Capitulo 9 y 10 "El Señor Can quiere estar solo..."

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Sentada en el taxi no puedo dejar de preguntarme porque estoy haciendo esto, definitivamente era una tontería estar aquí, yo debería estar en mi casa llorando por mi adolorido corazón o escribiendo en mi diario todos los pensamientos tristes que habían golpeado mi cabeza durante todo el día, había sobrevivido de puro milagro. Inhalo y un fuerte aroma a alcohol golpea mi nariz, a un lado mío Polen se recarga en la ventanilla de la puerta del taxi… toda ella es tan perfecta que duele mirarla, era obvio porque el señor Can se había fijado en ella, no solo era hermosa, sino también inteligente y de “clase”, una mujer de mundo como él.
Vuelvo a suspirar y me dan ganas de vomitar, el olor es demasiado potente, ya no olía al perfume caro que usaba esta mañana, ¿pues cuanto había tomado esta chica? Ella respira profundo y frota sus manos en sus mejillas con la esperanza de volver a sus sentidos, no me sorprendía, estaba tan mareada cuando llegue que apenas la había podido meter al taxi, no creía que al señor Can le gustara que ella llegara en ese estado, de hecho, no creía que el estuviera muy contento de que llegáramos ambas a ese lugar privado que era especial para él, ¿Por qué la había llevado? Esto no estaba bien…
- ¿Casi llegamos Sanem? – me pregunta recargando su cabeza en el respaldo. La terracería que movía el carro de un lado al otro seguro no estaba ayudando a sus nauseas.
- Si, es un poco mas adelante y luego vuelta a la izquierda… - el conductor me da una mirada curiosa y asiente.
¿Por qué le estaba ayudando a la ex novia del señor Can a llegar a él? Aprieto mis puños en frustración, me había nublado la cabeza pensando en que algo podía pasarle y no pude detenerme, pero también tenia otra razón, tenia que admitirlo: estaba muy celosa. ¿Quién no lo estaría? La chica era hermosa en todos los sentidos, era demasiado perfecta y había sido su novia, y yo… bueno, solo era la chica de los recados que trabajaba para él. No entendía muy bien sus intenciones, pero sabía que quería estar cerca de mí y yo quería lo mismo, pero por el secreto que escondía no podía ser así que como una tonta me conformaba con cualquier resquicio de su atención que pudiera obtener… y hacia locuras como esta.
- Es aquí, - le señalo al taxista y me giro a Polen que se ve sorprendentemente recuperada – lo hicimos de esta manera, pero ¿el señor Can no se enojara con nosotras? Si el te dijo que quería estar solo… es decir, el no quiere ser molestado.
- Sanem, solo veremos si esta bien y saldremos. Eso es todo – me contesta con un susurro frustrado. – además, ¿Por qué estas tan preocupada? Tu misma me lo dijiste.
- Tienes razón. – respondo. ¿Qué acaso no lo conocía? El señor Can era muy reacio a tener compañía cuando no la quería – ¿debería ir contigo? ¿Estás bien?
- Estoy bien. El café de verdad me ayudo. Quédate aquí, ¿de acuerdo? – me responde cortante. Era como si quisiera que me fuera.
- De acuerdo… - respondo, pero ella ya ha salido.
Le digo al taxista que nos espere un momento y esta de acuerdo. Dentro me comen los nervios, estaba segura de que el señor Can se iba a enojar mucho por esto, tal vez era mejor que fuera y se lo explicara yo misma y así no se enojaría tanto…
*¿Qué haces ahí? Sal del auto y ve con ella… ¿vas a dejarlos solos?
No lo pienso, le digo al taxista que volveré en un minuto y bajo para alcanzar a Polen. Al acercarme al camino, puedo ver que el esta sentado en el sillón dentro de la cabaña observando lo que parecen unas fotos y Polen solo está ahí parada. Ella voltea y con la cara muy pálida se acerca a mi…
- ¿El señor Can está ahí? – le pregunto sin acercarme más.
- Can esta bien… - responde con un tono ligeramente nervioso – esta adentro y quiere estar solo.
- Si quiere estar solo se va a enojar contigo, - respondo preocupada. El ya estaba bastante enojado conmigo. – digo… vinimos hasta aquí, el taxi esta esperando. Mejor regresemos.
- Quizá sea mejor que tu regreses… yo me quedare aquí. – responde cortante. Un pequeño golpe en mi corazón me hace incapaz de verla fijamente; ella se quedaría sola con él, no quería ni imaginarlo…
- De acuerdo – respondo tratando de controlar el nudo en mi garganta – yo me voy. Seguro quieren estar a solas, buenas noches.
- Muchas gracias – responde de manera fría, como si de repente estuviera molesta conmigo. ¿Qué había hecho? La había llevado hasta allá, sabia que no debía hacerlo…
*¿De verdad te vas a ir?
- Ellos quieren estar solos… - respondo en un susurro doloroso. Subo al taxi y cierro la puerta indicándole que avance.
*¿Recuerdas la última vez que te fuiste? Como te vio a través del taxi… ¿vas a hacerlo de nuevo?
- Ellos quieren estar solos… - repito otra vez tratando de darle sentido a mis palabras además de convencerme a mí misma.
*¿Ellos quieren estar solos o ella quiere estar con él?
- ¡Puede detenerse! – le pido al taxista. Me bajo rápido y regreso como puedo a la cabaña; escucho como el taxi arranca. No podía irme, no debía irme, no sabia a que me quedaba, pero algo dentro de mi pecho me jalaba a quedarme fueran cuales fuera las consecuencias. Llego al camino y alcanzo a verlos a ambos, el señor Can no se ve contento… rápidamente me escondo tras un arbusto.
- No est… ¿Sanem no estaba con Levent? – pregunta el señor Can haciendo esos ademanes que suele hacer cuando está enojado.
- No lo se Can, digo, probablemente estaba con Levent, pero se regresó. – responde Polen. El señor Can abre los ojos un poco mas haciendo esa mirada que me hizo cuando le dije que yo me iría con Levent, lo había lastimado.
- ¿Se fue a esta hora? Iré a ver… - responde con decisión. Pienso en acercarme para que me note, pero Polen lo interrumpe.
- Can, ella se fue. El taxi se la llevo. Además, es una mujer grande y sabe cuidarse sola – esa mujer, ¿Por qué no lo deja ir a buscarme? Eso confirmaba mi teoría de que Polen aun sentía algo por el…
- ¿Y tú porque viniste? – le reclama el enfadado – te dije que quería estar solo. No estoy de ánimo.
- Estaba preocupada, Can. Habías tomado mucho y me preocupe. – responde ella con firmeza y sin rastro de la mujer mareada que había sostenido hace un rato.
- ¿Porque te preocupaste? No te preocupes por mi – responde el molesto. – tu me conoces. Siempre soy así.
- Yo… puedo hacer un poco de té, para que estés mas tranquilo. – se ofrece ella adelantándose a él, pero se lo impide.
- No, no hay té. Te llamare a un taxi para que te puedas ir – la interrumpe el más molesto.
- Puedo quedarme aquí, ni siquiera sabia de este lugar – insiste ella volteando a ver a todos lados. Otra vez, un pequeño golpe en mi pecho me hace reaccionar. Ella quería quedarse a solas con él. Hago sonar mi garganta y ambos voltean a donde estoy.
- ¿Sanem? – susurra el señor Can sorteando a Polen mientras yo me acerco, ella me dirige una mirada molesta. – ¿qué haces aquí? Pensé que te habías ido…
- Aaah… el taxista no quiso llevarme de regreso, - le explico dando una mirada a Polen que se cruza de brazos – perdón por la interrupción…
- No interrumpes, ya nos íbamos – responde el señor Can y por alguna razón suena mas animado. – cerrare la cabaña y nos iremos, te llevare a tu casa Sanem.
- Puedo ayudarlo a recoger y a cerrar todo… - me ofrezco. Ya lo había ayudado antes y al ver la caja en el suelo y lo que parecían cientos de fotos se veía que tenia mucho que levantar. Además, no quería quedarme sola con Polen.
- ¡No! – casi grita nervioso pasándose las manos por el cabello y la barba, sus manos en la cintura y girándose a todos lados de una forma nerviosa – mejor, ayúdame a cerrar la puerta del baño de atrás y yo cerrare aquí en frente. Espéranos en el columpio Polen, no te muevas de ahí.
Ella asiente y sin volverme a mirar va a sentarse. Ya en la camioneta, con Polen al frente y yo atrás me replanteo si fue buena idea quedarme, con el señor Can siempre estaba confundida, cada decisión que tomaba siempre parecía estar equivocada, al final me dejaba sufriendo, pero no podía alejarme por mas que quisiera, siempre estaba en mi mente y parecía aparecer por arte de magia a donde quiera que fuera. Levanto la vista y su mirada esta en el retrovisor observándome, la bajo de nuevo a mis manos, pero aun puedo sentirlo, vuelvo a subirla y otra vez me esta mirando… siempre me estaba mirando…
- Can, ¿a dónde vamos? – pregunta Polen. Volteo para ver por la ventana, esta salida llevaba a su casa y no a la mía.
- A la casa – responde el tajante.
- Señor Can… - susurro cuando veo la entrada a la colonia donde él vive.
- No te preocupes Sanem, iré a llevarte a tu casa – responde viéndome por el retrovisor. Doy una mirada a Polen, pero ella ve por la ventana con un gesto molesto.
Después de unos minutos, deja Polen en la entrada de la casa y me pide que me pase al frente, obedezco sin rechistar. Todo el camino no decimos nada, juego con mis dedos para entretenerme y no perder los nervios, pero no puedo dejar de mirarlo, y cada vez que lo hago, él también lo está haciendo. Al llegar a mi barrio le pido que se pare unas calles más lejos, no quería más problemas…
- No te muevas… - me dice cuando se estaciona. Rápidamente se baja y llega al otro lado, abre mi puerta y se recarga con los puños en mi asiento nivelando su cara con la mia y llenado todo mi campo de visión.
- Necesito saber una cosa, ¿estabas con Levent? – me pregunta clavando su mirada en la mía. Aprieto mis labios con nerviosismo ante su cercanía, baja su mirada siguiendo el movimiento y sube otra vez a mis ojos, parece como si los tuviera dilatados volviéndose más oscuros y profundos.
- No, cuando se fueron le dije que no me iría con él. Regrese a mi casa yo sola… - respondo con la verdad. Ya no quería ocultarle más cosas. Me da una rápida sonrisa.
- ¿Porque llevaste a Polen a la cabaña? Te dije que era un lugar especial… no llevo a cualquier persona ahí… - desvió la mirada avergonzada, sabia que eso le molestaría.
- Ella me llamo muy preocupada y sonaba muy mal, me dijo que saldría a buscarlo así que le dije que mejor le ayudaría ya que podía ser peligroso para ella en su estado. Perdóneme por favor, estaba preocupada y no sabia que hacer y… - respondo nerviosa girándome mas hacia él, pone un dedo en mis labios silenciándome.
- Estas perdonada – responde. Sonrió aun con su dedo en mis labios, no quería que lo quitara.
- Tengo que irme señor Can… - susurro con su dedo en mis labios. Su sonrisa se borra y suavemente quita su dedo, de inmediato tengo una fuerte sensación de pérdida; me deja espacio para bajar de la camioneta y cierra la puerta.
- Hasta mañana, señor Can – me despido con una pequeña sonrisa y algo nerviosa por cómo me estaba observando.
- Hasta mañana Sanem – responde con una sonrisa. Sin aviso se acerca a mi mejilla y me da un rápido beso que me deja sorprendida. Se da la vuelta y se va al otro lado de la camioneta mientras una mano va a mi mejilla haciéndome sonreír. Toca el claxon y me hace un ademan con la mano para que me vaya… su sonrisa hace revolotear miles de mariposas en mi estómago, me giro aun con la mano en mi mejilla y rio bajito, no había sido tan mala idea después de todo

ESCENAS CANEMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora