En realidad, se había tratado de una estúpida apuesta, lo que llevó a una estúpida broma y terminó con dos semanas de expectativa y ansiedad hasta que el paquete llegara a su apartamento. Era tan irrisorio que John no tenía ni la más mínima idea de cómo había llegado a este momento en su vida. Claro, su novio era estúpido por naturaleza y por eso había roto con él. Sin embargo, cuando habían organizado un intercambio de regalos entre todos sus compañeros de trabajo y su amigo Gilbert lo había alentado—mejor dicho, hostigado—para que pidiera cualquier cosa de Wish y luego regalarlo a quién sea que le tocase, definitivamente había sonado mejor en su cabeza.
Porque era más que obvio que aquello no iba a salir bien, pero después de la ruptura sentía que estaba en deuda consigo mismo, se debía hacer una locura de la que luego no sentiría ningún tipo de arrepentimiento. Después de años siendo el hombre correcto en el que se había convertido, era lo mínimo que se merecía. Aunque entre sus cartas y posibilidades no había considerado para nada que uno de los nombres que podrían tocarle sería el de su lindo compañero de Recursos Humanos.
Si eso no era suficiente como para demostrar su mala suerte, tampoco recordaba qué era lo que había ordenado, así de inesperado era su día.
—Simplemente puedo no darle nada —durante diez minutos no había apartado la mirada de la caja envuelta hace una noche.
—Si haces eso parecerías una persona muy desconsiderada, Jawn —Gilbert como catalizador de lo que los había llevado a esto estaba en su cubículo como apoyo moral.
—No me llames así.
—Estoy tratando de subirte el ánimo, mira tu corbata —dijo con sinceridad— es deprimente. Deberías probar otro color.
—Cállate —mechones rubios le caían sobre la frente por pasar sus dedos repetidas veces—. Es el código de vestimenta. ¿Qué hago?
Después de su interminable lucha de miradas con el ser inanimado, levantó la mirada y trató de buscar respuestas en los ojos avellanas del pelirrojo que tenía frente a él. Gilbert podía tener el mismo tono ocre, pero sus consejos no se comparaban con los del pelirrojo cruzando el piso. Definitivamente, él le había servido de mucho al revalorar su anterior relación, así que no podía darle un regalo extraño del cuál ni John conocía su contenido.
—También te puedes ir, aparentar que te dio TIA. Aunque pensándolo bien, no me sorprendería que te diera por el estrés que estás manejando.
—¿Qué mierda estás hablando? —se soltó un poco la corbata azul cobalto que llevaba puesta, hace rato su saco había sido tirado de lado y se había arremangado la camisa blanca.
Solo le faltaba quitarse el pantalón negro de vestir y se sentiría como en casa.
—T.I.A. —deletreó de igual forma en que lo haría con un turista en Francia— Son las iniciales de Tránsito Intestinal Acelerado o como la gente le dice dia...
—¡Ya deja de burlarte! ¿No ves que esto es serio? —le faltaba poco a John para llorar de la frustración, pero no lo haría, no, él era un hombre adulto que sabía afrontar las consecuencias de sus actos.
Aunque aquellos actos hayan sido lo más estúpido que su subconsciente pudo haber pensado. No le lanzaba la grapadora porque no quería que lo despidieran por conducta inapropiada.
—Es muy serio, John, por supuesto que carcomerte por un regalo a un compañero de oficina lo es.
—Se lo voy a dar —asintió de repente—. Lo voy a hacer, no puede ser tan malo, ¿no? Después de todo yo mismo escogí y ordené lo que sea que esté aquí adentro.
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Fotogramas || Lams Month
FanfictionColección de one-shots del Lams Month (edición abril). Pequeñas historias que relacionan a Alexander Hamilton y a John Laurens en distintos escenarios por un mes completo, ya sea en sus versiones históricas o musicales. ______________ Créditos del a...