•1•

6K 565 235
                                    

Dejó los documentos que antes estaba revisando sobre el escritorio, observó detenidamente a los 5 individuos que se encontraban frente a él. Se quitó las gafas oscuras que poseía lanzandolas sin cuidado junto a los papeles, apretó el puente de su nariz mientras se recargaba en su silla.

No tenía ganas de encargarse de ninguno de ellos y tampoco podía gritar como hacía comúnmente por el terrible daño que le había hecho a su garganta está acción, ¿Le molestaba?, Demaciado pero no tenía otro remedio que modular su tono de voz, y tampoco quería aceptar que su querido novio tenía razón a decirle que terminaría en su estado actual.

Y hablando de su novio, no lo veía entre los capullos que tenía de amigos y eso de alguna manera le provocaba un sentimiento nada grato en el estómago. Analizo con más precisión a los hombres que tenía enfrente, lo que primero noto fue el nerviosismo en Segismundo, no dejaba de mover su pierna, haciendo temblar su cuerpo como la silla en la cual estaba sentado.

Movió su vista hacia Horacio, este se encontraba callado, pero se notaba a simple vista lo desesperado que se encontraba, parecía que se aguantaba de alguna manera sus comentarios explosivos. Miro a los tres que estaban detrás recargados en la pared, Pablito se veía neutro, serio, y podía decir que hasta indiferente, pero al ver cómo su nudillos se encontraban blancos de tanto apretarlos desecho cualquiera de esas opciones.

Jhony miraba el suelo y podía ver cómo su labio y su ceja estaban partidos, las heridas se miraban frescas como si no hubiera pasado más de dos horas de cualquier incidente.Trujillo por otro lado ya había acomodado su gorra sobre su cabeza al menos cuatro veces desde que habían entrado a su oficina y había tomando la mano de Horacio varias veces ya.

Había algo mal y para su mala suerte sabía que tenía que ver con Gustabo, se levantó de su silla, su caminata era lenta y su afilada mirada seguía en cada uno de ellos, se sentó en la orilla de su escritorio mientras se cruzaba de brazos.

-A ver mariconettis, ¿Que mierda a pasado?- 

El ambiente se volvió tenso, nadie tenía el valor para hablar, no solo por el miedo de la paliza que recibirían departe del súper intendente, si no también por lo preocupados que se encontraban. Horacio sentía el sudor bajar por su cuellos con lentitud, estaba nervioso, tenía miedo, no estaba acostumbrado a que su mejor amigo estuviera en ese tipo de problemas y realmente le preocupaba, más que su propia vida.

Pablito observaba todo sin decir nada y realmente le estaba cansado ese silencio, se separó de la pared y con pasos fuertes se acercó hacia el superintendente, pero antes de poder decir algo un teléfono empezó a sonar.

Conway estiró un poco su pierna y de su bolsillo sacó el aparato que no dejaba de sonar, en otra ocasión hubiera colgado sin pensarlo dos veces pero algo le decía que tenía que hacerlo. El número no estaba registrado y eso le dió una advertencia, nadie tenía su número.

-quien mierda es- movió un poco sus hombros intentando quitarse la presión que sentía- Gustabo, ¿Que sucede?- 

Los cinco hombres empezaron a gritar he intentar quitarle el teléfono a Conway, cada uno de ellos estaba más histérico que no permitían que el oficial escuchará. Volkov tomo su porra y le dió a cada uno un golpe para que se callarán, el súperintendente camino más lejos de ellos escuchando claramente lo que su novio le relataba.

Hizo un sonido de aprobación y con unas pocas palabras más dió por terminada la llamada, guardo el celular en su bolsillo y con el rostro sereno de nuevo se posó frente a todos.

Todos quedaron deslocados cuando la extraña y estrondosa risa se escuchó, dió una vuelta pasando al lado de cada uno de ellos mientras su risa era escuchada, se calmo cuando regreso a su silla detrás del escritorio.

Recargo sus manos en la superficie mientras observaba una fotografía que tenía bastante escondida en una esquina a lado de varios documentos, tomo la foto entre sus manos y la puso en la orilla del mueble.

-A ver capullos, ¿ven al hombre de la foto?- su manos temblaba sobre la superficie de madera

-Si señor-

-Diganme quien es-

-Es Gustabo señor - 

-exacto y para ustedes es un compañero para hacer la gillipolles cuando su culo le da la gana, para mi, es mi pareja y como mi pareja quiero saber que se encuentra bien en todo puto momento- movió varios documentos hacia un lado- entonces le pedí a más de uno de los que se encuentran aquí que lo vigilarán y me mantuviera informado de cualquier problema, ¿No es así?-

-Así es señor- 

-Entonces, ¿¡¡Por qué carajos Gustabo está secuestrado por una puta mafia!!?- golpeó el escritorio con fuerza produciendo un sonido demaciado fuerte.

Cada hombre aunque sea un poco temblaba al ver la furia que intendente demostraba sentir en ese preciso momento, Horacio intentaba explicar pero era callado al momento por su superior que maldecia el día que nació.

Todos los que estaban en la habitación sabían de la relación amorosa que Gustabo mantenía con Conway, y desde el primer momento se acordó mantener el secreto por las diferentes personas que querían muerto al súperintendente.

Y habían guardado el secreto demaciado bien, después de todo ninguno de ellos vendería a su amigo de esa manera, talvez Trujillo lo haya pensado pero al ver a su novio feliz por su mejor amigo no pudo ni siquiera contactar con nadie.

Y claro que tenían miedo, si esa mafia lo sabía lo más seguro era que las demás también lo supieran, y eso era lo que más aterraba a conway no el maldito dinero que le pedían si no los peligros en los que su novio estaría si más personas lo sabían.

Sabía que Gustabo se podía potreger sólo, sus 50 años ni se notaban, pero sabía bien que el hombre era demaciado impulsivo y algún día terminaría con una bala entre ceja y ceja.

Se desquitó con cada uno de los amigos de pareja, se los llevó a la sala de interrogatorio dónde sin miedo les dió de porrazos hasta que más de uno termino inconsciente.

Tenía que esperar que le mandarán la ubicación y la hora dónde iría a entregar el dinero y poder llevarse a su novio lejos de esos mariconettis como los llamaba el, y mientras practicaría lo que haría con los idiotas que se hacían llamar la mafia sexy.

07/05/2020

Carolcons 

SecuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora