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A pasos lentos y descuidados, se podía observar a la de cabellos revueltos en aquel lío de personas, tal y como lo eran todos los días en el centro comercial. La peli-negra se encontraba realizando las compras del mes, o más bien, debía de obtener nuevos materiales requeridos para sus estudios.
—Diablos, ¿Por qué le hice caso a Aki-San?— Maldiciendo en voz baja, decidió ir a una de las librerías más cercanas de donde se encontraba.
Dando pasos malhumorados, y sin siquiera fijarse por dónde iba, sintió como chocó contra alguien, si, el típico cliché, pero ella no iba a reaccionar como dulce doncella, claro que no, llevaba toda una mañana buscando sus materiales como para que terminarán tendidos en el suelo.
—Mierda, y mil veces mierda— Suspirando, comenzó a juntar todas sus cosas, hasta sentir como la otra persona se agachaba. Levantando su vista, logró divisar a un azabache problemático, o al menos en su vida lo era así.
—¿Has visto un fantasma?— Sonriendo burlonamente, tomó una de sus bolsas "Ayudándo" por su descuido anteriormente.
—Ojalá y fueras eso, lamentablemente, aún no estas muerto para mi desgracia— Insultandolo, quito bruscamente de las manos del azabache sus pertenencias, queriendo regresar a su hogar lo más antes posible.
—¿Qué acaso no lo recuerdas?— Viendo cómo su presa se escapaba, decidio tirar la carnada como todo un depredador, lo único a resaltar era que esta "Presa" colgaba de un fino hilo, antes de caer en las garras del "Depredador".
Girando hacia su emisor, logró captar la escena justa de éste sonriendole, regalandole una de esas sonrisas, sabía que podía tener a la chica a sus pies cuando quisiera, después de todo, fue esa luz, salvandola de la oscuridad, pero como dicen, "El lobo se viste con piel de cordero", y este lobo atacó de cerca, desgarrando más que simple piel.
—¿Qué debería de recordar?, ¿El asco de persona que eres?— Frunciendo su ceño, demostró su enfado, dando a resaltar su voz más de lo normal.
—Deja de actuar, Emiko— Conectando miradas con la chica, dejó salir su voz ronca, la cual fue ocasionada por la frustración en aquella frase.
—No tengo porque hacerlo, Sasuke, me desagradas, ¿Más claro?— Comenzando a caminar, siendo seguida por el mayor, olvidando cualquier rumbo planeado anteriormente.
Los pasos resonaban levemente, pues la menor no podía ocultar su furia en estos momentos, reabrir la herida era aún más doloroso que obtener una nueva, asi de simple, y más si la causa de ésta era Sasuke Uchiha. Emiko, tratando de evitarlo entre la multitud de personas, se dirijio directamente hacia la plaza de la otra esquina, tratando de perderlo entre tantas personas, sin darse cuenta que el destino decidiría otros sucesos, menos el de perder al azabache.
