Capítulo I: "Los chicos nuevos".

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Narra Nicky.

Quisiera poder decir: Me levanté con la tranquilidad de la mañana, los pájaros cantaban en mi ventana y el sol acariciaba mi tersa piel con lentitud. Pero realmente eso sería una gran mentira.

Me levanté gracias al molestoso sonido de mi despertador, el cual ya llevaba unos cinco minutos sonando. Por los dioses, esto es un dolor de cabeza enorme. Dirigí mi vista hacia los números rojos que se encontraban parpadeando en el negro despertador, el cual marcaba las 5:30 de la mañana. La oscuridad podía notarse por mi ventana, algo de lo cual ya estaba acostumbrada. Los rayos de la luna lograron relajarme por completo. Eso era algo que me encantaba hacer cada vez que me levantaba temprano, sentir los rayos de la luna en mi piel, y verla brillar con su hermosura en el oscuro cielo.

Tal vez se preguntarán, ¿por qué te levantas tan temprano? La respuesta es que para poder llegar temprano al instituto debo levantarme muy temprano ya que debo ocupar el baño antes que todos los demás. Sí, todos en un sentido muy plural ya que, lamentablemente, vivo en un orfanato. Sip, no he tenido mucha suerte que digamos.

Tomé mi canasta de higiene personal, ya que cada quien tenía la suya para que no hubieran tantas discusiones, y me encaminé hacia el baño que se encontraba en el tercer piso de aquel lugar. El piso se encontraba muy frío, lo cual hizo que me estremeciera levemente. Caminé con cierta rapidez hacia las escaleras, las cuales estaban bien lejos de mi posición. Ya subidas las infinitas escaleras hacia el piso de arriba, contando con que mi habitación se encontraba en el segundo piso, corrí hacia el baño que estaba al final del pasillo. Habían dos puertas de madera, una que poseía un letrero rosado que decía "damas", y el otro uno azul que decía "caballeros". Aquello me causaba gracia, no me crean tan loca. Parecen dos baños de esos públicos, aunque en un sentido sí lo eran. Bueh.

Ya dentro del baño cerré con pestillo la puerta, asegurándome de que ninguna loca, y ningún pervertido, decidieran entrar y verme desnuda ni nada por el estilo.

Ya terminado el baño, salí de la regadera para poder vestirme.

"Nooo, te vas a ir desnuda al instituto". Dijo una voz en mi cabeza.

Ya me volví loca.

"Ay, cállate. Soy tu conciencia". Me respondió, haciendo que frunciera el ceño mientras me vestía.

Mi... ¿conciencia?

"Ya te volviste tarada. Mejor me largo, bai". ¿Y a ésta qué mosca le picó?

Si yo soy tarada, vos igual. No me vengas con eso.

Pero cuando le respondí... Ya se había ido.

Mire mi reflejo en el espejo y solté un suspiro. Me gustaba mi vestimenta, pero la inseguridad que sentía de por si a alguien no era mayor que mis gustos. Había elegido unos shorts negros junto con una blusa del mismo color, la cual decía en letras plateadas "The wolf". Algo que era completamente irónico, ya que así mismo era como me apodaban. Y no me puedo olvidar de mis hermosas converse negras. No estaba por vestirme muy colorida, que digamos. Mi humor estaba por los suelos, ya que era el aniversario de la muerte de mis padres. Tal vez no les recordaba demasiado, pero el saber que ellos murieron por mi culpa...

Una vez salida del baño, me dirigí hacia la sala de estar, en la cual se encontraba ya mi mochila. Era negra con rojo, y tenía un bordado que había hecho mi amiga que decía "Wolf". Era bonita, debo de admitir. Pero estaba muy desgastada debido a los muchos años que llevaba con ella.

Dirigiéndome hacia la cocina agarre una de las tantas manzanas que habían en la nevera, y le di un gran mordisco debido al hambre que tenía. No había cenado por estar ayudando a limpiar, y el cansancio era tan grande que caí rendida de inmediato en mi cama. Volviendo a dirigirme hacia la entrada, tomé mi skateboard y abrí la puerta, bajando las pequeñas escaleras que habían. Luego de haber salido por completo logré subirme en mi skateboard, el cual era rojo con detalles negros. Ya se pueden imaginar el resto del camino.

Llegué al colegio muy temprano, lo cual fue un alivio para mí. Cada vez que llegaba tarde me dejaban en detención, y la dueña del orfanato se enojaba porque no había terminado de limpiar y luego me castigaba. Sus castigos consistían en encerrarme en mi habitación durante tres días, sin agua ni comida. Paré el skateboard y me bajé de él, para luego colocar mi pie en la parte trasera mientras hacía presión, haciendo que se levantara en un salto y llegara hacia mi mano para poder sostenerlo. Lo coloqué a mi costado y me dispuse a buscar a mi mejor amiga y gemela, Cami.

-¡PANTERA! –empecé a gritar por doquier, en busca

-¡WOOOOOLFFFF! –escuché el grito de mi querida Pantera, la cual me indicó su ubicación al mismo tiempo. Fui corriendo hacia ella y, aprovechando que estaba de espaldas, me lancé encima de ella. Aquello causó que ambas cayéramos al suelo.

Una Cami algo entrecortada habló.

-Quítate... de... encima... de... ¡MI! –el enojo lograba escucharse en su voz. Rápidamente me levanté mientras soltaba una carcajada, viéndola con cierta diversión en el rostro.

-¡Hey! ni que pese tanto. –me quejaba para luego hacer un puchero bien tierno. No era así, ella lograba sacar lo peor de mí. Mi lado tierno.

-Awww, ¡ven aquí cachorra!- la miré mal, muy mal. Si hay algo que detesto, es que me digan cachorra. Sabía que tenía que hacer para que le doliera como a mí.

-Gatita... ¿qué te he dicho de decirme cachorra?- claro está que a ella no le gusta que le digan de esa forma, ya que es una "pantera muy formada".

Me había olvidado por completo de la presencia de aquellos chicos, y lo que hizo que los recordaba fuer la voz de uno. Mientras Cami y yo nos fulminábamos con la mirada, uno de ellos intentaba hacernos captar la atención.

-Bueno, bueno. Antes de que empiecen la tercera guerra mundial... Camila, ¿no nos vas a presentar? –preguntó el chico que estaba hablando con ella anteriormente, el chico que había interrumpido. Observé atentamente su aspecto, tenía los ojos de un tono azul verdoso, los cuales se me hacían parecido al mismísimo mar. Era de estatura alta, y de una formación muscular bien definida. Su cabellera era oscura, y su piel bronceada. Era lindo, he de admitir.

-Aaahh, cierto. –dijo pensativa. ¿Acaso no planeaba en presentarme? Maldita Cami.- Chicos ella es Nicole, pero la llaman Nicky.

-Hola Nicole. -dijeron al unísono. Aquello me causaba gracia, parecían gemelos al hacerlo al mismo tiempo, pero no se parecían en nada.

-Un gusto, Nicky. Yo soy Percy Jackson. -me dijo tomándome la mano aquel chico de ojos como el mar. Le sonreí de manera cortés mientras le devolvía el saludo. Me solté de su agarre e inmediatamente el otro aprovechó para tomar mi mano, el cual parecía un duende latino.

-Yo soy Leo Valdez. -dijo besando mi mano a lo que yo solo reí como maniática. Me daba cosquillas, ay. Soltándome de su mano dirigí mi vista hacia el siguiente que me hablaba.

-Yo soy Nico Di Angelo- había hablado un chico de aspecto algo oscuro y misterioso. Era lindo... Pero bueno. Su frialdad se notaba en sus palabras, y pude ver que no tenía ganas de estar aquí. Tal vez estoy loca.

Una sonrisa apareció en el joven restante, el cual era rubio con ojos de un azul eléctrico. Le sonreí por cortesía. –Y lo mejor para el final. Yo soy Jason Grace.

Nota:

Ya editado, ahr. Holap, espero que os haya gustado este capítulo. Es más largo que cuando no estaba editado, no se quejen. JAJAJAJA. Os adoro.

-TWWM.

h@����A

No solo una semidiosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora