Después de los exámenes

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—Fiuuuu... —Silvo Alice entrando a su aula—

—Alice... —Temblando— ¿Que hago ahora...? —Pregunto sonrojado mientras se cubría el rostro con las manos—

—No lo sé... Nunca he tenido novio.

—¡N-No es mi novio! —Exaltado—

—Aja... Algo me dice que después de esa cita no dirás lo mismo.

—Ahhhhhjskxjsksnidns... —Suspira—

La campana sonó y el rubio regreso a su lugar, no prestó atención al resto de clases que seguían, ya que pensaba seriamente en una buena excusa para no asistir ¿Romperse una pierna? Muy exagerado ¿Decir que está con gripe? Poco creíble... Y sin darse cuenta la larga semana de exámenes ya había pasado. Dentro de esta hubieron varias ocasiones en las que Kirito apareció "por coincidencia" delante del ojiverde haciéndole recordar que su cita sería él sábado, y de paso le mostraba algunas cosas que podían hacer juntos, ir al cine, o al arcade, hasta solo ir a un parque a caminar.

—¿Por qué me lo recuerdas tanto? —Pregunto aburrido Eugeo—

—Uhm... Ni idea la verdad. —Rie— Nos vemos el sábado. —Se pierde en el pasillo—

Una semana después~

—¿Quien toca la puerta a las 7 de la mañana un fin de semana? —Pregunta molesto el rubio aún somnoliento— Soy ateo. —Abre la puerta pensando que se encontraría con testigos de Jehová—

—Oh, interesante. —Pronuncia una voz conocida para el ojiverde—

—¡Ki-Kiriyaga...! —Sorprendido y a la vez con una vena sobresaliendo de su frente—

—Vamos, te dije que puedes llamarme Kirito.

—Kirito-kun.

—A nada... —Se encoge de brazos y entra sin permiso al apartamento de su amigo— Ve a cambiarte, te espero aquí, hace frío afuera. —Se sienta sobre un mueble y ve al dueño del lugar de pies a cabeza— Me gustaba más tu pijama de cuando te di el pie.

—¿Q-que dices? —Se ruboriza— Lo de esa vez era mi ropa interior, —Desvia la mirada— hacía calor.

Cuando terminó de hablar se fue a su cuarto mirando el suelo. Cerró la puerta, con seguro por su acaso ya que empezó a escuchar pisadas que se dirigía a la habitación, se puso unos jeans un tanto apretados, un polo blanco, encima una polera negra, unas Converse negras y por último se colocó su mochila en la espalda, dónde llevaba dinero, unos guantes y bufanda, por si acaso. El día había amanecido frío, incluso se podría decir que iba a nevar en cualquier momento, por lo que el rubio estaba preparado.
Salió de su cuarto y encontró a Kirito un poco agitado, decidió no preguntar del porque se encontraba así. Tomó las llaves, abrió la puerta y le sonrió a Kirito dándole a entender que era hora de salir. El azabache se quedó idiotisado un momento, pero luego se levantó y salió junto con el rubio. Este último cerró la puerta con seguro y empezaron a caminar hacia la estación. No hubo ni una sola palabra ni de ida a la estación, ni en el viaje en tren, al parecer ninguno de los dos sabía iniciar la conversación.

—Y... ¿Desde hace cuanto juegas videojuegos? —Pregunto el azabache—

"Oh... Ya veo, creo que no se acuerda de cuando jugábamos juntos... Ya que." Pensó para si, pero puso una expresión triste.

"¡SOY UN IMBÉCIL! Ahora pensar que no me acuerdo del precioso tiempo que pase junto a el de niños... ¡QUE IDIOTA!" Frunce el ceño.

—Juego desde los ocho. Me gustan las Nintendo, fue la primera consola que recibí... ¿Y tú?

—Eh... Yo juego desde los siete. Y también me gustan las Nintendo. Aunque últimamente me la paso en la PC...

—¿Que tal son los juegos ahí? ¿Tienen buena resolución?

Y así fue como la mitad de camino empezaron una conversación con un tema que ambos les apasionaba.
Pero lamentablemente se pusieron a hablar muy tarde, ya que faltaba menos de un minuto para que llegar a la estación.

Sonó la alarma de que la puerta se abriría y ambos salieron del tren. Un fuerte golpe de frío hizo que el azabache soltará un queja.

—¿Que pasó? —Pregunto preocupado—

—N-Nada jajaja... Solo fue un golpe de frío. —Trato de calmarlo—

—Oh, tengo guantes. Creo que estarías bien con eso.

—G-Gracias.

El rubio saco de su mochila, los calentadores para manos y se los entregó al azabache. Cuando terminó de ponérselo, fueron hasta un centro comercial. Antes de entrar al lugar, se sentaron un momento sobre las bancas, Eugeo se levantó un momento dejando a Kiriyaga solo y fue a traerle un café caliente. Este último lo recibió con mucho cuidado ente sus dos manos y lo empezó a beber lentamente.

—¿Cómo sabes que me gusta el café amargo?

—Tienes cara de que te gusta.

—¿Estás diciendo que tengo cara de amargo?

—Cara de que te gusta el café amargo.

—Touché. —Rio el azabache— Estás más tranquilo que en la mañana.

—Lo siento, es que nunca tuve una cita con alguien... Menos con un chico, pensé que sería más fácil ya que nos entendemos mejor. Lamento no haber comenzando la conversación. —Apenado—

—No, no. En todo casa habría Sido culpa de los dos. Yo tampoco sabía de qué hablar, pero miranos, estamos hablando como si nada.

—Tienes razón... Por cierto... Nunca me dijiste del porque elegiste una cita como castigo.

—Eso es porqué... —Bloqueo mental— Porqué...

—¿Porqué...?

El chico con guantes empezó a buscar con la mirada a alguien o algo que lo pudiera salvar y lo encontró.

—Es que... Yo quería comprar un horno microondas para mi hogar y pues... Necesitaba a alguien que me ayudase a cargarlo... —"Tragatelo" pensó—

—¿En serio? Lo digo porque creo que no veo como una persona tan fuerte... Pero si dices que quieres que te ayude ¡Lo haré con gusto!

El de ojos verdes se levantó de la banca y dió unos pasos para que Kirito pueda entenderlo. Este se quedó quieto unos segundos procesando la información, se levantó y desecho el vaso descartable que contenía su café y salió corriendo detrás de su acompañante.

"¡ESTO ES  MÁS DIFÍCIL DE LO QUE PENSABA!", grito en su mente frunciendo el seño.

↳No es Realidad Virtual Donde viven las historias. Descúbrelo ahora