Día 3 - Gineceo

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"Ethan estaba de nuevo en los vestuarios. Simon otra vez acorralándole, cortándole el paso. Pero esta vez era diferente, esta vez algo fluyó entre ellos dos.

-Ten cuidado conmigo, puedo ser... explosivo- declaró Simon mientras miraba intensamente a los ojos oscuros del contrario. Llevaban mirándose desde que Ethan recordaba estar en aquella escena. El peliblanco decidió dar el primer paso y acercó sus labios hasta los del contrario, rozándolos con timidez. Para ellos dos era la primera vez, su primera vez. Pero antes de que pudiera presionar sus labios contra los del otro, Ethan cae a un vacío.

Siente como su cuerpo volaba y caía, pero no notaba peso alguno sobre si mismo. Es como si estuviera en la nada, sin poder sentir. ¿Era así como se sentía por dentro, vacío?"

La flor que se hallaba cerrada esperando el bueno tiempo, esperando más hora de sol, se abría poco a poco al notar que la primavera llegaba. Había empezado a hacer ya el calor y el buen tiempo necesario para que el rosal diera el visto bueno a la apertura de sus flores. La flor más pequeña de todas, la que se encontraba al lado del ápice caulinar del tallo, la más alta, aun no se abría. Al parecer le estaba costando más esfuerzo de lo normal que los sépalos y los pétalos se abrieran, dejando libres sus estambres y su carpelo. ¿Qué era lo que le estaba pasando a aquella pobre flor?

Ethan despertó después de un largo tiempo en el vacío. Se encontraba muy sudado, calado hasta los huesos. Buscó a tientas el despertador y lo iluminó apretando un botón. Eran las 6:30 de la mañana y hasta dentro de media hora no se tenía que levantar, mas se notaba sin sueño y el volver a dormir no iba a pasar. Normal, ayer se acostó a las 8 de la tarde.

Se levantó de la cama y abrió la persiana para poder ver el exterior. Para su mala suerte, aun era de noche y, encima, estaba todo cubierto por una espesa niebla. Aun así, se quedó mirando lo poco que veía: viviendas que tenía en frente; un gato el cual se estaba asomando desde el balcón de enfrente -aunque solo podía ver con claridad sus destelleantes ojos-, mirando con curiosidad qué era lo que había bajo de él; y un cuarto encendido, pero con las cortinas echadas. Sabía que si empezaba ya a prepararse, llegaría demasiado temprano a la estación de tren y al final tendría que estar esperando a su pandilla por mucho tiempo -pues si, siempre le hacían esperar-. Sin embargo, si hacía eso, tenía menos posibilidades de cruzarse con Simon ya que últimamente está acostumbrando hacer eso.

El sueño de esa noche avivó unas llamas que él estaba intentando apagar con agua desesperadamente y ahora crecía sin parar en su interior. Necesitaba saciar ese fuego como fuera y una opción, era verle al empezar el día.

Después de estar un par de minutos más mirando a aquel gato, se fue hacia el cuarto de baño e hizo lo de todas las mañanas: echarse agua en la cara y mirarse en el espejo. El recuerdo de ayer por la tarde en el vestuario se le vino a la mente, produciéndole una mueca en la cara. ¿Qué era lo que había ocurrido? ¿De verdad había sido tan impotente de no haber opuesto resistencia a que le acorralaran contra la taquilla? Ahora se daba cuenta de todas las cosas que podía haber hecho para evitar esa escena y no las hizo.

Se llevó una de sus manos a los labios, nunca se había dado cuenta de que eran más rojos de los que había visto a la gente que le rodeaba. Es como si los llevara pintados o algo parecido. Además, el echo de que aun no tuviera barba, le hacía una cara muy aniñada para su gusto. Para más, llevaba esperando ya años a que le saliera al menos un pelo en la barba, pero no había rastro de él aun. En ese momento fue cuando se le vino una pregunta, ¿es qué Simon pensaba que él era atractivo y por eso le hacía esas cosas?

-No, eso es imposible.

Ladeó la cabeza múltiples veces con fuerza, hasta que se le quitó la idea de la cabeza. Recordó de nuevo la paliza que se llevó aquel estudiante por un malentendido relacionado con ese tema. La suya sería mucho peor si llegara a ocurrir. Sabía que nunca había tenido claros sus sentimientos, pero no quería meterse en ese tema ahora, no después del accidente de ayer. "Espera, un momento, ¿por qué me estoy auto-convenciendo de algo que no es?" se negó a si mismo, de nuevo.

Pétalos de rosa (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora