CAPITULO 6

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Han pasado dos semanas desde que llegamos a la isla de los Andley ubicada en el río San Lorenzo, como era de esperarse el clima ha sido un poco difícil con los constantes y fríos vientos, aun así, los días que sale el sol Candy gusta de sentarse un rato en la terraza este. Me he acercado más a ella, siento que el lazo que nos une, ha sido resistente a todos los embates por los cuales hemos pasado, en el fondo seguimos unidos y eso me hace sentirme inmensamente feliz, de verdad solo espero que amanezca y que el sol este resplandeciente para poder estar con Candy, poder compartir esos instante de intimidad en el desayuno, debo de agradecerle a Annie que me haya dado ese espacio; sé que fui duro con ella, pero ya le pedí disculpas varias veces, me pregunto, ¿qué habrá sido de su relación con Archie?, ya que nunca habla de él y bueno... yo no me he atrevido a preguntar, además solo deseo enfocarme en Candy y su recuperación, ayer me pidió que le leyera un poema, me sigo poniendo nervioso cada que tengo hablar frente a ella, de hecho pensé que me había descubierto aquella mañana cuando le traje el desayuno por primera vez, pero después de dos semanas me doy cuenta de que no sospecha que sea yo. Hoy desperté más temprano de lo habitual, aún no amanece y yo ya estoy de pie, en la terraza este, dónde se dan mis encuentros con Candy, este lugar se ha vuelto mi refugio, mi guarida, mi tesoro y no estoy dispuesto a compartirlo con nadie, por lo cual he ordenado que nadie entre aun no estando nosotros, yo mismo me encargo de mantenerlo impecable para cuando ella llegue, a pesar de ser época invernal en algunas las jardineras que rodean la casa hay trillo blanco, una flor muy emblemática de Ontario, me tomé el atrevimiento de cortar una para regalársela a Candy, la pondré en un vaso con agua y se la daré en cuanto la vea, no pude resistirme a olisquear la flor.


- No debería de cortar las flores de las jardineras – dijo una voz recriminatoria detrás de mí, volteé de golpe al escuchar la voz de la señora Bellamy, quien estaba en el límite de la entrada a la terraza – esa flor tarda en crecer hasta cinco años – explicó – ¿no le parece un crimen haberla cortado? – la mujer me miraba por debajo del hombro.


- Bueno, pues entonces soy un criminal – respondí con rudeza, pues no me retractaría por haberla cortado, dejé la flor en el vaso.


- El ferry está por llegar – dijo sin haberse inmutado ante mí actitud – vaya al embarcadero y ayúdele a los mozos a bajar la mercancía – me ordenó, estaba por entrar a la terraza pero yo me apresuré y obstruí el paso poniendo mi mano en el marco de la muerta, mi brazo frenó su entrada, ella me volteó a ver con resentimiento, y yo le respondí de la misma manera, ya que no iba a permitir que nadie hurgara en mí espacio personal con Candy.


- Creo que la orden que dio la señorita Britter fue muy clara – dijo con voz autoritaria – nadie entra a esta terraza más que la señorita White y yo – las facciones endurecidas de mí rostro parecieron intimidar a la señora Bellamy.


- Usted se ha convertido en una verdadera molestia – susurró sus palabras muy cerca de mi oído, yo respondí a su provocación, la obligué casi a que se hiciera a un lado, cerré la puerta y le puse llave, sí, había conseguido que Annie me la diera para use exclusivo de Candy y mío, la mujer dio la vuelta y se fue a la cocina, yo me dirigí al muelle donde los mozos ya esperaban la embarcación que se visualizaba a unos cien metros de distancia. En cuanto atracó comenzamos desembarcar la mercancía, la mayoría eran cajas con víveres que no se podían conseguir en el huerto y la pequeña granja que había en la isla, lo que me llamó mucho la atención fue aquel cofre de madera con herrajes, la cerradura tenía un candado, ¿qué había ahí que iba bajo llave?, me cuestioné y como mi curiosidad era más grande me acerqué al mozo para ayudarle a cargarlo – permítame ayudarle – dije mientras me ponía a un costado del cofre.


- Podría lastimarse señor – el mozo me detuvo al verme que me agachaba, los empleados ya tenían conocimiento de quién era yo, así que trataban de cuidar mi integridad física, "como si me fuera a romper", me reí un poco de mis pensamientos.

DESPUÉS DE LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora