𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑫𝒐𝒄𝒆.

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Capítulo 12.

—Haber, repetí después de mi. —le dijo, tomándola de las manos con una sonrisa, mirando como ella se reía— Mi chiamo Luna...

—Mi chiamo Luna, —repitió entre risas.

E parlo italiano. —dijo, sin borrar su sonrisa.

—¡Hey! eso no es verdad. Apenas y sé cómo se pronuncian algunas cosas, Matteo. —hizo un puchero, sin dejar la diversión de lado. 

—Y por eso, me tenés a mi, eh. Yo te voy a enseñar a parlar italiano. —guiñó, besando su mejilla.

La mexicana sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas. Mordió su labio coqueta acercando su rostro al de él.

—¿Y tendré que hablar como tú?

—Mmmm, imposible. Como yo sólo hay uno. —inclinó su cabeza, mirando los labios rosados y brillantes de la chica frente a él.

—Huy pero que fresa, eh. —arrugó su nariz, haciendo sonreír a Matteo levemente.

—Así te gusto. —ronroneó acercando su rostro al de ella, dejando besar sus labios en un momento tierno y apasionado. Matteo acunó su rostro entre sus manos acercandola mas a él y de un momento a otro, ella ya estaba a horcajadas de él, con sus piernas rodeando su cintura.

Matteo se dejó caer lentamente en la cama con sábanas rosas sin quitarse y despegarse de Luna. Todo lo contrario, con uno de sus brazos la rodeó por la cintura mientras que con el otro, colocó su mano en su muslo desnudo, acariciándolo con las yemas de sus dedos. Mientras tanto Luna, no podía hacer mucho pues su cuerpo estaba atrapado entre los fuertes brazos de él. No tenía de qué quejarse; estaba muy a gusto en esa posición. Logró sacar sus manos del pecho y acarició, sin dudarlo, su cuello, subiendo lentamente hasta su mandíbula, donde se encontró un poco rasposo por el recién crecimiento de barba que estaba teniendo.

Sonrió con diversión cuando sintió la mano de Matteo subir poco a poco, casi llegando a su trasero. Rió separándose del beso y apoyando sus manos a los costados de la cabeza del chico en el colchón. 

Lo miró con las cejas alzadas.

—¿En serio?

Él se hizo el inocente y dejó de rodearla para pasar su brazo por detrás de su cabeza, dejando solo su mano cerca de su trasero.

—¿Qué cosa?

—Aleja tu mano de ahí, Balsano. —advirtió y arqueó una ceja divertida, ahora sentándose sobre su abdomen.

Por suerte y se había cambiado la falda por un short. Pero este de igual manera era corto y dejaba a la vista sus muy bonitas piernas. Y claramente Matteo no pudo no fijarse en ellas.

—¿Ya te dije que tenés bonitas piernas? —la mexicana al escucharlo entrecerró sus ojos. Matteo pensó por unos segundos lo que que diría y sonrió— Bueno, toda vos sos preciosa. —relamió sus labios, colocando sus manos en su cintura. Luna no pudo evitarlo y sonrió, para después inclinarse hacia él y besarlo por milésima vez en el día. Mordió su labio inferior y tiró de el suavemente tomándolo por sorpresa. 

—Yo también sé jugar, Matteito. —besó su mejilla— No lo olvides. —susurró en su oído seguido de besar su mejilla. 

Tragó saliva nervioso, suspiró y cerró sus ojos conteniéndose a lanzarse sobre ella y no soltarla.

Sintió cómo la chica comenzó a moverse para librarse de su agarre, así que también decidió darle un poco de su propia medicina por haberlo provocado de esa manera que nunca pensó que pasaría. 

El chico de intercambio; lutteoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora