𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑸𝒖𝒊𝒏𝒄𝒆.

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Capítulo 15.

La música a todo volumen, chicos y chicas mayores de dieciocho bebiendo, unos tranquilos con su vaso en mano charlando y otros haciendo de las suyas bebiendo sin parar y riendo a carcajadas. ¿Qué era lo único bueno de esto? que la gran casa de la organizadora estaba muy cerca de la playa, entonces el olor mezclado a mar y arena estaba por el aire. Eso la relajaba mucho.

—Luna, ponete tus tacos loca. —rió Nina con fuerza al ver cómo su amiga estaba a punto de salir descalza.

La mexicana cerró la puerta del auto anonada por haberse olvidado de sus zapatos. Rió suavemente colocándoselos.

—Perdón, lo había olvidado. —la miró arrugando su nariz divertida.

—No me digas. —le respondió sarcástica a su comentario haciéndola rodar los ojos— Andás más despistada de lo normal. ¿Te encontrás bien?

La alcanzó a escuchar, pero salió cerrando la puerta y acomodando su vestido. Su amiga se colocó a su lado esperando una respuesta. Luna la miró con una media sonrisa.

—Estoy bien, sólo quiero relajarme un poco con ustedes. Además de que tenemos un tiempito de no salir todos juntos. —añadió encogiendo sus hombros. Nina escaneó su rostro con sus ojos para después suspirar y mirarla fijamente.

—Espero que no me mientas, Valente. —la apuntó con las llaves de su auto, amenazante. La ojiverde hizo una mueca mirando a otra parte, y sintió como la mano de su amiga tomaba su brazo y la arrastraba con ella caminando hacia la fiesta— Ahora, tal como dijiste, nos vamos a divertir. —alcanzó a escucharla.

No dijo nada, solo la siguió, aferrándose a su pequeño bolso. Y en el camino, no había persona que la saludara con una sonrisa llamándola por su nombre, Luna solo les respondía a su saludo con un "Hola" junto a una sonrisa amistosa. 

—Hoy alguien anda muy popular, eh. —comentó Nina burlona. Luna la empujó levemente y rió.

—Juro que hoy no hice nada. No entiendo, mi día a sido muy raro. —frunció su entrecejo sin perder su sonrisa.

—Bueno, nunca dejas de sonreír a pesar de sentirte mal. —la miró de reojo, mirando por unos segundos su reacción de la indirecta, pero sólo rodó los ojos sin borrar su sonrisa— ¿Ves? eres la simpatía en una persona de dieciocho años y de baja estatura.

—¡Oye! —se quejó divertida.

En realidad no era una molestia que le dijeran bajita, ella sabe que aquello es verdad, y bueno, es su problema si lo es, no los demás, así que no le da la importancia a esos comentarios. 

—Ya, te amo. —rió, abrazándola por los hombros— Me alegro de que hoy estés feliz... Porque lo estas, ¿verdad? 

—Nina... —alargó su nombre, mirándola con advertencia. Suspiró.

—Bien, ya no te diré nada. —rodó sus ojos.

Si Luna no quería decirle, era porque la conocía. Nina a pesar de que con gente desconocida es callada y tímida, cuando termina agarrando confianza es literalmente otra persona. Y ya había "algo" de "confianza" con Matteo, no quería que hablara con él sobre ella... sería incómodo.

Sacudió la cabeza saliendo de sus pensamientos y se dispuso a concentrarse en el ahora. Era temprano, las siete de la tarde y aún en Cancún el sol no se metía, el cielo seguía celeste, por lo que la casa seguía iluminada y las luces de colores todavía no se distinguían. Una sonrisa ladina apareció en sus labios.

Todavía no empezaba lo bueno.

Por suerte ya había bastante gente en la casa.

—¡Hola chicas! ¿Listas para lo que se vine? por cierto, que sexys se ven, eh. Luna, ese vestido rojo te queda de puta madre y tu Nina, definitivamente el azul es tu color. —rió la chica de mechas californianas. Luna mordió su labio conteniendo su risa al ver que la anfitriona de la fiesta, no estaba en sus cinco sentidos. En cambio, Nina si se rió sin ningún problema y hasta la abrazó, ambas son compañeras de carrera y se conocen lo debido.

El chico de intercambio; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora