Days Gone [AU]

Capítulo 4: Lullaby for a Dead Men.

Charlie escuchaba la suave música de Jazz que el radio transmitía mientras Alastor se movía por la cocina en los preparativos para la comida, se había acostumbrado a aquella rutina, definitivamente lo extrañaría en unos días a su partida de regreso al infierno, ya podía escuchar los gritos de su padre reprendiéndola por haber salido del infierno de su autorización.

Suspiro al pensar de forma inevitable en el evangelio de Enoc, que decía que Lucifer y su hijo tendrían visiones diferentes de como gobernar el infierno y que este se encargaría en desatar el apocalipsis en la tierra corrompiendo a las almas, aunque se equivocó en dos de tres cosas...

— ¿Por qué esa cara tan seria querida? ¿sucedió algo? – preguntó Alastor en un tono algo curioso al no ver la habitual sonrisa en el rostro de Charlie. Aunque hacía días que la notaba claramente más cansada y distraída, incluso dormida en varios sitios del hotel, posiblemente su estado como un ente sobrenatural estaba llegando al límite.

— Nada importante Al – contestó restándole importancia a la situación y sonreír — ¿sabes que es cierto que Lucifer es amante del Jazz? – dijo intentando evadir el tema, de lo cual se percató Alastor, pero no quiso forzarla hablar del tema llegaría su momento.

— Sabía que decían que Lucifer era amante del Jazz - contestó mientras colocaba los últimos ingredientes al sartén y se retiraba el delantal - pero nunca encontré alguien que afirmara su veracidad – indicó mientras caminaba hacia donde ella se encontraba sentada, y le extendía el brazo hacia ella, sintiendo casi al instante como ella tomaba su mano.

Alastor acercó el cuerpo al suyo de forma que su calor y la frialdad de la piel de Charlie se mezclarán de forma leve a través de la ropa, y afianzó su mano a la cintura de Charlie, empezando a bailar con movimientos lentos y fluidos.

— Y dime cariño ¿cómo eres capaz de afirmar tal hecho? – interrogó interesado más en la naturaleza de la rubia — ¿lo conoces? –

— Más que conocerlo lo he sufrido – señalo Charlie mientras que dejaba salir una risa cantarina — pero al final él es mi padre – aquella afirmación tomó por sorpresa a Alastor que intuía la naturaleza de la rubia, pero no imaginó el lugar que ocupaba está en el infierno, empezando a reír no supo exactamente la risa que extraño a Charlie si había sido por la sorpresa o por lo hilarante que sonaba.

— Oh vaya, no puedo decir que no lo intuía – vociferó Alastor dando una vuelta a Charlie — desde que te vi por primera vez sabía que eras especial...– aunque no había sido capaz de anticipar la confesión de la rubia, que ahora mostraba un sutil sonrojo en su rostro.

La canción terminó dando paso a un bolero que los dos parecían dispuestos a bailar — Eres mi bien, lo que me tiene extasiado, Porque negar que estoy de ti enamorado de tu dulce alma, que es todo sentimiento – Alastor empezó a entonar la canción de forma que el corazón de Charlie no hizo más que aumentar los latidos hasta un punto donde creía que esta creía que él era capaz de escucharlos.

— De esos ojos negros de un raro fulgor – la voz de Alastor sonaba más profunda de lo normal a oídos de Charlie que provocaba que su piel se erizara por completo — Que me dominan e incitan al amor, eres un encanto eres una flor –

— Dios dice que la gloria, está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir – Alastor no podía dejar de contemplar cada uno de los rasgos que formaban el bello rostro de Charlie al punto donde su mano reaccionó por sí misma, y empezó a acariciar las mejillas de Charlie de forma delicada hasta sus labios los cuales rozó con primor, acercándose al rostro de esta en el proceso sintiendo como el aliento de ambos chocaba en un vaivén de aire caliente.

— Desmiento a Dios porque al tenerte yo en vida, no necesitó ir al cielo tisú, si alma mía la gloria eres tú... – Los dos sentían que estaban en una situación inevitable y la cual sus cuerpos pedían a gritos satisfacer la necesidad del otro, sintiendo tan cerca los labios del otro.