CAPITULO IV. "la razón de su confusión"

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Al día siguiente…

Max se había levantado muy temprano a eso de las 4.30 de la madrugada para ir a trotar unas horas antes de ir a la universidad, tomar aire fresco, hacer un poco de ejercicio y aclarar su mente al realizar esto.
Durante su recorrido trataba de mantener su mente en blanco y no pensar en nada ni nadie, hacia una que otra pequeña pausa para descansar, no agotar mucho su cuerpo y evitar el cansancio.

Ingreso a una tienda cerca donde se reposaba para comprar una botella de agua he hidratarse un poco. Al salir de la tienda, vio pasar a una mujer bastante atractiva que se notaba que tenía mucha prisa debido a que mientras hablaba por su celular, al mismo tiempo revisaba su bolso con tal rapidez que no se fijó en que se le había caído la cartera de este al ser revisado.

-oiga señorita se le cayó la cartera. Señorita- le avisó Max al ver que está se salió de su bolso

- señorita espere- le grito de nuevo recogiendo su cartera, pero ella no escuchaba

- mmm vaya, creo que tiene tanta prisa que no ha notado la ausencia de su cartera- pensó

A Max no le quedo otra opción que seguirla para poder hacerle la entrega de esta.

-Mmm vaya que camina muy rápido- dijo mientras iba detrás de ella

-debo darme prisa en alcanzarla o llegaré tarde a la universidad- decía pero esta vez la siguió corriendo

Max la persiguió hasta llegar a lo que parecía ser el estacionamiento donde vivía la señorita. Al encontrarla vio que un sujeto la estaba maltratando y empujando frente a su auto.

-oiga que le está haciendo a la señorita. Déjela en paz- dijo Max molesto al ver a un hombre maltratándola

-lárgate de aquí mocoso, este asunto no es de tu incumbencia- dijo el hombre

El sujeto era un hombre bastante algo y grueso, alrededor de los 30 años con cabello corto negro y barba larga y grandes brazos.

-joven vete, no quiero que también te lastime- dijo la señorita asustada

-hazle caso o terminaras igual que ella- advirtió el hombre

-claro que no me iré. Yo no soy un cobarde que maltrata a las mujeres- dijo y al instante el hombre volteo y lo miró fijamente con rabia

-vuelve y dime cobarde una vez más- dijo furioso

-eres un cobarde de mierda- dijo sin miedo Max y segundos después el hombre se le acercó y lo empujo contra un auto que estaba detrás de el

-quieres ser un héroe. Pues no lo eres. Solo eres un mocoso ingenuo que debe aprender a no involucrarse en asuntos que no le concierne- dijo mientras lo agarraba por su suéter y le empujaba contra el auto

-no te tengo miedo. Solo eres un imbécil machista que tiene poco cerebro en esa inmensa cabezota- dijo enfrentándose sin temor alguno

-maldito mocoso- dijo furioso y lo estrello fuerte contra el auto que Max gritó del dolor por el impacto

-ya déjalo Frank. No le hagas daño. Él no tiene la culpa suéltalo- suplico la señorita

- Jumm inútil- le dijo el tal Frank a Max y lo soltó dirigiéndose hacia ella

-a donde crees que vas. Maldito imbécil. Quieres golpear a alguien. Bueno ven y pégame a mí. Pero si lo vas a hacer, hazlo con todas tus fuerzas si es que la tienes. Cobarde- lo reto Max aún con dolor en su hombro izquierdo debido al impacto que recibió

El hombre regresaba a él con altas intenciones de golpearlo, empuño su mano para hacerlo y Max sólo lo esperaba y sonreía al respecto. Cuando por fin se acercaba Frank tiró un fuerte golpe que se dirigía al rostro de Max, pero él fue más listo y se apartó rápidamente a un lado, causando que su puño pegará en el vidrio de la ventana del auto en el que se encontraba y no a él y así lograr que sonará la alarma de robo del vehículo y alertar a los guardias del edificio.
Max fue muy inteligente porque a pesar de estar en una situación donde ponía su vida en peligro uso la rabia de Frank como su punto ciego y debilidad y de ésta manera alertar al personal de seguridad con su idea de esquivar el golpe para que esté rompiera la ventana del auto y además también darle su merecido.

Un Amor InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora