C A P Í T U L O | 0.3

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CAPÍTULO TERCERO.


Elodi.




Nadaba en la bruma de la inconsciencia, un rítmico balanceo quería arrastrarme nuevamente a los brazos del sueño. Luché contra él, intentando que mi respiración siguiera el mismo patrón anterior.

—¿Han encontrado la cueva? —.

Me costó demasiado esfuerzo contener el estremecimiento cuántico que sacudió ante la voz masculina, ante el ancho pecho que tenía pegado a la espalda.

Calor se filtraba de su cuerpo al mío, no un calor inocente, sino el fuego ardiente de los amantes.

—Sí, mi Rey. No hemos encontrado nada que nos guíe hacia la mujer que busca, no nos detendremos hasta encontrarla.

Un suspiro cansino sacudió al hombre en el que estaba apoyada. Podía sentir los hilos de la magia manteniéndome derecha, apresando mis extremidades robando mi movilidad.

—Comienzo a pensar que fue producto de mi imaginación.

Anhelo, eso es lo que se podía entrever en la voz del macho.

No tenía que ser muy inteligente para saber que hablaban de mí, de la noche en que salvé a nadie más ni nadie menos que el Rey Oscuro, quien no me reconocía.

Quise gritarle que era yo de quien hablaban, la chica que arriesgó todo lo que amaba para devolverle la vida.

¿Por qué no podía recordarme?

La conversación se cortó, deseé que las palabras siguieran fluyendo, obtener un poco más de información mientras pensaban que seguía dormida.

—Es de mala educación escuchar las conversaciones ajenas.

Giré la cabeza con tanta rapidez que los huesos tronaron.

Me encontré con la calidez de un aliento chocando contra mis labios entreabiertos. El fae había bajado la cabeza para hablarme, quedando a mi altura.

No pude despegar la mirada de esos labios carnosos y sonrosados, los colmillos puntiagudos que podían entreverse en la abertura de su boca. Un hambre diferente me tensó el estómago, ¿Qué demonios me estaba pasando?

Obligadamente alcé la mirada, chocando contra los orbes de tempestad que me buscaban en mis sueños, un sentimiento desconocido parecía moverse dentro de ellos, no supe descifrar qué era.

—Es de mala educación observar a alguien de esa manera.

Su voz volvió a surgir, el aroma dulzón de su boca abanicó mi rostro, volví mi cabeza al frente, intentando ocultar el sonrojo que me coloreaba las mejillas.

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⏰ Última actualización: Apr 12 ⏰

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