Siento que estoy caminando por el borde de un abismo con los ojos cerrados... Esa era la frase que rondaba por mi cabeza una y otra vez por la cabeza, ese día no había sido el mejor que tuvimos Candy y yo, la verdad es que la culpa me removía un poco la conciencia, había sido duro con ella, pero no pude controlarme, no comprendo que diablos me paso, pero sabía que había herido sus sentimientos, aunque fuese de manera involuntaria. Por ahora me encuentro en mi habitación resguardado bajo llave, con las cartas de Candy en las manos, aquellas que me entrego Albert en Montreal hace un par de semanas y las cuales ella ya no quiso recibir, porque dejo de amarme, me lleve un mano al rostro y lo frote con algo de desesperación, camine hacia la ventana y me senté en el remate de esta, mire el paisaje invernal que nos otorgaban los anocheceres del rio San Lorenzo, cerré los ojos y las imágenes de ese día se agolparon en mi mente aun contra mi voluntad. Yo estaba desayunando con Candy en la terraza como ella lo había solicitado esa mañana, la miraba embelesado, enamorado, me daba tanto gusto el que haya logrado volverse tan independiente en este tiempo, sus movimientos eran más naturales, menos calculados y torpes, Candy me agradecía y como muestra de ello, comenzó a enseñarme a utilizar el sistema braille, en un principio no entendía muy bien, me pareció complicado, pero con semejante maestra tan regañona quien no aprendería, pensé para mis adentros.
- ¡Usted no es un alumno muy dedicado! – Candy me reprimió por mi falta de atención.
- Debo admitir que usted, tiene razón – dije al tiempo que recogía la loza y la colocaba sobre la charola.
- Deje eso – me ordeno – la clase aún no ha terminado – añadió con seriedad y se cruzó de brazos.
- Tengo mis deberes – le recordé, aunque la realidad es que Bellamy dejo muy en claro que mi único deber ahí era estar con Candy, su mejoría era espectacular, entristecí un poco al pensar que pronto ella dejaría de depender de mí, o eso, era lo que pensaba.
- Cuando termine con sus deberes... - su tono de voz se suavizo tanto, que hizo mi piel erizar - ¿podríamos salir a caminar? – cuestiono, aunque a mí me pareció más una súplica, la mire atónito, sus mejillas estaban ruborizadas, que expresión tan avasalladora es esa, ¿Cómo podría negarme a tal encanto?, apreté mis labios para humedecerlos y calmarlos de las ganas de arrebatarle un beso. En ese momento fuimos interrumpidos abruptamente por una de las mucamas, la cual entro sin llamar a la puerta, mis ojos se clavaron con autoridad y represión sobre la pobre chica, pero es que rompió la burbuja tan de repente.
- Lo siento – dijo con sumisión y bajo la mirada, para disculparse por su conducta indiscreta.
- No tenga cuidado – Candy la disculpo por su atrevimiento, guardo silencio esperando la explicación de la mucama y el motivo que la había llevado hasta ahí.
- Tiene correspondencia – dijo mientras buscaba algo en el bolso de su mandil blanco – aquí tiene – se acercó a mí y me extendió un sobre, la voltee a ver con curiosidad.
- Señor Clark, es para usted – afirmó y medio me sonrió.
- ¿Para mí? – estaba sorprendido, ya que no había avisado a nadie donde estaría en mis vacaciones, casi le arrebate la carta de las manos, la joven se asustó debido a mi reacción, llevo su mano al pecho en un sobresalto – gracias – dije y guarde la carta en el bolso de mi saco.
- Puede retirarse – ordeno Candy, el tono de su voz había cambiado un poco y la expresión avasalladora había desvanecido de su rostro, la mucama obedeció y nos volvimos a quedar solos. Ella ahora jugaba con la servilleta que tenía en las manos, cuando me acerqué a retirar la taza de té pude notar que apretaba los labios, como queriendo contener las palabras.
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DESPUÉS DE LA GUERRA.
FanfictionHistoria escrita para la Guerra Florida 2020. Por azares del destino, Terry tiene un encuentro fortuito con la persona menos esperada, ese encuentro hace que el tome la decisión de hacer un viaje en el cual tiene que ocultar su identidad para poder...