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— ¡San!, ¡San!, ¿Podemos comprar este? — preguntó Wooyoung tomando la mano del mayor, mostrándole el pastelito.

Hoy realizarían una pequeña fiesta de día sábado, sí, después de que Wooyoung insistiera en ésta por toda una semana, San aceptó, y es que la idea del modelo era decirle a sus amigos que el y San eran novios, agregando el pequeño, pequeño detalle de que tenían planeado el casarse en algún futuro cercano. Tal vez les caería algo brusco, pero la pareja ya estaba emocionada, todos asistirían.

— Claro, ¿te parecen esos?, cariño, ¿te gusta los de sabor a lima? — Wooyoung lo miro arrugando su nariz — ¿No? — dijo San, también arrugado su nariz, ambos negaron.

— Bien, pediremos de vainilla chocolate y- —

— ¡Medias lunas!, ¡por favor! — interrumpió Wooyoung con una linda sonrisa, parecía un pequeño niño.

— Sí — San cubrió su boca, para amortiguar su risa — Por favor — pidió a la joven que los atendía, ella asintió con una amable sonrisa.

— ¿Te gusta el anillo? — preguntó Wooyoung abrazando la cintura de San, apoyando su mejilla en el pecho de este. San asintió eufórico.

— Me encanta, pastelito, es hermoso — susurró meloso, estirando su mano para sonreír al ver el anillo puesto en su dedo —

— A mi también, nos vemos increíbles — Wooyoung sonrió, mostrando también el suyo.

Y es que Wooyoung le había pedido, efectivamente, “matrimonio”, no había fecha, era más, una promesa de que lo harían cuando Wooyoung se recuperará. Algo en lo que él menor ponía bastante empeño.

Al comienzo, San se había negado, no creía que este fuera el momento, por la condición del menor, lo primordial en este momento era su recuperación, pero no fue hasta que Wooyoung realizó una fiesta, con los peluches de San como testigos, y el dentro de un traje gigante de lo que podía ser, una galleta de jengibre. San lloraba con un gorro de cumpleaños sobre su cabeza, mientras Wooyoung intentaba colocar el anillo con su gran mano de gengibre. El cómo Wooyoung le pidió “matrimonio”, fue extraño, pero dulce.

Cuando la joven les entregó las tres  cajas listas para llevar, la pareja agradeció, tomandolas para ir al auto.

— Pediste prestado el auto de tu madre, deberíamos comprar uno, ¿que te parece si ahorramos? — dijo Wooyoung dejando las cajas con cuidado en el asiento trasero.

— Claro, ¿porqué, no? — dijo San con una sonrisa de hoyuelos. Wooyoung tomó asiento en el copiloto.

— Cariño, quiero un patio — dijo Wooyoung, actuando de forma adorable (intencionalmente), San entre cerro sus ojos.

— ¿Te refieres a una casa? — el modelo asintió. San soltó una pequeña carcajada — dame un beso — dijo acercándose a Wooyoung, para dejar un beso sobre sus labios.

— Quiero un perro — murmuró con un puchero.

— ¿Un perro?, pero pastelito, casi nunca estamos en casa — dijo San encendiendo el motor.

— Pero...pero...pero — Wooyoung puchereo y lloriqueo.

— No me pongas esa cara, dulzura — advirtió el mayor, con su vista puesta en la carretera — Aún que si, la idea de la casa es linda —

— De qué sirve si no habrá un perro — gruñó Wooyoung cruzandose de brazos, mientras se hundía en su puesto con las mejillas abultadas.

— Pero cariño, podemos tener un lugar mucho más cálido que el departamento, y podríamos plantar esas flores que tanto te gustan —

Boyfriends             ❝woosan❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora