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Y si me tocaran los espíritus nocturnos
que por lo menos sean caricias
y no espantos.
Que sea un abrazo nocturno,
o una de esas presencias que calman.
De las que de día no se aprecian
pero que de noche tienen
colores y figuras nuevas.
Se entremezclan con las sombras.
Enmudecen.
Saben que les tenés miedo.
Pero, no lo dudes:
ellas sólo quieren consuelo mutuo.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora