ESCENAS CANEM
Capítulo 47
“Durante mucho tiempo no pensaras en nadie más que en mi…”
- No puedo hacerlo Can… - su mirada baja mientras un temblor atraviesa su cuerpo sacudiendo sus hombros. Su brazo se estira y toma la mano de él, cuando sus ojos vuelven a enforcarse en los míos es como si arrancara mi corazón – lo amo… es demasiado tarde…
- No… - susurro ahogándome en un dolor desgarrador – no puedes amarlo…
- Si puedo, - contradice acercándose a el que la abraza con fuerza – él es mi albatros, él es mi único… es el amor de mi vida…
- ¡No Sanem! – grito acercándome, pero él se interpone entre los dos deteniéndome.
- Es demasiado tarde… - se burla con esos ojos maliciosos que tanto odiaba, este hombre arruino mi vida y una vez más alejaba de mi lo que más amaba – entiéndelo, ella me ama y se casara conmigo, no contigo… es el fin Can…
- ¡Sanem! – grito, pero ella se da la vuelta y empieza a caminar sin dirigirme ninguna mirada, Yguit vuelve a sonreír y se da la vuelta sin ninguna dificultad caminando rápido para llegar a su lado, la toma de la cintura mientras ella le da esa mirada brillante y enamorada hasta que ambos se unen en un beso que termina por romper mi alma…
- SANEM! – grito sentándome de golpe con un horrible dolor en el pecho y la respiración agitada. Todo a mi alrededor esta oscuro con excepción del fino rayo de luz que atraviesa la habitación y pasa sobre nosotros.
Una pequeña figura está a mi lado envuelta en una sábana, su respiración es acompasada y ambas manos descansan bajo su mejilla, su cabello esta sobre la almohada como si se tratara de un halo permitiéndome admirar su hermoso perfil y la delicada elegancia de su cuello. Estaba hermosa.
Trato de relajarme y quitarme esa horrible opresión en mi pecho, solo fue una pesadilla, mis peores horrores saliendo a la luz y agobiándome en mis únicos momentos de descanso, no sabía porque aún no me podía recalcar la idea de que Yguit se fue de nuestras vidas y Sanem ahora estaba conmigo, para siempre. El dolor en mi corazón aún está latente a pesar de todas la palabras, lágrimas, besos y caricias… Sanem estaba de vuelta, pero aún tenía miedo de estar soñando. Con cuidado me levanto de la cama para respirar un poco de aire fresco, no era posible que volviera a conciliar el sueño, con un último beso en su mejilla la dejo dormir, no se mueve en lo absoluto, sonrío porque realmente la deje muy cansada.
Sanem y yo ya estábamos juntos de nuevo, teníamos un plan que seguiríamos y acordamos solo enfocarnos en nosotros sin dejar que nadie más interfiriera, pero los fantasmas del pasado aun no los podía exorcizar, tenía esta incontrolable necesidad de reafirmar mi amor por ella una y otra vez y era precisamente eso lo que nos llevó a donde estábamos… estaba seguro de que todo el mundo en la granja se enteró sobre lo que hicimos esta noche. Tomo un vaso de agua y me recargo en la barra, ¿qué más tenía que hacer para recordarme que no la volvería a perder? La pregunta no deja de golpearme una y otra vez, era como si ese salvaje que vivía en mi se burlara, luchaba con todas mis fuerzas para reprimirlo, pero ahí estaba… esperando…
- ¿Porque no te vas? – susurro golpeando mi frente con el dorso de mi mano. La bestia dentro se burla mostrándome imágenes de la Sanem de hace un rato, la Sanem que tuvo la valentía de defender su amor por mi frente a sus padres, la Sanem que me beso en el barco, la Sanem que me abrazo cuando acepto irse conmigo a recorrer el mundo, la Sanem que me dijo que me amaba en la hamaca, la Sanem que empezó a besarme y que me pidió ir a la cama… la Sanem que susurraba mi nombre mientras se aferraba a mi espalda, la Sanem que gritaba de éxtasis, la Sanem que me demostraba con su cuerpo todo el amor que sentía por mi… la bestia disfruta el momento, aprieto los puños con fuerza tratando de relajarme y contenerlo dentro.
Le prometí a Sanem que había cambiado, que podía ser tranquilo sin dejarme llevar por mis emociones, pero cada vez era difícil, se sentía como algo oscuro y primitivo burbujeando debajo de esta aparente tranquilidad que yo había desarrollado en el tiempo que estuvimos lejos. Ahora era peor, ya había conseguido una probada de lo que era tenerla cerca, probar su sabor y deleitarme con sus caricias y aun así el miedo en mi pecho no se iba… dos potentes energías chocan en mi corazón y mente, uno era el miedo a perderla de nuevo y el otro, el más peligroso, era asustarla con el irrefrenable deseo que sentía por ella…
Camino por la casa, jamás le preste demasiada atención porque cuando venía solo estaba enfocado en ella, pero ahora noto los detalles… toda la casa gritaba la personalidad de mi hermosa Sanem, colores y formas que eran tan propios de ella, los muebles femeninos y clásicos, los colores alegres y suaves, la comodidad y la alegría que reflejaban era algo hermoso, estaba llena de calor de hogar. En el librero me acerco a un pequeño marco de foto y mi mano se congela cuando la sostengo… la bestia salvaje ruge en mi mente de inmediato.
- Cálmate… - susurro para mí mismo – el ya no está…
No, el ya no estaba, pero la herida que dejo aun la sentía en carne viva. En la foto Sanem está sentada en la silla del jardín, su mirada es totalmente vacía y sin emoción, ve a la cámara, pero pareciera que está completamente apagada como una muñeca rota, a su lado Yguit sonríe ampliamente con una de sus manos en su hombro de ella y con la otra en el bastón. Aprieto los puños con fuerza recordándome a mis mismo que el ya no está, pero mi mente rechaza la información, no, Yguit ya no estaba, pero podría haber más como el allá afuera ¿y que haría yo?, ¿qué haría si alguien quería acercarse a mi hermoso ángel? ¿Qué pasaría si alguien quería arrebatarla de mis brazos? No otra vez, no sobreviviría otra vez…
Un rugido resuena en mi mente y la bestia reclama en mi propia voz…
- ELLA ES MÍA – saco la foto del marco y la rompo. La bestia sigue rugiendo dentro de mi cabeza y toma el control, ¡ELLA ES MIA! No esperaría a que alguien volviera a amenazar con quitarme lo que me partencia, les demostraría una y mil veces que ella me escogió, que yo era su hombre y que la reclamaba como mía totalmente.
Con paso acelerado regreso a la habitación, Sanem está extendida en la cama con sus manos a un lado de su cabeza, la sabana enredada en sus caderas y su pecho, dejándome ver sus largas y tonificadas piernas, su largo cabello a su alrededor adornando sus pacificas facciones… de pronto, algo en mi cerebro se apaga.
Camino lentamente como un depredador que ha atrapado a su inocente presa, lanzo mi short lejos, tomo la bandana del piso y subo en la cama posicionándome entre sus piernas, me acerco con cuidado a su cuello que aun esta algo sonrojado por toda la atención que le di antes pero ahora está más sensible, empiezo inhalando su dulce aroma, pero ahora huele todavía mejor, no solo a ella, si no a mí también. La bestia ruge de posesividad y éxtasis, si ella llevaba mi olor a donde fuera nadie se le acercaría y nadie me la arrebataría, empiezo besando su cuello deleitándome de la suave piel y provocando sus suspiros…
- Mmm… Can… - su voz suena ronca, sus pequeñas manos suben a mi nuca y se enredan en mi cabello mientras estira su cuello para darme más acceso – eso me gusta…
Inconscientemente sus caderas y las mías empiezan a chocar una y otra vez, pero no era suficiente, quería que le quedara claro lo que le había dicho en el bote, a partir de ahora solo podía pensar en mí, nadie más existiría en su mente, en su corazón y en su cuerpo porque su alma me pertenecía, me aseguraría de que así fuera. La sostengo de las manos y las subo por encima de su cabeza, esta tan perdida en nuestro beso que no se da cuenta hasta que jalo un poco fuerte...
- ¡¿Can?! – grita deteniéndose completamente despierta - ¿pero qué…?
- Eres mía… - susurro volviendo a su cuello - ¡MÍA! Y de nadie más…
Sus grandes ojos me observan como si no entendiera que es lo que estoy diciendo, tomo la sabana y la jalo para quitársela de encima, su hermoso cuerpo expuesto es un deleite para mi vista, la bestia sonríe de orgullo y me impulsa a continuar. No hay una parte de su hermoso cuerpo por el que mi boca no lo haya pasado, beso cada centímetro provocando esos hermosos gemidos una y otra vez… varias veces me pide que la suelte, quiere acariciarme y tocarme, pero no la dejo, me entretengo en su ombligo un buen rato sintiendo como se retuerce debajo de mi desesperada por que la deje ir…
- Por favor Can… - suplica entre gemidos retorciéndose; la sujeto firmemente de sus caderas y la observo, con la respiración agitada me devuelve la mirada, me acerco a sus labios que beso una y otra vez, ella me muerde ligeramente rogando por comprensión haciéndome sonreír – suéltame… quiero tocarte…
Suelto sus muñecas de la cabecera y de inmediato me abraza y me besa sin darme tiempo a nada, sus piernas se enredan en mi cintura exigiendo lo que ambos necesitamos, todavía no. Me zafo de su beso y bajo a mi lugar favorito, ese lugar donde guarda ese néctar que me da vida, puedo saborearla aun en mis labios y deseo comerla entera, quiero que no olvide que soy el único que puede vivir en el paraíso entre sus piernas. Sabe lo que estoy a punto de hacer, un temblor recorre su cuerpo, pero antes de que la timidez o la duda llenen sus facciones, paso sus piernas por mis hombros y me dispongo a devorarla.
- ¡Ah! ¡Can! – grita intentando moverse y aferrándose a mi cabello. No me detengo por ningún motivo, paso mi lengua una y otra vez necesitando que grite más fuerte, que sus manos aprieten con fuerza mi cabello y que su cuerpo tiemble de placer por lo que mi boca le provoca.
Entre gemidos, respiraciones agitadas y palabras incomprensibles devoro su cuerpo caliente, no había mejor sabor, mi lengua ataca reclamándola con una necesidad y frustración tan grande que no puedo contenerme, la necesitaba tanto que no le doy la salvación y la tregua que tanto me pide, al contrario, la llevo a un punto donde mi nombre es lo único que puede decir con claridad.
Cuando se viene en mi boca, doy una ligera mordida en ambos de sus muslos provocándole un estremecimiento. Me incorporo otra vez para admirarla por un segundo… parece una diosa del sexo con el cabello revuelto, los ojos brillantes y los labios rellenos…
- ¿Can? ¿Que…? – cuando nuestras miradas se encuentran, la Sanem de mi pesadilla regresa y la bestia toma el control otra vez, mi mente se apaga, mi corazón se rompe y mi alma sangra recordando esa imagen… no… ¡SANEM ES MIA!
Antes de que pueda decir nada mas la volteo sobre su vientre jalándola hacia mi para que se incorpore en sus rodillas, cubro su cuerpo con el mío acercándome a ella para morder el lóbulo de su oreja, el aroma dulce de su cabello mezclado con el aroma de su piel me hace estremecer, todo mi cuerpo la exige y la necesita de formas que no se explicar.
- Can… - susurra, su espalda se siente tensa así que giro levemente su cabeza para que su perfil quede hacia mí, beso su mejilla varias veces – ¿qué haces?
- ¡TÚ ERES MÍA SANEM!
No la dejo responder porque asalto sus labios con fuerza e introduzco mi lengua en su boca, estaba sediento de su sabor otra vez. Su cuerpo se relaja mientras la provoco con mis caderas, ella empieza a seguir mi ritmo gimiendo dentro de nuestro beso, quito su cabello de su cuello y la beso por ultima vez en su mejilla incorporándome detrás de ella.
Paso mi mano por su columna caliente para que no se levante, me observa mientras la acaricio de sus caderas, vuelvo a acercarme y la beso en su espalda.
- No vayas a moverte, solo puedes decir mi nombre Sanem, ¿entendiste? – asiente ligeramente cuando me incorporo acariciando y apretando su suave piel con fuerza, ya no podía detenerme, todo lo que me hacia tranquilo y sereno se había esfumado al verla así, dispuesta, sensual y caliente, tan necesitada de mi como yo de ella.
Con cuidado me introduzco en ella otra vez y ambos gemimos de placer, empiezo lento y fácil pero cuando usa una de sus manos para alcanzar mi pierna se que ya tuvimos suficiente de esperar, acelero el ritmo con fuerza sosteniéndome de sus caderas mientras ella grita apretando la tela bajo ella. No era suficiente, ella tenía que saber quién era al que pertenecía ahora y siempre.
- ¡¿A quién perteneces Sanem?! – pregunto mientras la asalto con fuerza.
- A… ti… a ti… Can, solo… tu -responde con la reparación entrecortada – ¡solo a ti Can! ¡aaaah!
- ¡Eres mía Sanem! ¡MIA! – grito sintiendo como mi cuerpo se tensa del enorme placer que recorre cada terminación de mi cuerpo. Pero seguía sin ser suficiente, la bestia quería castigarla al mismo tiempo que quería amarla, estaba completamente fuera de mis sentidos porque cada aroma, cada imagen, cada sabor, cada sensación y cada sonido me recordaban a ella y eso me volvía más loco.
- ¡SI!
Me muevo mas fuerte mientras me deleito con su hermosa figura frente a mí, lo hermosa que se ve disfrutando de todo el placer que le estoy proporcionando, pero ya no podía más… era demasiado…
- ¡AAAAAAAH! ¡CAN! ¡por favor! ¡aaaaaaaaaah! – grita llegando al éxtasis, escuchar mi nombre de sus suaves labios me hace explotar a mi también mientras la bestia usa mi voz para reclamarla.
- ¡SANEM!
Salgo de ella y caigo a su lado con el cuerpo débil y apenas respirando, estaba empapado de sudor y no era capaz de procesar un solo pensamiento. A mi lado, mi mujer se mueve lentamente para quedar frente a mí, una pequeña mano acaricia mi barba con suavidad.
- ¿Estás bien? – pregunto. Sentía la voz temblorosa.
- Si – responde tan agitada como yo – ¿que fue eso?
- Tuve una pesadilla, no se… - respondo girándome lentamente para quedar cara a cara. Me observa con esos enormes ojos brillantes.
- ¿Sobre qué? – pregunta sin dejar de acariciarme. Niego con la cabeza y cierro los ojos, siento como su cuerpo caliente se acerca al mío, por instinto la envuelvo en mis brazos y acerco mi frente a la de ella, sus labios me dan un ligero beso – cuéntame…
- Sanem, cuando estuve solo tuve mucho tiempo para reflexionar sobre mi carácter, tuve que reprimir este yo agresivo y posesivo. No quiero que te vuelva a lastimar, pero es como un salvaje que si siempre susurra en mi cabeza… me vuelve loco… - abro los ojos, pero no veo miedo o enojo en ellos, al contrario, brillan de emoción y comprensión.
- ¿Así que… a ese “salvaje” le gusta desahogarse así? Es un travieso… – sonríe con burla y yo sonrío con ella, solo mi mujer podría ver el lado divertido de esta situación.
- Creo que sí, pero es tu culpa, eres tan hermosa que siempre estamos pensando en ti… - respondo acercándome para besar sus labios. Sonríe cuando nos separamos y se acerca aun mas para abrazarme entrelazando sus piernas con las mías.
- Qué bueno porque no puedes pensar en nadie más que en mí. Pero Can, no te escondas, dime como te sientes… - susurra cerca de mi pecho, siento como da un ligero beso en mi tatuaje y se acomoda otra vez.
- Si lo hago puedo ser muy agresivo… - le advierto un poco avergonzado. No sabía que se había metido en mi cabeza hace un rato.
- ¿Como ahorita? – pregunta separándose para verme a la cara. Quito su cabello de su frente y la beso.
- Algo así… - estaba seguro de que podría ser peor.
- Entonces está bien – responde con una ligera sonrisa.
- ¿Como? – pregunto confundido.
- Si tu otro yo se siente salvaje y posesivo, con gusto puede venir a desahogarse conmigo… - responde con una risa, sonrío mientras me rio con ella. Mi mujer era única – es más, ¿crees que se sienta con ganas de desahogarse otra vez? Tal vez no me quedo claro…
Y solo con eso mi corazón se siente seguro una vez más, Sanem estaba conmigo y nunca volvería a estar solo porque ella no pensaría en nadie más que en mí. Mi mujer… MI SANEM… siempre estaría aquí…
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ESCENAS CANEM
Hayran KurguEstos relatos cortos son escenas de la serie pero modificadas, como yo hubiera dado la vuelta a los acontecimientos o desarrollado tantas acciones sin necesidad de caer en lo innecesario. ¿No sentían como a veces se quedaban con ganas se más o simpl...