ocho

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La mañana siguiente me costó horrores salir de la cama. Es cansancio acumulado lo largo de toda la semana me estaba pasando factura, pero no me podía permitir otro día de descanso, porque la tarde anterior ya había salido. Además, ese sábado había quedado con mi compañero de clase para estudiar química. Al principio me resultó raro que me pidiera ayuda, pero acepté porque así podía pasar un rato con un amigo y me forzaba a mí misma a estudiar.

Me puse unos vaqueros y un jersey de punto, me aseé y baje a desayunar. Vi a mi padre en en salón, leyendo el periódico, y a mi madre desayunando en la cocina. Como ayer no habíamos concretado la hora, le envié un mensaje a Kenma para preguntarle cuándo debería ir a su casa. Tardó un rato en responder, supuse que estaría durmiendo o jugando a algún videojuego, y me dijo que sobre las once estaría bien. Miré la hora, y ya eran las diez y cuarto, así que subí corriendo a coger mis libros y cuadernos, me despedí de mis padres y salí hacia la estación de tren.

Nunca había estado en casa de mi amigo, aunque sabía que vivía a unas cuantas paradas de mi zona. Cuando por fin me senté en el tren casi me quedo dormida, pero conseguí mantenerme despierta hasta llegar a mi destino.

Tras caminar un poco llegué a la ubicación que me había mandado, y llamé al timbre.

- Hola - me abrió mi compañero, con cara de dormido-. Pasa.

-Buenos días, Kozume-san. ¿Has descansado?

Él solo gruñó, lo que fue suficiente respuesta para mí. Estaba completamente segura de que había dormido cinco horas como máximo y que se había quedado hasta las tantas. Suspiré, pero no le dije nada, porque por mucho que le riñera no me iba a hacer ni caso. Fuimos a la sala de estar, donde había una mesa en el centro y varios cojines alrededor. Nos sentamos y saqué mis libros.

-Bueno... ¿Por dónde quieres empezar?- le pregunté.

Kenma se encogió de hombros y murmuró que le daba igual, a lo que yo volví a suspirar, me iba a hacer falta un poco de paciencia con ese chico. Le expliqué todo lo que nos entraba en el examen de química, y luego seguimos estudiando cada uno lo nuestro. Cuando hubieron pasado unas dos horas y media, él se apartó de la mesa y, sin decir nada, se tumbó en el suelo y empezó a jugar con una consola.

-¿Quieres hacer un descanso?- le dije, divertida.

Asintió sin levantar la vista de su juego, y yo me levanté para coger un vaso de agua de la cocina. La ventana de esa habitación daba a la calle, y me puse a mirar un poco al exterior, apoyada en la encimera. Me había quedado embobada cuando vi a alguien familiar caminando por la acera, pasando justo por delante de la ventana en la que estaba yo. Salí a saludarle, porque me pareció bastante raro verle ahí.

-¡Kuroo!- le llamé desde la puerta de la casa de mi amigo- ¿Qué haces aquí?

Él me observó, medio sorprendido medio extrañado, y tardó un poco en responder.

-Vivo aquí al lado- señaló con el pulgar a la casa vecina-. ¿Y tú? ¿No serás la novia de Kenma?- me dijo con sorna.

- Sí claro, ya le gustaría- reí- . He venido para ayudarle a estudiar, me dijo que tú no podías.

En ese momento me fijé en que él iba vestido con unos pantalones y zapatos un poco arreglados, y llevaba un enorme abrigo negro. Supuse que iría a algún evento familiar o algo parecido, aunque no le pregunté, pensé que sería meterme demasiado en su vida.

-Qué poco ha tardado en buscarme un reemplazo- dijo mientras se secaba una lágrima falsa-. Pensaba pasarme luego por su casa, si me daba tiempo, pero ahora vendré seguro, sabiendo que estás aquí- sonrió con su típico sarcasmo y se acercó más a mí.

- Lo que tú digas- le di un codazo suave-. Nos vemos. 

Vi como se despedía con un movimiento de su brazo antes de meterme de nuevo en la casa de Kenma y cerrar la puerta. Cada día me parecía más raro, y yo que pensaba que eso era imposible. Llené mi vaso otra vez antes de volver al salón, donde mi compañero estaba en la misma posición que cuando lo había dejado, completamente absorto en su juego. Carraspeé para llamar su atención, y sorprendentemente funcionó. Levantó la vista de la consola y me preguntó que si quería comer.

-Por favor, estudiar me da un hambre...

Se levantó de su sitio y fue hacia la cocina, de donde volvió con una olla de guiso.

-Mi madre dejó esto hecho ayer- murmuró mientras la colocaba en la mesa.

- Te ayudo a poner la mesa, ¿dónde están las cosas?

Tuvimos todo listo en un santiamén, y nos pusimos a comer. Me fijé en que Kenma comía muy poco a poco, lo que me hizo un poco de gracia, porque parecía un gatito bebé.

- Oye, una pregunta...- rompí el silencio-.¿Kuroo tiene novia?

Mi amigo levantó la cabeza de golpe, con el ceño fruncido. Me di cuenta de lo rara que había sido mi pregunta, así que traté de arreglar la situación.

-¡No es porque me guste! Es porque una amiga...- no estaba arreglando nada, es más, lo estaba empeorando.

-No, no tiene- me contestó Kenma, serio-. Al menos que yo sepa.

- Ya veo...- intenté cambiar de tema, para que la situación no fuera tan incómoda, al menos para mí- ¿A qué estabas jugando antes?

Y él me empezó a contar sobre el videojuego. Se notaba que su cara cambiaba completamente cuando hablaba de lo que más le gustaba, me pareció adorable. Terminamos de comer poco después, y aunque el trató de tumbarse para jugar otra vez, le obligué a ponerse a estudiar conmigo, pues no estaba dispuesta a permitir que perdiese la tarde.

Entre dudas, problemas, y descansos se acabaron pasando las horas, y cuando ambos estábamos tan cansados que no podíamos estudiar ni un minuto más, sonó el timbre de la casa.

Kenma, que estaba tirado en el suelo, me hizo un gesto con el brazo para que fuera a abrir la puerta. Me levanté a regañadientes y fui hacia la entrada, no sin antes darle un puntapié en la pierna a modo de queja. Abrí la puerta, y me encontré cara a cara con una persona altísima y vestida completamente de negro.

Toxic ||HaikyuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora