10-Juntos

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Desperté pegada a Sergio, se notaba que era pasado el mediodía porque el sol pegaba de lleno contra los cristales. Después de todo el aseo personal necesario para comenzar el día, me incursioné en su cocina a ver si podía preparar un desayuno decente, Sergio tenía acomodados por tamaños y colores las cosas en la alacena lo que hizo que me diera extremada risa y ternura.

Puse manos a la obra, algo de música y comencé hacer un super desayuno porque sabía que al igual que yo, se levantaría con hambre. Estaba bailando con la música baja para no despertar a Sergio, pero escucho una voz en mi espalda

-Quisiera despertar así todas las mañanas- me giré y lo vi solo un el pantalón del pijama y los pelos hacia todos lados.

-Creo que ya escuché eso antes- y ambos reímos- no es justo, iba a despertarte con el desayuno y arruinaste la sorpresa- se acercó hacia mí y me besó, lo tomé del cuello para devolverle el efusivo beso y lo saqué- basta, vamos a desayunar.

-Tengo mucha hambre, que hora es?

-Las dos de la tarde Sergio, es normal que tengas hambre.

-Las dos de la tarde? Raquel, estás haciendo que mis horarios de comida se modifiquen, a las ocho hay que desayunar y- lo callé con un beso y se río de mi- me estas volviendo al lado oscuro

-Somos dos.

Desayunamos a las dos de la tarde porque poco nos importaba eso, parecíamos dos adolescentes, no dejábamos de besarnos y reinos de cualquier cosa, estaba por primera vez en mucho tiempo experimentando la felicidad, no sé cómo logré convencer a Sergio de ver una de esas películas románticas empalagosas que te hacen llorar y comer en el sillón a la vez, siendo un obsesivo con el orden, pero pasamos una tarde increíble, hasta tomamos vino lo suficientemente temprano como para que los quejidos de Sergio se hagan presentes, pero eso no terminó importunando.

Por la tarde decidimos ir a unas ferias cercanas en el centro del pueblo, para recorrer juntos y no pasarnos todo el día en la cama. Caminábamos juntos de la mano, observando muchas clases de joyería y artesanías típicas del lugar que me tenían fascinada.

-Eso-le dije a Sergio señalando una alfombra muy hermosa de seda color gris- creo que quedaría hermosa en tu living, definitivamente la voy a comprar, ¿te gusta?

-Ya prácticamente está en casa ¿no? - le hago una mala cara- me encanta, llevémosla, le dará un lindo toque. - sonríe victoriosa y pregunté el precio a una vendedora, estaba por pagar y Sergio más ágil quiso sacar su cartera para pagar.

-Ni siquiera lo intentes- Sergio se giró a mirarme- puedo pagar una alfombra Sergio, ¿qué haces? - le dije riendo.

-El hombre debe encargarse de esto, además no me cuesta nada Raquel.

-No si eso lo tengo clarísimo que no te cuesta, no hace falta que me lo recuerdes, pero voy a pagarlo yo guapo, no sabes que es el siglo xxl?- pagué y Sergio me miró de reojo- ¿QUÉ?

-Es que eres increíble.

-Vamos anda que ya está oscureciendo.

Llegamos a la casa de Sergio cuando ya había oscurecido, colocamos la alfombra abrimos una botella de vino, siempre era un buen momento para eso y yo estaba muy orgullosa de mi compra.

-Me paree muy bonita, será un lindo recuerdo en la casa para cuando me vaya.

-Cuando te vayas? -me miró Sergio extrañado

-En algún momento tendré que volver, no me puedo quedar acá por siempre Sergio.

-Claro que sí, tu vida puede ser aquí conmigo, sería algo maravilloso, no nos faltaría nada y- lo interrumpí

Renacer de las cenizas (SERQUEL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora