¿Quieres escuchar la verdad? Venezuela estaba arto de estar en ese lugar, quería irse y nunca volver, había esperado toda su vida por una oportunidad para escapar, no sabía como lo haría, pero debía hacerlo, era ahora o nunca.
Agarró su bolso como todos lo días, subiéndose a la camioneta negra con dificultad como siempre, una sonrisa se formó en el rostro del chófer, aliviado de que el pequeño estuviera a salvo. La verdad es que había arrancado el vidrio de su piel, sabía que nadie más lo haría, dolió como infierno. Esto dejó marcas, marcas que cubrió con una chaqueta verde oscura, la cual era su vestimenta diaria, era su obligación usarla, no era ningún misterio. La sonrisa del joven se esfumó al notar la mirada vacía el Venezolano, simplemente preguntándose que le habían echo esas ultimas semanas, la ira apoderándose de él, aunque hizo lo mejor que pudo para calmarse, dirigiendo su mirada al Venezolano. "¿Que sucede?"No obtuvo respuesta.
Volvió a preguntar, aunque fue igual que antes. El estrellado no le regresó ni la mirada a este, bien estaba perdido en su propio mundo, viendo sus tierras caer en el dolor y la maldad. Esquivo la pregunta, yendo directo a su punto. "Maneja lo mas lejos que puedas de este lugar y déjame ahí, no vuelvas a casa, pondrán tu cabeza en un pincho si se dan cuenta de que volviste sin mi."
El chófer se quedó estático. Por qué tal petición? Tan de repente? Ibas cuestionar lo que le mando este, pero confiaba en el pequeño, se veía muy seguro de lo que hacía. Claro no pensaba en volver, sabiendo que lo matarían si lo supieran. Eso hizo, se alejó de la guardería, yendo más allá hasta donde solo se veían árboles, dejando a la pequeña Venecia en su aventura. No sabía a dónde iba, pero era lejos, muy lejos. Agarró su bolso con fuerza, despidiéndose del chófer por última vez, iniciando su aventura en búsqueda de una nueva vida. Se adentró en un oscuro bosque, caminando por horas sin detenerse, el dolor no impidiéndole, la dedicación era fuerte. Llegó a lo que creía ser un pequeño pueblo. La noche cubrió el cielo con su manto de estrellas, el frío acompañándolo. Venezuela decidió refugiarse en una cafetería, bien también tenía hambre, eran como las 2:00 a.m. Esperaba no ser encontrado, quien sabía que harían con él si eso pasara.
ESTÁS LEYENDO
Tan Dulce Como El Chocolate
RandomVenezuela es un niño, uno muy dulce en realidad. Es tan dulce como el chocolate, y como le devolvió el favor el mundo? Dándole la espalda.