Un despertar glorioso

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A la mañana siguiente, al despertar, Sofía observó a Hugo descansando a su lado, como lo había soñado desde su adolescencia.

Sus pies estaban entrelazados con los suyos y lentamente comenzó a acariciar sus tobillos con las yemas de su dedos.

Hugo se despertó ante sus caricias y enseguida un aire de felicidad se marcó en su rostro.

~¡Puedes mover tu pie! Pude sentirlo. Tal vez si intentas caminar, lo logres.

~No estoy segura Hugo, temo fallar y sentirme triste.

~Te ayudaré. Sonrió depositando un pequeño beso en sus labios.

Sofía lo abrazo nuevamente y todo dolor desapareció de su mente.

Era cierto que había sido muy cruel en el pasado, pero ahora Hugo se encontraba a su lado y toda maldad había desaparecido de su corazón.

~Hugo, gracias por escogerme, te aseguro que seré la Sofía de antes, ya no hay nada más que me lo impida, pero por favor, ¡Prométeme que nunca te irás de mi lado!

~No lo haré. Sonrió mientras se alistaba frente al espejo.

Sofia intentó levantarse, sin embargo sus pies tambalearon y Hugo corrió a recibirla.

~¡No puedo hacerlo! No quiero que tengas una esposa lisiada.

Hugo la tomó del brazo y la ayudo a caminar a su lado. Sofía parecía como un pequeño bebé aprendiendo a caminar.

Aunque era una mentira, sabía que debía fingir frente a Hugo para crear más empatía entre los dos.

Fue así que con el pasar de los días y con la ayuda de Hugo, Sofía comenzó a caminar con facilidad.

~Es maravilloso poder caminar con libertad. Mencionó para si misma.

~Debo ir a Rudistan con mi padre, no te excedas caminando, aún estás muy débil. Comentó dándole un beso en los labios.

~Te esperaré Hugo, tal vez más tarde podamos pasar un momento a solas. Contestó guiñandole el ojo.

Hugo hizo una sonrisa de picardía y salió de la habitación.

Unas horas más tarde ya se encontraba en el salón principal del castillo de Rudistan.

~Asi que te casaste con Sofía. Mencionó Dereck.

~Asi es, ella es maravillosa. Dijo, dándole un sorbo a su taza de té.

~¿De verdad eres feliz? Después de arruinar la vida de la mujer que te amaba.

Hugo golpeó la taza contra la mesa y se levantó rápidamente de su asiento.

~Amber no me amaba realmente, ella nunca hizo nada por mi, nunca me demostró su amor como lo ha hecho Sofía. ¡Soy tan feliz a su lado! Que siento que nada me falta.

~Amber... Ella realmente te amaba, yo la besé una vez y me rechazo diciendo que solo aceptaría tus besos. Esa mujer solo vivía para ti, añoraba casarse contigo y ahora está destrozada, ¡No ha salido de su habitación en semanas!

Hugo bajó la mirada con remordimiento.

~¿Crees que deba verla?

~No sé si ella te acepte, pero te pido por favor que no la hagas sufrir más. Déjala seguir adelante, tal vez en un futuro me acepte de vuelta. Habló Dereck con decisión.

~La veré, quizá de esa forma calme su dolor.

Hugo tomó su saco y se dirigió rápidamente al ducado de Encantia.

La duquesa Tilly lo recibió en la entrada, sin embargo no estaba segura de dejarlo pasar.

~Sé que no soy el más indicado, pero tal vez de esta forma, Amber pueda seguir con su vida. Aseguró.

~Te dejaré entrar, pero si la haces llorar, le pediré a mi hermano que cancele sus alianzas con tu reino.

~No permitiré que ella vuelva a llorar por mi causa. Se lo prometo.

~¿Por qué Sofía no está aquí? Creí que apreciaba a Amber, a pesar de todo lo malo que hizo.

~Sofia no es mala, ella es una persona maravillosa. Contestó sonrojándose.

~Yo la quería y protegía como si fuera mi sobrina de sangre, pero me ha decepcionado tanto que ya no puedo verla de la misma manera.

Hugo apretó levemente los puños y bajó la mirada. ~Entonces, ¿Puedo ir con Amber?

~Claro, es la primera puerta a la derecha.

Hugo caminó con pasos firmes, sin embargo, al encontrarse frente a la habitación, la indecisión se clavó en su ser ¿Y si Amber no quería hablar con él? Trató de hacer a un lado todos esos pensamientos y tocó con firmeza.

~No quiero ver a nadie, por favor ¡Váyase! Gritó la rubia del otro lado de la puerta.

~Soy Hugo, quiero hablar contigo.

El rostro de Amber se iluminó por unos momentos, no obstante, recordó que se trataba del esposo de su hermana.

Con delicadeza caminó hasta la puerta y giró la perilla para permitirle  el acceso.

~¿Por qué viniste? Dijo, apenas lo vió.

Hugo notó que el rostro de Amber ya no era el mismo, sus ojos se encontraban ensombrecidos y su cara había perdido todo el rubor que la caracterizaba. Su cabello estaba esponjado y sin forma y su voz parecía quebrarse con cada palabra.

~Vine... Vine a disculparme y a pedirte que por favor sigas con tu vida ¡No puedes seguir así!

~No debería importarte lo que pase conmigo, al fin y al cabo tú ya tienes una esposa.

~Te aprecio demasiado, por eso no puedo dejarte.

~¿Aprecio? ¿Es lo único que sientes por mi? Hace unos meses me juraste amor eterno y ahora dices que me aprecias.

~Yo... Quisiera decirte todo lo que hay en mi interior, pero ¡No puedo hacerlo! ¿Acaso me entenderías?

~Si no amas a Sofía ¿Por qué arruinaste tu vida? Gritó con furia.

~Yo... ¡La amo! Soy muy feliz a su lado, cada día, me da un nuevo aprendizaje, ella es dulce, amable y me ama más que yo mismo.

~La amas, ¿solo porque te ama? ¿Qué hay de mi? Yo hubiera dado mi vida por ti y aún así me dejaste. Quería que me dieras un beso de amor y siempre me lo negaste, además ¡Sabías que Sofia te mentía! Y aún así no la dejaste en el altar.

~¡Sofía no es una mentirosa! Gritó tapándose los oídos.

~Te estás encapsulando en tu propio mundo, intentas convencerte de una mentira.

~Debo irme, pero prométeme que saldrás de está depresión. Solo de esa forma podré ser feliz.

Amber caminó lentamente hasta Hugo y le susurro al oído. ~Sofia va a sufrir lo mismo que yo, haré que viva un infierno en vida y que implore por la muerte, pero no dejaré que muera tan fácilmente.

Hugo se separó un poco de ella y Amber le dió un beso en los labios.

La maldad de la juventud. La otra cara de la moneda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora