Después de vivir su desenfrenado placer, Ángela estaba exsausta, acalorada, sofocada, apenas podía respirar y Eva, sentada en la cama a su lado, no le quitaba los ojos de encima, la miraba compasiva, triste.
—¿Qué sucede?¿Eva?
—Angelita... Es la hora.
—¿De qué hablas?
Se agachó para besar a Angie, que respiraba profunda y erráticamente.
—Ven, acompañame...
Ángela, con dificultad, se sentó en la cama para luego levantarse y seguir a Eva.
—¿Por qué tengo tanto calor?
—Por qué hace mucho calor aquí, por eso nos iremos, ven, vamos afuera, está fresco.
Cruzaron la atolondrada puerta que se abrió con un agudo sonido para sentir la frescura del exterior.
—¡Ay que lindo el viento!¿Por qué no salimos antes Eva? Creí que afuera también hacía calor.
Pero Eva seguía caminando.
—Lo hacía.—respondió, se veía más extraña que nunca—.
—Quizás más que un lago eran aguas termales en las que estuvimos.—sugirió Ángela—.
—Quizá...
—¿Qué te sucede Eva?¿A dónde vamos?
—Alguien vino por tí.
—¿De qué hablas?
Al mirar hacía el bosque, notó que entre los árboles, la esperaba su madre, con los brazos abiertos, con su antiguo vestido largo y ancho, con el mismo rodete de siempre sujetando su cabello negro, y una gran sonrisa que hace mucho tiempo no veía en ella.
—¡¿Mamá?!
—¡Mi pequeña!
—¿Qué haces aquí?—dijo dando un paso hacía atrás—.
—¡Lo siento tanto! de verdad lo siento, no sabía lo que hacía, fui una imbécil.
—¿Por qué me dejaste en la calle?—se veía enojada—.
—Tan sólo fue mi ignorancia la que actuó por mi, ¡Me importó más la opinión de los demás que la felicidad y bienestar de mi propia hija!... Jamás me podré perdonar lo que te hice.
Ángela ya no podía resistir las lágrimas que hacían fuerza para salir, abrazó a su madre y lloró, lloró muy fuerte, ella la apretaba contra sí, hasta que se apartó.
—Debemos volver a casa.—le dijo—.
—Pero...
—No te preocupes por mí—se apresuró a decir Eva—.podrás visitarme cuando gustes, debes ir a tu hogar, con tu familia.
Ángela se alejó de su madre para acercarse a Eva, la abrazó con todas sus fuerzas.
—Gracias por darme un lugar.
—Siempre habrá un lugar aquí para tí, Angelita.
La besó en ambas mejillas, tomó la mano de su madre, que la esperaba. Comenzaron a caminar por el sendero de vuelta a casa.
—Mamá, ¿Cómo me has encontrado?
—¡Te hemos buscado por cielo y tierra! Pero fueron las hortensias las que nos trajeron aquí, a tí, a mi, a Eva...
—Que bueno que pudiste encontrarme.
—Ya no habrá más sufrimiento mi amor, prometo que a partir de ahora, no habrá castigos, no habrá llanto ni lamentos.
—¿De verdad Mamá?
—De verdad.
Ángela miró hacia atrás por última vez, vió a Eva observándola triste. Encima de ella, grandes nubes de humo se mezclaban entre los árboles.
ESTÁS LEYENDO
El Bosque De Las Hortensias
Teen Fiction[TERMINADA] Luego de ser rechazada por su familia por su orientación sexual, Ángela no tuvo otra opción que vagar sin rumbo hacía su desafortunado destino, sin comida, sin agua, sin dinero, caminó y caminó hasta encontrar su propio paraíso.