Capítulo 2

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Chapter two

«Alianzas inesperadas»




EL ROSTRO DE SANDOR CLEGANE PARECÍA MÁS INTIMIDANTE QUE EN CUALQUIER MOMENTO, Tanya no sabría decir si eso se debía que él hombre estaba vestido de batalla, Desembarco del Rey era un desastre por el reciente combate o el perfume a muerte que les rodeaba hacia el momento más macabro que de costumbre pero la pequeña loba solitaria tuvo miedo. Miedo de que la entregara a los Lannister, de que le cortara la garganta o de que peor...la dejara vivir. Tanya empuñó la espada con recelo pero no dio señales de querer dar un ataque certero y El Perro la tomó del brazo para sacarla de la vista de los demás soldados aunque estaban todos demasiado ocupados recogiendo el desastre que había dejado el fuego. Aquel que había logrado asustarlo como nunca antes porque el sabía que ese fuego no traía más que desgracias y no iba a quedarse para verlo. —¿Quieres irte a casa?— la pregunta brotó de sus labios sin gentileza como todo lo que el hacia o decía. Tanya relajó un poco los músculos pero no dejo de desconfiar.

¿Un capa blanca estaba dejando su honor en desembarco del rey?

—¿Me sacarías de aquí?— pregunto con duda, insegura —¿Porque harías eso? Eres un capa blanca — dijo con obviedad. Sabía con quién estaba la lealtad del perro. Sandor se puso impaciente y la movió con brusquedad para que la pequeña loba mirase el panorama

—¡Por eso!— bramó el perro —¿Crees que quiero quedarme con ese fuego debajo de nosotros? ¡Esta mierda no es para mí!— señalo y ambos juntaron miradas nuevamente —¿Quieres volver con tu familia o no?

Los ojos de Tanya recuperaron un poco de brillo y asintió rápidamente, sabía que si Sandor Clegane le daba su lealtad, estaría más segura que nunca porque el hombre era un guerrero y de los que era casi imposible vencer. ¿Qué podría hacer ella, una niña de poco peso con una espada para volver a casa sola? Cosas horribles de seguro —Si — respondió sin pensarlo mucho, el cuerpo le seguía temblando por el frío del barro y sangre pegada además del susto que tenía encima —¿Qué hay de Sansa? Ella sigue en el castillo — dijo antes de moverse. Sandor suavizó su expresión y negó con la cabeza.

—El pajarillo tiene otra jugada en mente que no nos involucra a nosotros — fue todo lo que respondió. Y Tanya le creyó, porque sabía que Sandor no dejaría a Sansa a su suerte en Desembarco, no sin ofrecerle ayuda antes.







—¿Porqué no te fuiste con Sandor esa noche?— la pregunta abandonó los labios Tanya cortando el silencio que había entre ellos. Los ojos de Jon se posaron sobre Sansa mientras Tanya mantenía su mirada en las llamas de la chimenea que se movía dándoles calor, luz y además ayudando a secar el pelo húmedo por su reciente baño. Agradecía enormemente sentirse limpia por primera vez en mucho tiempo, sacarse la sangre de encima al igual que el barro y el olor a muerte. Estaba cansada de pelear —Podríamos haber salido juntas de allí...— dijo moviendo sus ojos hasta ella, el cabello pelirrojo de su media hermana relucía con el fuego y los ojos de Jon brillaban tanto cuando miraban a Sansa que a Tanya no le costó entender que todos habían crecido y que habían sentimientos sin resolver allí. Sansa se encogió de hombros sosteniendo el cuenco de comida entre sus manos.

—No lo sé, supongo que planeé las cosas diferentes en ese entonces...— dijo —¿Y tú? ¿Porqué tardaste tanto en encontrar el camino de regreso?— retrucó. Tanya sonrió abiertamente para tomar de su bebida, Sansa chasqueó la lengua cuando notó que está no afectaba a su hermana de la misma forma en que le había picar la garganta a ella y Jon río levemente ante eso.

—No lo sé, supongo que las cosas salieron diferentes a como las había planeado...— dijo encogiéndose de brazos con burla, Sansa rodó los ojos. —Habia ido a buscar a Robb cuando deje Desembarco del Rey...no fue una buena idea — dijo. El ambiente de torno pesado, melancólico y peligroso. Todos habían pasado diferentes cosas desde que se habían separado, pero les había afectado por igual lo que habían pasado por la familia. Los habían asesinado, y eso, no se olvidaba jamás. El norte recuerda, pensó Tanya. —Estuve con Sandor Clegane y Arya un tiempo...— declaró. Las cejas de Sansa se elevaron en sorpresa ante la mención del hombre y el rostro de Jon le miró por completo con esperanza.

—¿Arya está...

Jon no termino de formular la pregunta pero Tanya la entendió —Ahora con exactitud no lo sé, pero puedo poner mis manos en el fuego y decirte que sí, es una guerrera — murmuró — Volverá a casa, justo como yo lo hice

—Siempre lo fue— acotó Sansa respaldando la valentía de su hermana menor. Los tres sonrieron. —¿Y Sandor Clegane?— esbozó la pregunta con timidez y confusión. Tanya sonrió al recordar el rostro de su amargado pero fiel compañero de aventuras.

—Nos perdimos, lo busque pero no lo encontré, fue justo después de que nos separamos de Arya por accidente — relató. El rostro se le ensombreció, había sido una etapa dura. —Recuerdo que me emborraché como nunca y terminé en un bar de mala muerte...— su tono se volvió bajo, casi inexistente, fundiéndose con el ruido que hacía el fuego al chispear. La había pasado mal, horrible. No le gustaba recordar eso. Sus ojos ardieron por las lágrimas contenidas —¿Podrían perdonarme?— pregunto.

—¿Porqué?— respondió Jon con delicadeza. Su hermana no estaba bien, y lo sentía.

—Por no encontrar de nuevo a Arya y traerla a casa, por no volver antes, por no irnos juntas de Desembarco del Rey...— suspiro —Por no llegar a tiempo con Robb...— su voz se quebró ante la mencion de su hermano mayor. Su ejemplo, su sostén. Robb jamás la había tratado con indiferencia, siempre había sido gentil, siempre le contaba historias antes de dormir y le enseñaba sobre luchas, armas. Aún podía recordar sus ojos mirándola con alegría en los patios de Invernalia en donde parecía que nada más importaba. La última vez que lo vio no había visto eso, solo había visto un cuerpo con una cabeza de lobo. —Supongo que siempre llego tarde a todos lados— añadió mientras dejaba caer las lágrimas antes de tomar el contenido de su vaso de un sorbo.

Agradeció el abrazo que Jon le proporciono y le miró por unos segundos antes de fruncir el ceño —¿Te moriste alguna vez?

La pregunta tomo por sorpresa al joven, el cual, elevó las cejas con sorpresa pero asintió escuetamente —¿Cómo supiste eso?— preguntó. Sansa elevó las cejas.

Tanya se encogió de hombros —Solo lo sentí — declaró. —Cosas de hermanos, supongo...
















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⏰ Última actualización: Jul 09, 2020 ⏰

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