Capítulo 3

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  Elain con el tiempo se dedicó mas y mas a la cocina, a probar nuevas cosas en ella. Supongo debe agradarle el goce de las personas que prueban sus comidas, siempre espera a que todos den el primer bocado para empezar ella. Se la ve tan contenta que mi corazón se siente en paz.

  El desayuno, delicioso, sólo me pregunto donde están todos.

  Elain dejó la última tetera humeante sobre la mesa, no buscó asiento, volvió su cara hacía el arco de la cocina y caminó hacia ella. Como no vi reacción en particular, decidí que lo mejor era dedicarme a las tostadas que se veían tal como me gustaban.

  Hay silencio, silencio de mas, sigue pareciendo muy extraño, llevo mas de la cuenta esperando que alguien aparezca. Nadie.

  Camino despacio a la cocina, por alguna razón estoy siendo cautelosa. Miro a todos lados, a toda esa cocina tan grande y cuando estoy por decir su nombre veo a mi hermana mirando por las amplias y tan bien orientadas ventanas. Se encuentra tan absorta en lo que ve, como si hubiera estado una vida mirando a través de ese cristal, con la luz del sol en su delicado rostro, tan pacifica, en ese vestido claro que casi parece blanco. Siento que veo a una princesa anhelando algo imposible.

  La imagen de una pintura viene a mi mente. Algo que haré en un futuro.

  Cierta curiosidad me invade. Pero después de seguir observando y ver que sus ojos no planean retirarse de tal contemplación, me retiro. Mucho mas silenciosa que antes.

  Tal vez esté perdida en sus pensamientos, es una opción.

  Me decido por visitar a Nesta.

  Estoy al borde de las escaleras y veo a Azriel, sentado en el jardín de Elain, viendo las hermosas rosas que mi hermana tanto cuida. También parece relajado, como pocas veces lo vi antes.

  Es en el momento en el que me doy cuenta.

 La ventana. Sonrío.

  Rhys aparece. Azriel ya se encontraba de pie, serio, parece algo avergonzado, como si lo que hubiera estado haciendo no debería alguien observarlo. Casi intimo.

  En el momento que doy pie a irme y dejarlos solos, Azriel habla "¿todavía preocupado?".

  Se que no debería pero me quedo, detrás de los altos y verdes arbustos. Si Rhys está preocupado, debería saber para poder ayudarlo.

-Te lo vuelvo a decir, debes hablar con Feyre.

-No quiero verla mal, no sé como vaya a tomarlo...

  No necesito escuchar mas.

  [...]

Con mucha suerte y algo de insistencia, Nesta abrió la puerta. Sigue tan delgada y con tanta furia en la mirada como siempre. Podría jurar que mas.

-Qué quieres.

-Verte, sólo eso.

-Si vas verme por algo tan sencillo, no te molestes tanto en venir.

-¿Puedo pasar o tengo que incendiar la puerta?.

  Por dentro...es un desastre, ventanas con gruesas cortinas, ni una gota de luz. Lo único que agradezco es que no huela mal...como en otras ocasiones.

-¿Vienes a darme la feliz noticia?- había asco en su cara.

-¿Noticia?, no tengo ninguna noticia, solo quería ver como estabas, decirte que te extraño. Elain también.

-No finjas puedo olerlo.

   Sus ojos me recorrieron toda y sentí escalofríos.

-Siquiera lo...

  Calló, había cierto enigma en su rostro, en su forma de fruncir el ceño.

-Creo que fue suficiente tiempo, puedes irte.

-Apenas he llegado.

-Dijiste lo que querías decirme, lo escuché, no me interesa, yo no las extraño, puedes irte.

  Abrí la boca, me arrepentí al segundo. Tener una pelea innecesaria con Nesta, hasta comenzó a dolerme la cabeza.

  Me fui sin decir ni una palabra y sin escuchar nada de ella, ni un respiro.

  Al llegar a la casa, después de horas caminando por Velaris, contemplando el arte de este lugar maravilloso y lleno de luz y alegría, veo a mi hermana con un vestido mas sencillo, de color crema, tan solitaria como en la mañana. hace un gesto en modo de saludo y la sigo a su habitación.

  Su habitación era una de las mas pequeñas, dijo que le gustaba de esa forma, con colores claros y cortinas finísimas que hasta el mas leve viento hace que parezca espuma del mar danzando en el cuarto.

  Cierra las puertas detrás de mi, pone sus manos sobre las mías. Me mira sonrojada.

-Sabes que lo escucho ¿verdad?.

-¿Qué es lo que escuchas?- pregunto inquieta.

  Quita una de sus manos y la posa suave y delicadamente sombre mi vientre.

-Lo escucho, ¿Cuando ibas a decírmelo?- una leve sonrisa en sus labios me distrae de las palabras.- Feyre, ¿no lo sabes?

  Creo que mi cara fue un libro abierto hacía ella.

-Ohh, pensé que ya lo sabías.

  Me tiemblan las rodillas y quiero llorar. No, no después de escuchar a Rhysand esta mañana.

  Mi hermana me abraza como si fuera una de sus flores en las manos.

-Elain, creo que Rhysand- respiro hondo y suelto- creo que el no quiere esto.

Nuestro hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora