Alucinaciones

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Narra Sam

Sentí que algo me mordía la pierna, inmediatamente traté de ponerme en pie, tuve miedo. Dirigí la mirada hacia suelo para encontrarme con una especie de lobo, nunca había visto nada como él, sin duda podría ser consecuencia de haber crecido en un ambiente tan hostil. Su negro pelaje estaba enmarañado, cubierto por una sustancia indescriptible, sus dientes estaban llenos de mi sangre y sus ojos verdes me perforaban. Este animal nunca había estado en contacto con un ser humano, es probable que no me escuche y me vuelva a atacar 

-tranquilo amigo, sé que tienes hambre, no me imagino qué cosas horribles tienes que comer aquí- dije, él me gruñó -no te haré daño-

Me fui acercando a él, tendí mi mano para que me olfateara, y luego la situé en su cabeza. Él se destensionó un poco, así que comencé a acariciarlo, finalmente comenzó a sentirse tranquilo. La sensación de su pelaje era horrible, era pegajoso y tenía muy mal olor, pero era entendible, los dioses saben qué clase de cosas comería aquí. Al menos ya no estaré solo en esta travesía, tendría un compañía un poco exótica y atemorizante.  

-Eso es amigo, todo está bien, te ayudaré a encontrar comida, entiendo porque decidiste que mi pierna era un buen platillo- proseguí, el agachó su cabeza.

Me senté en el suelo y rasgué mi camiseta, luego remangué mi pantalón y me dispuse a vendar mi tobillo, el lobo comenzó a lamer. Lo anterior es algo evolutivo, los animales lamen las heridas, su saliva tiene ciertas propiedades que ayudan a sanar, aunque dudo que la saliva de este amiguito sea de ayuda, son toxinas ajenas para mi cuerpo. Con delicadeza lo aparté, y apreté la tela sobre mi pie, ojalá Cristal estuviese aquí, ella sabría qué hacer.

-tu tienes cara de cerbero, así te reconoceré ahora amigo- dije - ¿de casualidad viste un dragón volando por aquí? -

Él me respondió con gruñidos y aullidos, vaya que era difícil entenderle, nunca antes había tenido contacto con un humano, expresar cosas debe ser complejo para él. Al final pude entenderle, al parecer él sabía hacia donde se dirigían, al menos tenía una hipótesis que me resultaba difícil de creer. "Terra Deorum" pensé que era solo un mito, pero luego de ver un dragón surcando los cielos, nada parece ser imposible.

-¿Me acompañarías? - le pregunté, él asintió, al parecer conocía el camino - asumo que debes ser uno de los pocos sobrevivientes, la mayoría de especies se debió extinguir, ya que éstas están lejos de ser condiciones habitables- dije -No me sorprende, eres un pariente lejano de los lobos, es decir, eres carroñero, comes lo que te encuentras, incluso a mí -  bromeé

El camino fue largo y tedioso, si bien Cerbero era una gran compañía, el pie me dolía mucho. Estaba exhausto y sediento, pero no podía arriesgarme a comer nada aquí, no creo poder procesar tanta toxicidad. Así que me dediqué a ser fuerte, aunque estaba a punto de desfallecer, debía encontrar a Cristal.

El paisaje era deprimente, la poca vegetación que sobrevivió tenía características muy extrañas, y los animales que comencé a ver a medida que me adentraba más en este lugar eran muy raros. Mutaciones genéticas de todo tipo, pieles irritadas, comportamientos agresivos, manadas pequeñas, estos pobres animales vivían un infierno. Pensar que llevan acá todos estos siglos a merced de los dioses, los seres humanos definitivamente somos monstruosos , todo lo que tocamos se destruye.

Corrí con mala suerte, la noche cayó y con ella los chances de llegar rápido, el miedo volvió a apoderarse de mí. Pronto saldrían los animales nocturnos, no quiero ver los murciélagos de este lugar, tampoco quiero toparme con otros depredadores, tengo que salir rápido de aquí. Seguí caminando con Cerbero, según él no faltaba tanto para llegar, al final tuvimos que detenernos a dormir un rato, incluso sino quería hacerlo, mi cuerpo no resistiría más, el de Cerbero tampoco.

Guerra de elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora