Jackson. Y, claro, el moreno tenía que devolver el ataque. Pero falló y le dio a Stiles en la respingona nariz, que se lo llevó a lo personal y le lanzó un trozo de pan a su amigo, acertando en la cara. Y luego Jackson atacó de nuevo, esta vez a Danny, y Danny creyó que sería buena idea involucrar a los suecos, así que le lanzó una patata frita a Aiden. Lo que fue una pésima idea porque, si algo caracterizaba a los estudiantes de Durmstrang, eran la competitividad. Pronto, Derek se encontró contemplando una batalla campal de comida, mientras esperaba que algún profesor fuera y les castigara. Pero eso no pasó, el resto de alumnos parecían acostumbrados a esos juegos de niños, así que, se limitaban a hacerse a un lado para evitar ser blanco de algún trozo de pescado volador. La propia Lydia se levantó de sus sitio entre Jackson y Danny y se sentó junto a él.

- Son como críos, ¿eh?

A Derek le gustaba la pelirroja, parecía la única con sentido común en ese grupo de imbéciles.

- ¿Esto es siempre así?

- Bueno, no siempre. Algunos días compiten por ver quién puede comer más. Suele ganar Stiles. - La chica se encogió de hombros. - Supongo que esto no pasa en Durmstrang, ¿no?

- Allí está prohibido hacer ruido durante las comidas. Bueno, está prohibido hacer ruido casi siempre. - Admitió.

- No me sorprende. Tenéis todos ese aspecto intimidante, como de severidad. Aunque tus amigos parecen estar disfrutando.

Derek les echó un vistazo, era cierto. No recordaba haberlos visto sonreír tanto como en aquel momento, ni tan relajados, en todos los años que los conocía.

- Supongo que algunos necesitan un respiro de vez en cuando.

- ¿Y tú no?

Derek se encogió de hombros, no se veía a sí mismo participando en una escandalosa guerra de comida.

- Tú pareces sensata, ¿cómo acabaste siendo su amiga?

- Bueno, en primer año no caía muy bien. Todos pensaban que era una sabelotodo, además de bastante engreída. Por algo me pusieron en ravenclaw, ¿no? - Sonrió sin humor. - Pero, un día, un niño hiperactivo se acercó a mí en la sala común y empezó a contarme que odiaba la mantequilla de cacahuete porque parece dulce pero realmente es salada y eso le confundía. Intenté deshacerme de él pero, a partir de ese día, el pequeño Stiles me siguió a todas partes. Luego me presentó a los demás y, por primera vez, me encontré formando parte de un grupo de amigos en el que podía ser yo misma. Se le agradezco.

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