Leyendas

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Ya habían pasado dos meses desde que se presentaron como el nuevo equipo Minato. Todo había ido bien, las misiones seguían siendo inferiores de rango D y C, los entrenamientos eran feroces y entretenidos, mientras el equipo se comenzaba a unir cada vez más. Óbito era el más parlanchín y traviezo, Rin era calmada pero cuando se enojaba no había nadie a salvó a su alrededor, Minato intento que la pelirroja y la castaña no pasaran tanto tiempo juntas, el Sensei del equipo era calmado, motivador pero al mismo tiempo estricto... Una mezcla perfecta pero con chistes malos agregados a la mezcla también, por último el más pequeño del equipo, Kakashi. Desde la academia, el peliplata no tuvo muchos avances hablando de su personalidad introvertida. Ahora, con el equipo completo, siempre se mantenía al margen y callado en una esquina, ya sea presenciando la emoción de Óbito mientras contaba una aventura o los chistes malos (malos) de su Sensei o los ataques de irá de la castaña, que en esos meses solo se habían presentado tres, los cuales el equipo pensaba que eran más que suficientes.

El entrenamiento había acabado, Kakashi se dió la vuelta para tomar su mochila y su libro que había dejado cerca de un árbol antes de empezar, escuchando las demás voces de sus compañeros (sobre todo la de Óbito) a su espalda, cuando algo hizo que su cara palideciera.

- Uy si cuando Cachorrito tenía tres años estaba enamorado de un muñeco de nieve... Su nombre era Kuichi, todos los días tenía que meterlo arrastrando a casa para que no pegara un resfriado, lloro una semana entera cuando se derritió - hablo la voz mayor mientras una carcajada en todo se esplendor se alzaba.

La cara completa del peliplata se torno de un rojo brillante, cuando se dió la vuelta y vio a su padre rodeado de sus compañeros y sensei, con ambas manos en su cadera y una sonrisa malévola, supo que tenía que actuar rápido.

- ¿Que estás haciendo aquí? - pregunto caminando a paso rápido a su lado.

Una rápida mirada hacia sus compañeros capturó en el momento exacto en donde Óbito tenía las mejillas infladas intentando evitar reírse y tanto la castaña como su Sensei tenían una sonrisa divertida.

- Bueno, termine antes y pensé que podríamos almorzar juntos - explico el mayor alzando juguetonamente una ceja - Aparte ¿Que tiene de malo que visite a mi hijo en el entrenamiento? - hizo un puchero y coloco una mano en el cabello del peliplata menor, la cual hizo que el Hitai-ate de este se rebalara hasta quedar por su nariz.

Una pequeña risa de Óbito hizo que el peliplata deseara que la tierra se abriera y se lo comiera vivo, realmente aún no entendía ¿Por qué su padre le hacía esto?

- Bien, hora de irnos - murmuró apartando la mano del mayor de su cabeza y componiendo su banda ninja.

- Oi pero si le estaba por contar a tus amigos acerca de la vez que fuimos a escalar y te caiste encima de un...

- ¡PAPA! - Grito con la cara roja y mirando con la mirada más amenazante que podía poner hacia su padre.

- ¿Que se cayó en donde? - pregunto Rin con una sonrisa malévola.

Kakashi miro a su equipo nerviosamente, todos tenían sonrisas divertidas en el rostro y a la vez malévolas.

- Es una historia larga pero muy divertida - aviso el hombre adulto poniendo automáticamente al menor en alerta.

- Ya es hora de irnos - anunció intentando empujar al mayor con todas sus fuerzas, cabe decir que fue en vano, pues el Hatake adulto medía casi 1.80 mientras que el peliplata más pequeño apenas y le llegaba a la cintura, sin contar lo delgado que era.

- oh pero si nievesita apenas voy llegando - dijo con falsa inocencia.

- Y ya hiciste suficiente - contesto el otro arrugando el entrecejo a su padre.

ColecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora