Insectos

2.5K 232 65
                                    

La primera vez que Kakashi supo de una de las variadas colecciones del azabache fue en la Academia. Tenía una semana de haber ingresado, nunca había sido de tener amigos, el prefería comer solo con la única compañía de su libro sin embargó también le gustaba observar a los demás niños ahí.

Por ejemplo y lo más obvio, fue el enamoramiento y muy posible noviazgo futuro entre Kurenai Yūhi y Asuma Sarutobi, el hijo mayor del Sandaime, era tan obvio que era doloroso de presenciar. La segunda cosa obvia que vio, fue la obsesión por el ejercicio extremo del chico de cabello con corte de hongo y leotardo verde, el cual siempre le perseguía para proponerle una batalla amistosa. La tercera y cuarta cosa que vio obvia fue el amor de Anko por los dangos y el amor de Rin hacia Anko, era sorprendente la cara de amor que la castaña ponía cuando su "mejor amiga" se devoraba un dango por segundo. Y la quinta y la más extraña, fue la hiperactividad del niño Uchiha, aparte de su mal sentido del horario. Óbito, como había escuchado que la castaña lo llamaba, se la pasaba en los recesos llendo de aquí para haya, subiéndose a árboles y metiéndose a lugar remotos.

- Óbito - llamo la castaña cuando el niño se encontraba varios metros arriba del suelo, en un árbol. El Uchiha al escuchar el grito dió un pequeño salto y perdió el equilibrio casi cayendo.

- ¿Que sucede Rin? - gritó aferrándose a una rama.

- El timbre ya sonó - La castaña gritó de vuelta posicionando sus manos alrededor de su boca - Baja con cuidado y date prisa - El Uchiha asintió y comenzó a descender.

El peliplata vio todo desde lejos, vio como el azabache hablaba con entusiasmo agitando los brazos y como la niña sonreía ante las palabras. No sabía exactamente de lo que hablaba pues el mayor estaba de espaldas y el Hatake no podía leer sus labios. No fue hasta que ambos se encaminaron hacia adentro del edificio cuando el peliplata reaccionó y también entro.

Estaban en medio de la clase de historia, el profesor había dejado que en silencio leyeran unas cuentas páginas de su libro cuando un grito los interrumpido haciendo que todos dieron un pequeño salto en su asiento.

- Todos cállense y nadie se mueva - grito el azabache extendiendo dramáticamente sus brazos.

Saco un envase de su mochila, se levantó sigilosamente de su asiento y se dirigió a una de las ventanas, la cual abrió y se asomó.

¿Que está haciendo?, Se pregunto el de cabellos platas.

- Ven amiguita, ven - escuchó que dijo mientras estiraba su mano. El ojigris tuvo que entrecerrar sus ojos para agudizar su vista.

Su ceja se alzó al visualizar un insecto muy pequeño pegado a la ventana que caminaba con lentitud hacia la mano del niño Uchiha.

- Tendrás que acostumbrarte chico nuevo - hablo su compañero de la izquierda lo cual hizo que volteara.

Era un tipo castaño con un paliaquate en su cabeza y un palillo en su boca.

- Obito tiene una obsesión con los insectos - explicó poniendo sus manos en su nuca y rodando los ojos.

- Bien Óbito, ya tienes a tu insecto. Ahora a tu lugar a leer en silencio, por favor - hablo el Sensei desde su escritorio, a lo que el niño con una sonrisa solo asintió y se dirigió a su asiento.

A tan solo un lugar en frente, el azabache se sentó y su amiga con marcas moradas en sus mejillas le sonrió.

- ¿Que insecto es? - preguntó y el niño miro un momento el recipiente.

- No lo sé, lo averiguaré en casa - respondió sonriéndole de vuelta a su amiga.

- Mantoida nitida - Murmuró casi inaudible el peliplata, sin atreverse a ser escuchado realmente.

Que no era sociable no se debía a qué no quería acercarse a las personas, si no que, no sabía cómo acercarse a ellas. Nunca sabía cuando estaba siendo inoportuno o no, o si las personas querían hablar con el o no.

- ¿Eh? ¿Dijiste algo? - pregunto el castaño a su lado acercándose un poco más a él, haciendo que el peliplata se incomodara y se limitará a negar con la cabeza.

En ese año, que fueron compañeros de clase, Kakashi siguió observando al niño de cabello negro en busca de nuevas especies de insectos, siempre acompañado de un libro al respecto para al mismo tiempo aprender. Kakashi nunca se canso de las expresiones del niño más grande cuando se cumplía su prometido y realmente piensa que nunca se iba a cansar. Sin embargo, el peliplata fue nombrado Gennin antes de lo previsto, teniendo que irse de la academia y de dejar de observar secretamente a su compañero de clase.

El peliplata observó el árbol donde su compañero solía subirse una vez más, ladeando la cabeza e imaginándose al más grande entre las ramas capturando más insectos con una hermosa sonrisa. Todo eso se esfumó cuando cuando sintió una mano en su hombro haciendo que volteara. Sus ojos se contraeron al ver esa sonrisa ahora muy cerca de el.

- Hola - dijo el azabache - Escuché que te graduaste antes - menciono retirando su mano del hombro del menor - Felicidades.

Por un segundo, Kakashi se quedó mudo sin saber que decir. En ese año nunca compartieron palabra alguna y sin embargo, ahí estaba el loco de los insectos enfrente de el, felicitándolo.

- Gracias - Murmuró saliendo de su transe, sintiendo sus mejillas debajo de su máscara calentarse.

El nunca haber hablado con el también hizo que nunca lo viera de cerca. Su piel era color oliva, sus mejillas estaban un poco polvientas y en estás mismas, si mirabas fijamente, podías visualizar unas pecas casi invisibles que las adornaban, pero lo que más le llamo la atención al peliplata fueron sus ojos, era la primera vez que Kakashi veía tan de cerca y sin sus googles los ojos del azabache. Eran marrón oscuro y profundo, enmicados por pestañas largas y rizadas, y unas cejas algo gruesas pero definidas.

- Cachorro - su apodo hizo que saliera de su trance y volteara.

Su padre lo estaba esperando en la entrada. Con un ligero rubor en sus mejillas, el peliplata volteó a ver al niño mayor quien aún posaba una sonrisa en su rostro.

- Es mi padre... Tengo que irme - Murmuró con cierta vergüenza.

El niño asintió sin quitar la sonrisa y con pena, el menor se comenzó a encaminar hacia la salida.

- Hasta luego cachorro - grito el azabache a su espalda, haciendo que el corazón del ojigris lata con fuerza y que su cara completa arda.

Agachó su cabeza y sin hacer nada más siguió su camino hasta a lado de su padre.

- ¿Quien es tu amigo?

- No es mi amigo... Es la primera vez que hablo con el - Murmuró con pena.

No volvió a ver esos ojos chocolates hasta años después.

ColecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora