❝ Celo la lluvia que recorre tu rostro, celo la brisa que mueve tus ropajes y celo el como eres feliz sin mi, Shinobu Kocho. ❞
Kyojuro y Shinobu tienen una relación de amantes en secreto de todos los pilares y el actual novio de la muchacha; Tomi...
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머리말
(Ｐｒｏｌｏｇｏ )
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"¿Qué tiene él que no tenga yo? "
Los suaves sonidos del amanecer invadieron la habitación después de aquella pregunta por parte del pilar de la llama, sus orbes pintados como el atardecer contemplaron aquella muchacha de cabellera oscura que recogía su cabello con habilidad.
—Esa pregunta es tonta...no comiences con esta conversación otra vez, por favor —musito la pilar del insecto terminando de acomodar su peinado.
— ¿Entonces por qué estás aquí? No logro comprenderte ¿Hay algo que deba darte? ¿Algo que deba cambiar? —cuestiono con un suspiro quebrantado el de cabellera rubia, la fémina volteo a verlo notando su rostro levemente adormilado y su pecho descubierto con algunas mordidas rasguños por todo lo ocurrido en la noche.
La pilar de baja estatura no respondió ante la expectante mirada del rubio, bajó la mirada algo avergonzada por la extraña relación que mantenía con el pilar de la llama con el cual compartía la misma cama una que otra noche a pesar de que no eran oficialmente pareja.
— Estoy celoso... —espetó sin despegar la mirada de la fémina, esta abrió levemente los ojos ante inesperado comentario.
El rubio se levantó con tan solo unos sueltos pantalones cubriendo su cuerpo, la de orbes purpuras se vio obligada a subir la mirada debido a la enorme diferencia de estaturas.
—Celo que él tenga el honor de tenerte a su lado...—musitó con una mirada melancolía que no era propia del rubio—. Celo que incluso la lluvia y el viento tienen más privilegios contigo de los que algún día yo tendré.
El pilar pretendía tomar una de las manos de la fémina, esta se rehusó apartando la misma con un semblante serio.
— No será necesario que te sientas así, él es mi pareja y estos encuentros no deberían pasar en primer lugar —sentenció con un tono que congeló por un momento el candente corazón del pilar—. No te amo a ti, amo a Tomioka-san...
Aquellas palabras abrazaron al pilar como la más poderosa cascada, la de piel blanquecina como nieve se retiró de la finca del rubio antes de que la incomoda situación se prolongara.
Cuando la muchacha lo dejó por completo sus orbes pintadas por el atardecer se inundaron de saladas lágrimas involuntarias que más allá de la tristeza se debían a la enorme impotencia que recorría su cuerpo como el relámpago de una salvaje tormenta, entre todos los sentimientos que se embullian en su estómago el que más crecía eran los celos.
Por por primera vez en su vida, el rubio sentía duda de si mismo y su valor.
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