ESCENAS CANEM
CAPITULO 32
“SENTIMIENTOS ENCONTRADOS”
¿Por qué seguía haciéndome esto? ¿Por qué me lastimaba de esta manera? ¿Por qué seguía adelante? ¿Por qué nos causaba tanto dolor? Intente por todos los medios estar enojado con ella, evitarla a toda costa y demostrarle lo mucho que me lastimo cuando decidió engañarme pero en este momento estaba más allá de eso, parece que nuestra separación solo la hizo mas bella, no solo físicamente, sino que su risa se escuchaba mas tintineante, su sonrisa era mas deslumbrante, sus palabras tenían una cadencia más rítmica y natural y sus bellos y relucientes ojos parecían seguirme por donde fuera… ahora si estaba volviéndome loco. Estaba enojado si, pero mi dolor le ganaba a mi coraje.
Afuera todo el mundo celebra al ritmo de la música entre platicas y risas, sonrisas y movimientos que no me causan el más mínimo interés, estaba ahogándome por dentro y nadie lo notaba ¿Qué me pasaba? Anteriormente ya había sufrido por ella, pero esta vez era peor porque con cada día que pasaba yo la amaba más que el anterior y de la misma forma sufría más que el anterior; no supe en que punto nos equivocamos, no se que hice para que ella no confiara y me escuchara, pero en mi coraje la aleje todo lo que pude y ahora sufría por ello, no, no sufría, estaba muriendo. La cacofonía de ruidos fuera de mi habitación hace burla de mis propios sentimientos, por fuera era un hombre que podía respirar, interactuar y hablar como si nada pasase, pero por dentro existía este vacío frio y punzante que me desmoronaba y me envenenaba dejándome sin aliento. No pude soportarlo en cuanto la vi con él, le hablaba con una confianza natural como si se conocieran de toda la vida, la tocaba con delicadeza y ella se lo permitía, toda su atención estaba en el… y mi corazón estaba por ella…
¿Por qué seguía haciéndome esto? ¿Por qué me lastimaba de esta manera? ¿Por qué seguía adelante? ¿Por qué nos causaba tanto dolor? Las preguntas me acribillan la mente y un nudo en la garganta crece dejándome sin aliento, paso mis manos por mi cara tratando de no perder el control, iba a admitirlo, lo odiaba. De hecho, odiaba a cualquiera que me robara su atención, cualquiera que me arrebatara sus sonrisas o inhalara su dulce aroma, odiaba a cualquiera que se le acercara y odiaba a cualquiera que la lastimara, no había porque negarlo, los odiaba y al mismo tiempo me odiaba. Después de nuestra ruptura sus ojos me ven con recelo, coraje y dolor, sus sonrisas caen al sentirme cerca dejando sus caramelizados labios apretados en una línea tensa, todo su cuerpo parece rechazar mi cercanía y al mismo tiempo parece jalarme contra ella como si se burlara de lo que perdí, lo que deje ir, lo que no merezco.
El solo pensar que puede darle su corazón a alguien mas hace hervir mi sangre de coraje y dolor, todo mi cuerpo se activa como si de una batalla se tratara y yo tuviera que estar listo para luchar, no quería si quiera concebirlo, pero mi mente no deja de pasar imágenes de el y ella juntos, enamorados… ¡NO! Paso otra vez mis manos por mi cara, estaba tan cansado de todo esto, tan harto de escuchar miles y miles de voces en mi cabeza, voces que solo me torturaban, voces que me acompañan cada vez que ella esta lejos… mi querida Sanem…
Solo con susurrar su nombre en mi mente una sensación cálida y relajante recorre mi cuerpo, la extrañaba tanto que dolía, todo dolía en estos momentos, no existía ninguna parte de mi que no estuviera retorciéndose de dolor y como siempre, con solo pensar en su nombre todo se refrescaba…
- Mi querida Sanem… - susurro a pesar del gran nudo en mi garganta. Siento como puedo respirar otra vez; mientras mi agitada respiración se controla un recuerdo llega a mi cabeza…
“Llovía a cantaros afuera, tronaba y relampagueaba como un reflejo de la ansiedad que sentía correr por mis venas, aprieto los puños una y otra vez tratando de no destrozar el celular en mi mano, solo necesitaba una señal y saldría disparado. Vuelvo a pasear frente al enorme ventanal, sin Sanem en la casa todo a mi alrededor era lúgubre y frio, quien hubiera pensado que con sus visitas ya se me hiciera normal que siempre estuviera aquí, llevando té a mis manos para sentarse en mis piernas y acurrucarse en mi pecho o chapoteando en la alberca para molestarme de mi lectura y jalarme con ella o mi favorita, las “practicas” de futbol donde le era imposible atinar a la portería y terminábamos agitados y sudados en el pasto besándonos hasta que se pusiera el sol. Esos recuerdos no estaban ayudándome.
Juego con el teléfono en la mano caminando frente al ventanal y tratando de controlar mi ansiedad, otro trueno resuena afuera… el cielo estaba cayéndose junto con mi poca paciencia. No iba a esperar más, estaba seguro de que me necesitaba, aunque no fuera lo suficientemente valiente para admitirlo, si ella no cedía lo haría yo, arrojaría su orgullo por la ventana en cuanto la tuviera enfrente. Suficiente, a pesar de sus negaciones estaba seguro de que estaba asustada; me dirijo rápidamente a la puerta tomando mis cosas en el camino y antes de que pueda abrir, el celular suena. Sanem.
- Amor… - respondo inseguro.
- Can, que bueno que respondiste, ¿estás bien? – su voz se escucha temblorosa. Me recargo en la puerta aun cerrada prestándole toda mi atención.
- Claro que sí, ¿tu estas bien? – pregunto inquieto.
- Si… todo esta bien… - algo suena diferente en su voz. Se escucha tensa, y un pequeño suspiro apenas perceptible se escucha del otro lado.
- Sanem… - la regaño pasando mi mano por mi cabello – sé que estas asustada…
- ¿Asustada yo? Que va… estoy perfectamente… solo quería escuchar tu voz, así siento que estas conmigo y… - se queda callada como si reprimiera un sollozo. No iba a dejar a mi mujer sufrir sola cuando estaba asustada, un trueno sacude todo a nuestro alrededor y un grito se escapa de sus labios.
- Sanem no vamos a seguir con esto, - le advierto frustrado – ¡voy para allá!
- ¡No Can! Esta lloviendo horrible y puede ser peli… - su voz se interrumpe.
- ¿Sanem? ¡¿Sanem?! – la llamo, pero un tono me hace suspirar. Bajo el celular, la línea está muerta.
No importa me digo a mí mismo alistándome para salir, llegaría a cuidarla de esta horrible tormenta.
Empapado no alcanzaba a describirme porque la lluvia es tan fuerte y ruidosa que no me deja ver ni escuchar; no tenia caso que la llamara porque la señal estaba muerta así que opte por lanzar piedras a su ventana, pero no salía, esto no estaba funcionando. Apenas y se puede distinguir algo a mi alrededor, no tenía opción, si quería llegar a ella tendría que literalmente IR A ELLA. Con cuidado de no enredarme con mi impermeable trepo al árbol que esta justo a un lado de su ventana, no me resulta difícil porque de niño lo hice mas veces de las que podía contar, pero estaba justo en la mira de una tormenta eléctrica, si no tenía cuidado esto saldría muy mal. Con las piedras que quedan en mi mano golpeo su ventana otra vez además de usar mi puño para golpear el vidrio, tras unos segundos una pequeña mano corre la cortina y una sorprendida Sanem me observa. Abre la ventana con un fuerte tirón.
- ¡CAN! ¡¿Qué haces?! ¡¿Acaso enloqueciste?! – me grita para después taparse la boca. Seria un momento gracioso si no fuera por lo lloroso de sus ojos y su nariz roja.
- ¡Claro que sí! – respondo sosteniéndome de una rama – tuve ganas de platicar contigo en un árbol bajo la torrencial lluvia, ya me conoces, modo de vida salvaje y todo eso…
- Perdiste la cabeza… - susurra con una amplia sonrisa dando una rápida mirada hacia atrás.
- Voy a perder mas que eso si no me dejas pasar – le aclaro cuando un rayo alumbra todo el entorno. Su sonrisa cae y sus ojos asustados examinan todo a su alrededor, un fuerte trueno resuena y sus pequeños puños se aferran a la cortina – Sanem…
- ¡Ah! Si, claro… - abre la ventana totalmente y entra, después de unos momentos y unas cuantas maniobras por mi parte logro entrar por la pequeña ventana que me aprieta los brazos, me jala con su pequeña fuerza y tras un fuerte tirón ya estoy dentro.
El ruido es fuerte y ambos nos quedamos congelados uno frente al otro, si Mevkibe subía y me encontraba ahí era capaz de encerrarla para siempre. Al no escuchar pasos acercarse le sonrió, ella me sonríe de vuelta y se lanza contra mí.
- ¿Me extrañaste? – pregunto en su cabello ligeramente húmedo, su aroma es fuerte como si se hubiera bañado antes.
- ¡Mucho! – susurra inhalando y exhalando – eres un travieso…
Sonrío besando su frente una vez mas y volvemos a abrazarnos. Después de quitarme el impermeable y los zapatos nos acostamos en la pequeña cama, yo ocupo prácticamente todo el espacio estando acostado en mi espalda así que ella está sobre mi pecho con una pierna encima, acaricio suavemente su brazo con una mano y su suave pierna con la otra, esto era el cielo.
- ¿Te sientes mejor? – pregunto en un susurro cerca de su frente. Su cabello rizado adorna sus suaves e infantiles facciones, no sabia que lo tenia así de rizado y descubrirlo era realmente fantástico, en casa solo se lo ataba sobre la cabeza y jamás tuvimos un encuentro en la ducha… aun.
- Mucho, gracias por venir, aunque te arriesgaste por la tormenta. Me preocupé porque sospechaba que harías una locura como esta y la hiciste – apoya su barbilla en mi pecho mientras la sigo acariciando.
- No hay nada que no hiciera por ti, nada me detendrá si me necesitas, siempre estaré aquí – le afirmo abrazándola. Sonríe y besa mi pecho mientras se acomoda otra vez. Nos quedamos unos minutos en silencio hasta que me besa otra vez, estaba empezando a gustarme que lo hiciera.
- ¿Sabes que me gusta mas de ti? – pregunta con una sonrisa acurrucándose.
- ¿Que? – pregunto curioso jugando con su cabello.
- Tienes un hermoso corazón – sonríe ante su declaración y da otro beso en mi pecho.
- Pues es rojo y palpitante – ríe bajito y me abraza.
- No me refiero solo a eso, aunque has pasado por cosas horribles tienes un hermoso corazón lleno de bondad, a pesar de lo que hizo el señor Emre lo perdonaste y lo sigues protegiendo, también cuidas a la señora Deren y a Ceycey no importa si te vuelven loco y no dudas ni un solo segundo en cuidar a los tuyos y ponerte delante de ellos para cuidarlos. Eres una persona hermosa, no solo por esto… - susurra acariciando mi mejilla para luego dejar su pequeña mano en mi pecho – si no por esto…
- Y yo que pensé que solo me querías por mi cuerpo – ríe otra vez y acomoda su pierna mas arriba, si seguimos así esto no acabaría de la forma inocente que había planeado.
- Pues no, aunque no estas nada mal… - me guiña un ojo robándome una sonrisa.
- Tu tampoco… - respondo. Inclino su cabeza para alcanzar sus labios y besarla profundamente, su cuerpo se aprieta contra el mío, estaba casi prácticamente encima. La acaricio y aprieto su piel con necesidad, de verdad quería llevar las cosas tranquilas, solo abrazarla y besarla hasta que se durmiera, pero me era imposible, desde nuestra primera noche juntos en la cabaña después de la presentación de Compass sport me sentía con todas las emociones a flor de piel y solo quería más y más. Era un adicto. Me alejo un poco para recuperar el aliento.
- No quiero que pienses que vine por esto… - susurro muy cerca de sus labios besándola otra vez. Sus caricias hierven mi sangre provocando a todo mi cuerpo a vibrar, todas sus curvas eran tan bellas y deliciosas que me volvía loco solo pensar en besarla.
- Y yo que pensé que me saldría con la mía… - nos reímos en nuestro beso y su cuerpo se mueve definitivamente encima del mío, no la suelto en ningún instante, aprieto mas de cerca para que no quede ni un solo espacio entre ella y yo y sigo besándola.
- Eres una traviesa… - susurro besando su mejilla y su cuello mientras sus manos entran debajo de mi playera para acariciarme.
- ¿Siempre provoco problemas? – pregunta en mi oído moviendo sus caderas. Un gemido escapa de mi control y muerdo ligeramente su hombro.
- Eres mi dulce problema – declaro acariciando su espalda para luego liberarla de su playera y aventarla lejos.
Después de eso no hubo manera de parar, solo la fuerte tormenta fue testigo de cómo adoramos parte del cuerpo del otro, como besamos cada centímetro de nuestra piel, como usamos el caos de la lluvia y los truenos para encubrir los gemidos de placer y gozo que ambos nos provocamos, como disfrutamos del sabor del otro hasta saciarnos y como disfrutamos una y otra vez en cada segundo de este precioso tiempo robado para jurar nuestro amor. Era indudable, mi corazón vivía en ella y el de ella vivía en mí.”
Era innegable, yo la amaba más que a mi vida más que a mí mismo y más que a cualquier coraza que construí para protegerme, cada noche que estuvimos juntos, cada beso que nos dimos y cada sonrisa que nos regalamos fue el juramento de que mi corazón le pertenecía y el de ella era inequivocablemente mío. ¿Por qué seguía haciéndome esto? ¿Por qué me lastimaba de esta manera? ¿Por qué seguía adelante? ¿Por qué nos causaba tanto dolor? Si su corazón vivía en mi pecho, ¿porque dolía tanto? ¿Acaso ella sufría tanto como yo? ¿Porque sentía que con cada día que pasaba iba muriendo? Si, me engaño encubriendo la verdad, pero eso no significaba que deje de amarla, al contrario, como siempre, lo hizo por protegerme así que pensándolo bien yo no estaba tan molesto, entonces ¿Por qué no lo arreglaba? ¿Por qué me hacia esto a mi mismo?
- Mi querida Sanem… - susurro. Respiro profundamente tratando de aclarar mi mente, creo que era obvio lo que pasaba, otra vez fui un completo idiota, dejé que mis propios demonios emocionales me ganaran y no tuve compasión con sus sentimientos, tenía razón en estar enojada conmigo, pero yo haría lo posible por arreglarlo.
De un salto me levanto con renovada energía, de inmediato salgo de mi habitación y todo afuera sigue igual, las personas conviven con animadas palabras y risas, el olor a comida y perfume empapa la habitación, pero solo hay una persona que me importa y que busco con la mirada.
Esta hablando con ese idiota, el esta de espaldas a mi pero su lenguaje corporal me dice que esta muy animado y hace incansables ademanes para llamar la atención de su interlocutora, no hay efecto, mi Sanem tiene la vista perdida en un punto lejano, sus ojos son tristes y sus labios ligeramente separados demuestran su tristeza y su dolor. No, el idiota no era Yguit, era yo por lastimarla y dejarla ir.
- Can, ¿dónde estabas? – Polen me saca de mi ensoñación, de inmediato Sanem levanta sus cristalinos ojos que se cruzan con los míos llenos de dolor y rabia. Polen coloca una mano en mi brazo para llamar mi atención – quiero que pruebes algo, ven.
- Polen – la detengo sin despegar mis ojos de los de Sanem que parecen quemar a Polen hasta reducirla a cenizas; quito su mano con delicadeza, aunque de una manera firme – hay algo que tengo que resolver…
Camino acercándome a una Sanem sorprendida interrumpiendo su conversación con Yguit.
- ¿Podemos hablar? – le suplico.
- Creí que no querías hablar conmigo – responde cruzándose de brazos. Yguit dirige su mirada hacia mí, pero lo ignoro, esto era sobre nosotros y nadie más.
- Eso no es cierto – le aclaro con una mirada de súplica. Se queda callada observándome.
- Sanem yo… - interrumpe Yguit.
- Yguit – lo detiene Sanem cuando este toca su hombro; trato de controlarme para no romper su pálida mano – hablaremos después, hay algo que debo resolver…
Sonrío haciendo un ademan para que pase delante de mí hacia mi habitación dejando dos pares de ojos sorprendidos detrás. Cuando damos la vuelta para ir al dormitorio, le guiño un ojo a Ceycrey que a lo lejos nos mira con emoción y levanta sus pulgares brincando de gusto.
Después de cerrar la puerta, Sanem camina al centro de la habitación con los brazos firmemente cruzados y una expresión molesta y confusa en su bonito rostro. Sonrío ligeramente, adoraba el fuego en sus ojos y no esa apagada tristeza que parecía llevar a todos lados.
- Lo siento… - susurro. Sus ojos se amplían y sus brazos caen a sus costados, eso me da el valor para continuar, abobo toda su hermosa figura tratando de no perder el control e ir corriendo a abrazarla – todo el mundo tiene razón, no te merezco y aun así tu siempre te has mantenido firme junto a mí. Tienes todo el derecho de estar molesta, me comporte como un niño y no quise escucharte, al contrario, te lastime tanto que no merezco tu perdón, no merezco nada de ti, ni tu tiempo ni tu mirada y mucho menos tu corazón. No supe valorarte y me dejé cegar por mi coraje cuando debí escucharte y comprenderte, como siempre mi querida Sanem, me protegiste de todos los males y mis propios demonios internos exponiéndote al dolor y yo te falle. Eres mi salvación.
Me acerco a ella mientras lagrimas caen por sus suaves mejillas, tomo sus manos y las beso, un sollozo escapa de sus hinchados labios, pero no levanta la cabeza.
- Te ruego que me perdones mi querida Sanem, - beso sus manos, agita su cabeza en negación, limpia sus mejillas llenas de lágrimas y sus labios tiemblan.
- Me lastimaste mucho Can, rompes mi corazón una y otra vez… no se si pueda seguir luchando, no se si tengo la energía para hacerlo… - susurra en sollozos. El pánico se apodera de mi corazón que late descontrolado, si ella no me perdonaba mi vida acabaría. Desesperado me desplomo en mis rodillas abrazándola de su cintura.
- No mi amor, no te rindas conmigo… - le suplico abrazándola con fuerza – te lo suplico, dame otra oportunidad, sé que no soy bueno con las palabras como tu pero solo se una cosa, te amo, te amo tanto que duele, te amo te amo te amo…
Beso su cadera una y otra vez sin soltarla, nadie me conocía como ella, sabia que puntos presionar para volverme loco, para llevarme al éxtasis o para destrozarme por completo. Estaba dispuesto a reconocer y soltar la coraza de orgullo que construí para protegerme si ella me perdonaba, si se quedaba a mi lado.
- Lo dejare todo por ti mi hermosa Sanem, voy a cambiar mi actitud y pasare cada minuto de mi vida demostrándote cuanto te amo y que no te equivocaste conmigo… - otro sollozo se escucha. No la suelto ocultando mis ojos llorosos, aunque sabia que sobre su blusa sentía la humedad, tras unos segundos su pequeña y cálida mano baja a mi barba, levanto la vista y una sonrisa cálida se encuentra con mis atormentados ojos. Mi querida Sanem…
ESTÁS LEYENDO
ESCENAS CANEM
FanfictionEstos relatos cortos son escenas de la serie pero modificadas, como yo hubiera dado la vuelta a los acontecimientos o desarrollado tantas acciones sin necesidad de caer en lo innecesario. ¿No sentían como a veces se quedaban con ganas se más o simpl...