Obra del destino.

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Debido al buen recibimiento del primer capítulo, he decidido traer este más pronto que tarde. Gracias por las personitas que me han leído y por las que han votado, que eso me anima un montón a seguir. Espero disfruten leyendo este capítulo como yo disfruté el escribirlo.

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Si que era ella. La chica que fue su amor en la preparatoria. Los años habían pasado por ella, sus facciones del rostro eran más maduras aunque igual de delicadas. Ahí estaba, mirándola fijamente con esos ojos que la debilitaban. El sentimiento de aquél amor adolescente seguía instalado en su pecho.

-Hola, Ellie- dijo la castaña. -Supuse que estarías aquí-

Entrecerró sus ojos y ladeó ligeramente su cabeza, ¿cómo podía saber que estaba ahí?

-Vi el auto estacionado en la carretera. Y nadie sabe de este lugar más que tú y yo- le explicó al notar la expresión en su rostro.

-El auto, si- tragó saliva. -En realidad este lugar es tu secreto, yo no tengo nada que hacer aquí, será mejor que me vaya- no se esperó y comenzó a caminar.

Aster sostuvo su brazo para detenerla cuando pasó a su lado.

-Por favor, Ellie. No nos hemos visto en...-

-Siete años- interrumpió. Soltó su agarre de la contraria, pero no hizo por irse. La verdad es que no quería hacerlo.

-Siete años. Cómo pasa el tiempo-

Lo que Aster no dijo es que había detenido su auto y adentrado en el bosque solo porque tenía la esperanza de que fuera la contraria quien se encontrara ahí.

Ellie sí que había cambiado. Sus lentes ahora eran rectángulos con las puntas redondeadas, lo que la hacían parecer más inteligente de lo que Aster sabía que era. Su cabello lacio ahora lo traía suelto partido a un lado. Y su ropa no parecía ser dos tallas más grandes de la que debía usar.

-¿La facultad de artes fue genial?- Ellie rompió el silencio, retomando su última conversación cara a cara.

-Algo así- suspiró.- Quiero decir, la facultad estuvo genial, pero el mundo de hoy no sabe apreciar el arte. Doy clases de arte en una preparatoria mientras espero un golpe de suerte en que un millonario decida pagar millones por una de mis pinturas y eso me haga famosa-

-No parece un mal plan- dijo un poco divertida. Aquello no tenía nada que ver con la imagen que se hizo en su mente hace unos instantes, pero al menos había seguido el camino del arte.

-¿Qué hay de ti?-

-Trabajo en una editorial. Y a veces escribo artículos para una revista literaria- no había mucho más que contar.

Hubo un silencio.

-Ellie...-

-Aster...-

Ambas hablaron al mismo tiempo.

-Tú primero- reaccionó la morena.

-¿No quieres ir a otro sitio a tomar algo y ponernos al tanto? Si nos quedamos aquí nos vamos a congelar- abrazó sus brazos. El frío se empezaba a colar a través de su chamarra.

-Me encantaría- no dudó.

Ambas se dirigieron a la carretera para subirse en sus respectivos autos y conducir al lugar acordado; uno de los únicos tres sitios en Squahamish que vendía alcohol, el más tranquilo.

Se sentaron en la barra. Aster pidió una cerveza en cuanto se acercó la mesera y Ellie había pedido un vaso de refresco, pero como recibió una mirada de reproche de parte de su acompañante se decidió por una piña colada.

-Eso está mejor- le regaló una sonrisa.

Ellie se encogió de hombros. Nunca había sabido cómo gestionar el alcohol y las fiestas en la universidad no le sirvieron para aprender.

-¿Qué ibas a decirme hace un rato?- fue la voz de Aster nuevamente.

-Te iba a preguntar qué haces en Squahamish. Pensé que las navidades las pasabas en Sacramento- eso le había dicho los dos primeros años y por eso no se habían visto hasta entonces, no habían coincidido en el pueblo.

-Es cierto- su semblante se puso triste. -Mi abuelo falleció este año. Y mi papá pensó que lo mejor era quitarle a mi abuela la presión de preparar la cena de navidad ella sola y se decidió que fuera en nuestra casa-

La mesera llegó con sus bebidas en ese instante. La castaña aprovechó para tomarle un trago a su cerveza.

-Lo siento. No quise...-

-No pasa nada- le sonrió. -La gente muere todo el tiempo-

Ellie no podía rebatir ese argumento. Le dio un pequeño sorbo a su vaso.

-Como quiera me alegra estar aquí. No sabía si ibas a verte o no, pero me alegro de que así haya sido- confesó Aster.

¿Eso significaba que también había pensado en ella durante este tiempo? De pronto sintió la necesidad de disculparse por no haberla buscado en estos años, aunque sabía que la contraría también pudo hacerlo. Ahora sentía curiosidad por saber la razón que tuvo para no hacerlo.

-Creo que es obra del destino- dijo para luego comenzar a reírse. La verdad es que Ellie no creía en el destino, pero si lo hiciera esta situación sería algo típico para usar esa frase.

-Los caminos de Dios son misteriosos- repitió entre risas algo que su papá decía mucho.

Ellie tampoco creía en Dios.

-Te extrañé- confesó la morena, manteniendo la sonrisa en su rostro.

-Yo también. ¿Por qué dejamos de hablar?- aquello era algo que también se había preguntado Aster durante todos estos años.

-Nos ocupamos con otras cosas, supongo-

-Puede ser...- dejó escapar un suspiro. -¿Cuánto tiempo de vas a quedar en Squahamish?-

-Hasta después de año nuevo-

-Está bien. Entonces esta no tiene que ser la última vez que nos veamos- sugirió.

-No tiene que serlo- repitió.

Pasaron el resto de la noche poniéndose al corriente de sus vidas. Aster le contó sobre lo difícil que a veces era lidiar con jóvenes de preparatoria y que ahora entendía a sus profesores. Le dijo que hace unos meses tuvo su primer oportunidad de participar en una exposición de arte y que algunas personas habían mostrado interés en su pintura. Le enseñó a Ellie una foto de la pintura en cuestión: una persona parada en medio de un bosque oscuro en el que apenas se colaba un destello de luz. La chica se quedó contemplando la pintura durante algunos segundos, intentando descifrar el significado de sus trazos.

En lo respecta a Ellie, le contó sobre su trabajo como editora en una editorial que en su mayoría se dedica a los libros comerciales y la literatura infantil y juvenil. Y cómo Aster le enseñó su pintura, ella le enseñó uno de los artículos escritos para la revista. Después de leerlo, la castaña la elogió diciendo que si un día escribe un libro ella lo compraría.

Se quedaron en el bar hasta pasada la medianoche. Ninguna de las dos bebió más alcohol del que su cuerpo podía soportar, así que tuvieron que despedirse en la puerta del bar con la promesa de que se volverían a ver. Ninguna de las dos quería alejarse de la otra, volver a coincidir en el mismo espacio les trajo recuerdos del día que pasaron juntas años atrás.

Gracias por esta noche.

Decía el mensaje que vio en su teléfono cuando llegó a su habitación.

Me la pasé muy bien.

Buenas noches.

Tecleó Ellie de regreso antes de meterse en la cama. 

Mientras la noche caía (The Half Of It)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora