CAPITULO 8

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Era como si mi peor pesadilla se hubiese convertido en realidad, necesito que alguien me saque de este maldito sueño del cual deseo despertar ahora mismo. No se sí fue mi imaginación, pero sentí que a mi alrededor había un aura bastante oscura, mientras una y otra vez me invadía la misma pregunta, ¿Qué hace este tipo aquí?, esa interrogante me carcomía el alma. Cuando toque la puerta de la recamara de Candy y le dije a Annie sobre la visita de este tipo, ella salió corriendo, lo tomo de la mano y lo hizo pasar a la habitación y bueno... es hora que no sale de ahí y mientras tanto mi mente me tortura de todas las formas habidas y por haber, al grado de que ya me duele la cabeza, ni en mi peor borrachera de juventud me dejo una jaqueca como la que estoy sintiendo ahora, no se sí hice bien en retirarme a mi habitación pero no quería ser testigo del encuentro entre el tal Andrew y Candy, "no lo soportaría", estoy seguro, aunque tampoco dejo de pensar en ello, soy un maldito masoquista, me deje caer de espaldas sobre la cama y mire el dosel blanco, tratando de silenciar un poco mis pensamientos, necesitaba alejar a esos demonios que llevaba dentro de mí, esos que me hacían perder la cordura en mis más oscuros momentos, respiro una y otra vez, al principio con intensidad y luego poco a poco, ya que necesito bajar el ritmo de corazón.
- ¡Candy! – dije su nombre en un susurro, mis labios apenas y se movieron.

- Terry, ¿puedes abrir por favor? – Annie toco la puerta, por unos segundos guarde silencio, finalmente me levante para abrir, sabía que si no lo hacia la señora Bellamy lo haría por mí.

- Gracias – Annie ya no entro a mi habitación – por fortuna Candy está bien – fue lo primero que me hizo saber y se lo agradezco – lo más grave fue el golpe en su frente – me explico.

- Me alegro que se encuentre bien – en verdad me alegraba, pero porque en mi rostro no se dibuja una sonrisa de felicidad - ¿quieres algo más? – cuestione tajante.

- Bueno... - Annie titubeo – sobre Andrew... - se mordió el labio.

- No tienes que darme explicaciones – respondí serio. Sentí que Annie quería decirme algo más pero mi actitud hizo que se arrepintiera, pero yo no estaba de humor, había sido un día caótico.

- ¿Podrás traerle la cena a Candy a su habitación? – me preguntó, yo me quedé inmóvil y no respondí - ella quiere que Clark le lleve la cena – confeso, no puedo negar que ese comentario me tomo por sorpresa.

- En cuanto me arregle, bajare por la cena – no pude resistirme ante esa petición, y bueno, yo quería estar con ella y ver con mis propios ojos que estaba bien. Annie se fue y yo me volví a encerrar, pero esta ocasión para alistarme en mi papel de Clark. Después de varios minutos llegue a la cocina, las miradas sobre mí no se hicieron esperar, pero nadie interrogo, eso incluyo a la señora Bellamy que me ignoro por completo y fue mejor así, puesto que no estaba de humor para aguantar sus ataques, tome la charola con la cena para Candy y me dirigí a su habitación, pero preferí ir por el corredor que me llevaba directo a las escaleras para no tener que pasar por el comer, donde se encontraban cenando Annie y el tal Andrew, bueno eso fue lo que escuche murmuraban las cocineras antes de que Bellamy las callara, iba tan ensimismado que solo supe que estaba frente a la habitación de Candy por la puerta de madera palo de rosa que estaba frente a mí – bien, aquí vamos – dije al tiempo que movía mi cuello de un lado a otro como para quitarle la tensión que se había cumulado en mis hombros; di tres golpes en la puerta.

- ¡Adelante! – respondió Candy desde el otro lado, abrí la puerta y me adentré, luego con mucho cuidado la cerré.

- ¡Buenas noches, señorita! – dijo fingiendo la voz - ¿Cómo se encuentra? – me acerque a la mesa que estaba junto a la ventana y deje la charola sobre esta, Candy se encontraba en la cama.

- Puede ayudarme – me pidió ayudarla a ponerse de pie, no dije nada y me acerque a ella, la tome de la mano y le ayude a sostenerse, vi que en la frente tenía una curación donde se lastimo, cuando apoyo su pie derecho en el suelo hizo un ligero gesto de dolor.

- Debería de seguir recostada – le dije como reprimiéndola.

- Quiero cenar en la terraza – me expreso su sentir, yo voltee hacia la ventana, por fuera había un pequeño balcón con una mesa y dos sillas.

- Está bien – respondí obediente y la tomé en brazos para llevarla hasta la silla, ella se sorprendió por mi atrevimiento, pero no se quejó, todo lo contrario, a lo que yo esperaba, recargo su cabeza en mi pecho y yo... yo me sentí tocar el cielo... ella era mi verdadera Julieta. La coloque con suma delicadeza sobre la silla, ese movimiento hizo que nuestros rostros quedaran cerca, muy cerca. Candy encogió los hombros un poco apenada, era obvio, rompí el límite del espacio personal, pero la quería junto a mí, aunque solo fuese de esa manera – le agradezco – se acomodó en la silla.

- En seguida le sirvo – le susurre al oído, ¡Maldición!, los celos me estaban volviendo loco, ¡sí!, ese era el motivo de mi comportamiento, sentía la necesidad de hacerle entender lo que por dentro estaba sintiendo y no encontraba la manera.

- Gracias – me respondió con suave voz, la contemplé por un momento, no supe si era el frío que se sentía o era la pena lo que había hecho que sus mejillas se tornaran rosáceas, ella humedeció sus labios y yo, yo me volví loco por arrebatarle un beso – ¿está usted bien? – me pregunto – puede que no vea, pero puedo escuchar sus pasos – sonrió, ¡Ah pecosa mía!, tan perceptible como siempre. Fui al interior de la habitación y llevé la charola con la cena y comencé a servirle, me encanta la idea de atenderla, ahora me doy cuenta que por mis celos perdí días valiosos con ella, pero que puedo hacer con este sentimiento de pertenencia, ¡sí!, quiero que sea solo mía – puede sentarse por favor– me pidió en cuanto termine de colocar la cena frente a ella, me sorprendió un poco su petición, como siempre accedí – sírvase – ofreció de su cena, lo único que hice fue servirme una taza de té.

- Quiero pedirle una disculpa por mi comportamiento – dije fingiendo la voz, pero no por eso mis palabras dejaron de ser sinceras.

- Disculpa aceptada – Candy llevo un bocado a sus labios y yo di un sorbo a la taza, me sentía tan bien esa noche, aunque hacia viento y frío, el estar cerca de ella era como tener miles de hogueras encendidas a mi alrededor.
- A partir de hoy – dije con seriedad – voy a estar al pendiente de usted en todo momento – le confesé, ella levanto el rostro y dirigió sus ojos como si en verdad pudiera mirarme – no quiero que vuelva a ocurrir lo de hoy – exprese con preocupación, aunque también lo hacía por otro motivo.

- ¡Gracias! – Candy apretó los labios – pero no lo creo necesario – me hizo saber, yo me quede estupefacto, ¿acaso había rechazado mi compañía de tiempo completo?, si pudiera ver la expresión que tengo ahora seguramente se burlaría de mí – no me lo tome a mal – siguió hablando – pero usted fue quien me incentivo a ser más independiente – se encogió de hombros, no sé si sentirme alagado por eso.

- ¿Eso solo por eso? – interrogue en tono serio – será que acaso prefiere la compañía de su visita – no puedo evitar sacar a colación la presencia del tal Andrew.

- ¡Claro que no! – respondió un poco exaltada – ¿Qué clase de conversación es esta? – me reclamo un poco mi actitud aprensiva.

- Lo siento – me disculpé, volví a tomar un poco de té, nuestra platica se estaba tornando extraña como las discusiones que llegábamos a tener en el colegio, la expresión de ella me hizo creer que ambos estábamos pensando lo mismo.

- Clark, ¿usted de donde es?, ¿Cómo conoció a Albert y Annie? – para cambiar el tema, comenzó a invadirme con preguntas las cuales no esperaba por lo tanto no supe que responder.

- Yo nací en los Estados Unidos– le confesé, no estaba mintiendo en nada, viví mucho tiempo en Londres, pero al final de cuentas era estadounidense de nacimiento – y conocí al señor Williams en un viaje – le explique – y a la señorita Britter la conocí en Nueva York cuando usted llegó de Europa – esperaba que ella me creyera.

- Sabe... - dijo en un tono de voz melancólico – por un momento pensé que usted era otra persona – lanzo un suspiro largo, yo la mire y la expresión en su rostro causo en mi consternación, creo que lo sucedido en su habitación cuando estaba desmayada la hizo presa de las dudas, y de nueva cuenta la culpa volvió a mí, ¿hasta cuándo voy a sostener esta farsa?, me cuestione, pero tengo miedo a su rechazo si sabe que le he mentido, ella no quería que yo supiera lo que estaba pasando y yo... yo quería gritarle que contaba conmigo para siempre, que era su incondicional.

- ¡Yo! – musite acto seguido aclare mi garganta, ¡al diablo todo!, pensé para mis adentros, ¡voy a decirle la verdad!, había tomado la decisión – bueno yo... - se mordió el labio inferior, estaba por dejar de fingir la voz – Can... - estaba por hablar cuando se escuchó como alguien había entrado a la habitación.

- Señorita Andley – se escuchó la voz de la señora Bellamy en el interior – comienza a bajar la temperatura – se acercó a donde estábamos, me miro como si yo fuese un bicho raro y bueno, debo de confesar que le respondí la mirada de la misma forma – yo acompañare a la señorita, así que haga el favor de retirarse – me ordeno, yo como no queriendo obedecí, para ese momento ella había terminado la cena, se adentró para ir por una frazada y cubrir a Candy.

- Clark, puede retirar el servicio – me pido Candy en un tono tan suave y sutil que me hizo erizar la piel – muchas gracias por la compañía – sonrió.

- Gracias a usted... señorita – le respondí en el mismo tono, quería que cada una de mis palabras entraran por sus oídos y mis sentimientos se desbordaran por toda ella – que pase buena noche – le susurre al oído cuando me agache para recoger la taza de té que había frente a Candy, me percaté de que su piel se erizo y ella se estremeció, la señora Bellamy no se percató de mi atrevimiento, cuando estaba por retirarme la mujer hizo un comentario que me exaspero.

- El joven Andrew debe de quererla mucho para haber venido desde Carolina hasta aquí – dijo mientras ayudaba a Candy a ponerse de pie, yo me quede parado para escuchar su respuesta.

- ¡Si! – afirmo con una sonrisa – y yo también lo quiero, es un buen amigo – respondió, en ese instante sentí como si me hubieran empuñado una espada en el estómago, no deseaba escuchar más sobre ella y el tal Andrew así que salí de la habitación, llevé a la cocina la charola, la cocinera aún estaba ahí.

- Señor Clark venga a cenar – me dijo Maggie al tiempo que me servía un tazón con caldo de pollo – le hará bien para el frío – me dio una palmada en el hombro como consolándome.

- ¡Gracias! – dio un sorbo, cuando lo caliente paso por mi garganta sentí como de inmediato mi cuerpo reaccionaba al calor – es delicioso – le hice saber.

- No haga caso a las provocaciones de Bellamy – me dijo, al parecer la señora Maggie había notado los roces entre esa mujer y yo – ella no siempre ha sido así – me explico, mientras se tomaba una taza de café.

- ¿En serio? – me sorprendió su confesión - ¿acaso tiene su lado amable? – me reí con un poco de burla.

- Claro que sí – respondió al tiempo que se encogía de hombros – solo que desde que murió su sobrina la vida se le ha amargado bastante.

- ¿Tenía una sobrina y murió? – yo estaba estupefacto de saber eso – pensé que era una mujer solterona y amargada – la señora Maggie me miro con desaprobación – lo siento, pero esa expresión tan fría que tiene a veces incomoda y hasta da miedo – susurré – este caldo está muy bueno – le dije mientras veía como se iba terminando el contenido del tazón.

- Hace poco más de medio año ella tuvo que partir al sepelio de su única sobrina – continúo contándome – la jovencita tuvo un accidente, no se pudo recuperar, finalmente murió debido a una infección – no sé porque, pero en ese instante recordé a Susana, ella había muerto de lo mismo.

- ¿Sucede algo? – me pregunto la señora Maggie – parece como si hubieras envejecido en un instante – la dama levanto un mechón de mi flequillo para buscar mis ojos.

- No nada – mi sonrisa se había esfumado por completo.

- En fin, cuando ella regreso ya no era la misma, se encerró en su cuarto por varias semanas maldiciendo al responsable de la muerte de su sobrina – me siguió contando – era una chica muy linda, tendría unos diecinueve años – yo sentí como si la presión se me hubiera bajado – ¡tan joven y talentosa! – afirmo – después de salir de su trance ya no era la misma y cuando se enteró de que la señorita Andley vendría dijo que la cuidaría de ella como si fuese su sobrina, estaba muy entusiasmada – parecía que Maggie hablaba consigo misma – no sé qué fue lo que la hizo cambiar su actitud – dio el último sorbo a su taza de café – bueno, señor Clark, me retiro – se puso de pie – voy a lavar su plato – tomo el tazón en sus manos.

- Déjelo – casi se lo arrebate – yo lo lavare – le explique, ella no dijo más y se fue, dejándome lleno de dudas sobre la señora Bellamy, no sé porque me ronda por la cabeza una loca idea, que me parece absurda y al mismo tiempo lógica – creo que tendré que averiguar más sobre ella – dije en un hilo de voz, me levante de la silla y tome el tazón para llevarlo a la tarja y lavarlo, después de ponerlo en su lugar y secarme las manos me dirigí a mi habitación, subía las escaleras cuando en el camino me encontré de frente al tal Andrew, este me miraba con curiosidad, de echo sentía como si quisiera preguntarme algo a lo cual obviamente yo no iba a responder – buenas noches – dije al pasar junto a él.

- Buenas noches – me respondió de manera amable, al pasar junto a él pude percatarme que sus ojos eran de un color muy parecido a la miel, un tono bastante extraño, mientras me alejaba yo sentía como me iba siguiendo con la mirada. Cuando me vi en mi habitación me dejé caer en la cama, habían sido días difícil sobre todo hoy, demasiadas emociones desbordadas en solo unas horas, pero no podía detenerme a reflexionar por lo que había pasado, más bien tenía que pensar mis movimientos con el tal Andrew, pero sobre todo en descubrir ¿Quién era la señora Bellamy?

CONTINUARA...

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