Gustabo estaba amarrado a una silla bastante vieja que estaba seguro que si lo intentaba podría romperla, el problema estaba en los cuatro pistoleros que tenía como guardias, aunque podría asegurar que ninguno de esos capullos se atrevería a dispararle no quería arriesgarse y pasar al menos una semana internado en el hospital.
Movió sus muñecas un poco intentado quitar la incomodidad que sentía, hace al menos una hora su secuestrador le había obligado a llamar a su novio por su ayuda, le habían dicho que tenía que pedirle una gran cantidad de dinero por su liberación y Gustabo sabía que serían muy idiotas si por alguna razón intentaban estafarlo.
Conocía muy bien el carácter de su pareja y lo que podría hacer si miraba un solo rasguño en su cuerpo, y la mafia sabía bien eso, por eso no se habían arriesgado a golpearlo para callarlo, y se habían aguantado las ganas de darle al menos una cachetada.
Ventajas de tener al hombre más temido de la ciudad de su lado pensaba.
Los idiotas que se creían poderosos solo buscaban dinero y tal vez lograr hacerle daño al súperintendente, seguro que ganarían más respeto si lograban tumbarlo, pobres ilusos.
Gustabo no estaba preocupado por sí mismo ya se sabía que en al menos tres horas estaría en su departamento abrazado al fornido pecho de su pareja mientras él veía una película y conway revisaba datos de la comisaría.
Lo que realmente le preocupaba eran sus amigos y los posibles castigos que estarían recibiendo de parte del superior, realmente le preocupaba que tan lejos podría llegar si se enojaba demasiado.
Horacio se encontraba sentado en el suelo de la sala de interrogatorio observando como el superintendente golpeaba con su porra a Jhonny, jadeo cuando por accidente roso el golpe que tenía en el costado izquierdo de su espalda.
Trujillo que se encontraba a unos pasos de él notó como este hacia una nueva de dolor, se acercó intentando no alertar al súperintendente y recibir otra tanda de porrazos. Se sentó a su lado y tomó la mano contraria acariciándola un poco.
-Horacio, Gustabo es una máquina, lo más seguro es que este mejor que todos nosotros-
Horacio lo miro por unos escasos segundos, sonrió levemente asintiendo, se movió un poco acercándose más al de gorra, recargo su cabeza en el hombro contrario, no era el momento más romántico que habían tendido ya que los gritos de segismundo se escuchaban de fondo.
Conway estaba totalmente de rojo por el esfuerzo que había hecho, a sus pies estaban segismundo y Jhony, los dos habían terminado pagando toda la ira que sentía, acomodo su cabello y lanzó la porra a la mesa que se encontraba detrás suya.
Volkov e Ivanoff estaban afuera observando todo el espectáculo, habían tenido suerte de no recibí un golpe y lo agradecían.
El celular de conway empezó a sonar poniendo a todos alerta, sacó el aparato y entró a la aplicación de mensajes donde le habían mandando la ubicación que necesitaba.
Memoriza la dirección para ir directo a ella, sin decirle nada a nadie salió de la sala directo a su patrulla, era la hora para recuperar a Gustabo.
-¡Hey!- detrás suya escucho demaciados pasos
-¿Que mierda quieren mariconettis?-
-Nosotros vamos con usted-
La risa escandalosa se volvió a escuchar en la entrada de la comisaría, los oficiales ya estaban acostumbrados a verlo reír así, pero siempre les dejaba un sentimiento muy extraño.
-Riase lo que quiera pendejo, pero nosotros vamos por nuestro compa-
-No-
-No es pregunta cabron, de que vamos, vamos-
Los otro cuatro afirmaron en silencio lo que su amigo decía, conway solo pudo suspirar y aceptar a regañadientes, sabía que los capullos irían de todas formas.
Se adentro a su patrulla y Horacio, segismundo y Pablito iban con el, en la otra iban volkov, ivanoff, Trujillo y Jhony.
-Bien mariconettis, pónganse el cinturón, esto se pondrá feo-
Piso el acelerador haciendo rechinar las llantas y quitando el freno de mano el auto avanzo de golpe, los tres hombres que estaban con él empezaron a gritaron por la inesperada salida.
Horacio gritaba que acelerará más, Segismundo movía sus brazos en apoyo y Pablito solo se cruzaba de brazos esperando llegar, estaba seguro que al menos a uno le metería un plomazo, nadie se metía con sus amigos, mostraría lo que había aprendido en la cárcel de Juárez.
Las sirenas se escuchan fuerte y claras para cualquier civil que estuviera cerca de donde ellos pasaban.
Los capullos que se habían atrevido a llevarse a Gustabo lo pagarían muy caro, y cada uno de los que iban en las patrullas se encargarían de cumplirlo.
Gustabo sonrió de lado cuando empezó a escuchar las sirenas acercarse, miro al hombre frente a él que lo miraba hastiado, al parecer había logrado terminar con la paciencia de ese hombre y este le había golpeado justo en el rostro.
Sentía la sangre recorrer desde su nariz hasta su barbilla, encarnó una ceja cuando el hombre empezó a rebuscar en una caja, saco un trapo y se lo puso en la boca callando cualquier sonido.
- Escuchame Gustabo, los planes han cambiado, tu querido noviecito tendrá que darnos algo más que el puto dinero por tu maldito culo -
Ajustó es nudo detrás de su cabeza para evitar que el pedazo de tela se cayera y pudiera emitir algún sonido.
Frunció el seño ante la advertencia, ¿A qué se refería con algo más?, Empezó a removerse bastante fuerte intentado llamar la atención del secuestrador, pero este solo lo ignoraba mientras acomodaba las diferentes armas que utilizarían cuando la policía llegará.
El líder de la mafia tomo una pistola y se acercó de nuevo a Gustabo, apunto hacia su frente y quitó el seguro.
- El súperintendente tendrá que cambiar de lugar contigo para dejarte ir, o lo único que recibirá será tu cabeza en una caja -
Gustabo trago duro, esperaba que su novio estuviera con la mente tranquila y pueda encontrar una forma de frustrar el plan de esa mafia.
07/05/2020
Carolcons
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Secuestro
FanfictionConway estaba más que seguro que la relación amorosa que mantenía con Gustabo era un secreto que solo era conocido por unos pocos, pero cuando recibió una llamada de una de las mafias más peligrosas de la ciudad, dudo que siguiera siendo un secreto.