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浳┆Sus ojos admiraban las fotos en su movil, el rostro de la taiwanesa sostenia una sonrisa sincera mientras admiraba a los pequeños cachorros en sus manos.
Aquel dia decidio tomar aquellas fotos como recuerdo de su primera salida con Tzuyu, sin dudas la peliazul adoraba a los perros.

Desconsertada se sintio cuando luego de ese dia, su actitud cambio a algo mas amargo, prepotente y presumido, no era lo que ella esperaba ni mucho menos lo que pensaba, tal ves tuvo expectativas muy altas pero de todas maneras no podia parar de pensar que era muy desagradable su forma de ser.

Guardo su telefono y observo el entorno que la rodeaba, era muy sofisticado, amplio y sobre todo frio, los blanquesinos azulejos dejaban ver su reflejo mas todos los muebles eran de un vidrio pulcramente limpio.

Tzuyu hizo presencia en la habitación aunque no de buen humor, su rostro se mantenia tensa mientras dos de sus empleados caminaban detras suyo.

- Señora su padre nos dio estrictas normas de que mantenieramos la casa ambientada en olores lavandas - comento un joven uniformado con un entero de color negro. - No teniamos idea de su odio a el lavanda.

- Ustedes saben que odio el aromatizante de lavanda, no pueden hacer ni siquiera eso bien - expreso frotando sus ojos, entre sus manos sujetaba un pequeño canasto con flores lilas que Sana deducia eran lavandas.

- No se moleste Sr. Chou, pero nosotros seguimos ordenes de su padre, trabajamos estrictamente bajo sus mandados y ordenes. - expreso ahora una chica vestida con el mismo uniforme que su acompañante.

Sana sintio un fuerte escalofrio recorrerla cuando observo la dura y perturbadora mirada de la peliazul posarse en ambos empleados, en un brusco movimiento volco las plantas de lavandas sobre ambos jovenes.

- Aclaro que si sentencio su despedida, a los minutos ustedes dos estaran de patitas en la calle - expreso buscando con la mirada algo, se detuvo observando otra canas con lavandas perfectamente bien acomodada en un rincon de la extensa habitación.

Enarcando una ceja camino hasta el aromatizante y volvio a sus dos empleados.

- ¡La proxima ves ustedes dos par de pobretones terminaran comiendo en el basurero de la esquina si vuelvo a encontrar otra de estas mugrosas, asquerosas y repulsivas lavandas adornando mi casa! - expreso mientras tiraba violentamente el canasto entre sus manos a los rostros de ambos jovenes. - Ahora limpien esto ratas inmundas.

Ambos chicos obedecieron cabiz bajos a recojer cada petalo de lavanda esparcido por todo el pulido suelo, Tzuyu sin detenerse agarro entre sus manos un jarron de agua con flores para seguido volcar el liquido en la espalda de ambos empleados.

Su boca seguia vociferando grandes insultos demigrandolos por su estatus y su misero sueldo pagado por su propio padre, Sana observava atonita la escena sin expresar ninguna palabra, ¿esa era la misma Tzuyu que acariaciaba sonriente a unos indefensos perros dias atras? la nipona no podia ni sabia responder esa pregunta, todo ella fue llenada de una decepción total mientras observava aún la humillante escena para aquellos humildes trabajadores.

Suspiro sonoramente desviando su mirada al percatarse que las cuencas de la peliazul se posaron en ella, su respiración comenzando a fallar al escuchar los pasos de Tzuyu acercandose a su persona.

AFFLUENZA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora