V

9 2 0
                                    

Me llamó otra vez, pero mi cuerpo no respondía, la impresión me había parlizado; no fue hasta que sentí su mano en mi hombro que reaccioné y le pregunté que, qué hacía allí.

Él me contestó preguntando que si podíamos ir a tomar un café y yo me negué. Si iba con él probablemente iba a seguir ilusionandome yo sola, porque en realidad él no tenía la culpa de que yo me hiciera más falsas esperanzas.

Me observo desde la coronilla hasta la punta de mis zapatillas y sonrió sin separar los labios.

Y yo lo destesté por eso, porque hacía que mi corazón se disparará y era algo que me desesperaba.

Verlo frente a mí con esa apariencia impecable, traje de tres partes negro con una camisa azul cielo que le quedaba a la medida, calzado a juego, accesorios escogidos meticulosamente, perfectamente peinado y sonriendo, no era algo que pasase desapercibido ante mí curiosa vista y ante la de nadie en realidad.

Finalmente, me miró fijamente y comentó que si a mi no me importaba que los curiosos espectadores que como yo salían de la imponente edificación universitaria, presenciarán lo que estaba a punto de manifestar pues a él tampoco.

Así que sin yo esperarlo, tomó mi mano y sin titubeos dijo:

— Lamento haberte llamado inmadura,  creo que el único que actuó con inmadurez fui yo, al querer ignorar lo que siento por tí— calló y se frotó el fuente de la nariz con el indice y pulgar como preparándose para lo que diría a continuación

Yo lo interrumpí antes de que continuara, para ahorrarle el tiempo de tener que decirme en vivo y en directo que aunque sentía cosas por mí, yo no era la chica adecuada para él.

—Espera, no tienes porque hacer esto, ya me queda claro que entiendes que no soy una inmadura, pero igualmente tendrás que acabar con esto, porque yo solo soy una tonta cría de diecinueve y tú, un respetable y sensato hombre de treinta, que puede aspirar a conseguir a alguien a su altura, bonita, deseable e inteligente. Por lo tanto te ahorraré el tiempo de tener que explicarme lo que ya sé. Así que, espero que seas muy feliz — dije con un nudo en la garganta      — y hasta algún dia — finalicé dándole la espalda para comenzar a caminar.

Antes de que pudiera dar el primer paso, el audazmente tomó mi brazo y me haló hacía él uniéndonos en un abrazo.

Podía sentir su respiración entre mi cabello, y su perfume que tanto me gustaba me embriagaba.

Cerré los ojos para contener las lágrimas, él lo estaba haciendo más difícil.

De pronto comenzó a decir:

—Estas tan equivocada mi luz, no acertaste con nada de lo que iba o mejor dicho, voy a decirte— sentí como me estrechaba más entre sus  brazos y respiraba en mi pelo— Primero; No eres una tonta; Segundo, en estas semanas me di cuenta que a pesar de que eres joven, tienes la mayoría de edad legalmente y por tanto la capacidad de tomar tus propias decisiones en base a tu buen juicio que he notado que posees desde nuestra primera salida como amigos; Tercero, tú estás a la altura de cualquiera, además eres hermosa e inteligente y  juro que todo el que te llegue a conocerte te aseguro, desearía estar contigo—  Se detuvo un momento y prosiguió— Así cómo yo, desde que me di cuenta que realmente eres lo que ilumina mis días grises, con esa actitud tuya tan revoltosa— Quede pasmada, su confesión dió paso a un diluvio de lágrimas.

Poco a poco deshicimos el abrazo y posé mis manos en sus mejillas

—Gracias— dije —  tú también eres hermoso e inteligente

El apartó mis lágrimas con sus pulgares susurrando — Te extrañé tanto, me estaba volviendo loco sin tí— me atrajo hacía el y dejó múltiples besos en mi frente y yo sonreí como idiota, con las pulsaciones desvocadas y una fiesta en mi estómago.

—Te extrañé también ¿sabías que eres bastante insistente con los mensajes?, estuve a punto de responderte —comenté riendo

—¿y tú sabías que eres muy cruel? No sabes lo difícil que fue no escuchar tu voz, ni leerte durante estas semanas — dijo colocando mis desordenados mechones de cabello tras mis orejas.

— Oops —reí — Pues te lo merecías —dije con una sonrisa de suficiencia

—¿Oops? ¿En serio? — dijo sonriendo impresionado —Eres una pequeña malvada —comentó besando mi nariz.

Yo di un pequeño salto, por su cercanía y me ruboricé

—¡Oops! — exclamó imitandome, lentamente bajó su mirada a mis labios, y mi cara ardió, pude observar a la perfección sus lindos rasgos, su nariz fina, sus pómulos suaves, sus cejas no tan pobladas pero naturalmente formadas, sus brillantes ojos y finalmente mi vista recayó en sus rosados y bonitos labios.

A los pocos segundos la distancia entre nosotros fue inexistente y sentí el primer contanto de su boca con la mía, un roce suave y delicado, que fue profundizandose poco a poco; que hizo que un cardumen de peces se desatara en mi interios, haciéndome acariar su cabello mientras disfrutaba de ese mágico momento.

—Te quiero—susurró entre besos

—Yo más, mi sueño — respondí y lo abracé muy fuerte.








Nada más que esoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora