The Face Of Salvation

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- ¿Cómo se siente hoy, señor Uchiha?

Preguntó la mujer de cabellos rosas vestida en un perfectamente pulcro uniforme azul oscuro casi negro mientras servía una bandeja provista simplemente de un vaso lleno con agua hasta la mitad, dos píldoras y la escasa ración diaria de alimento que consumía aquel hombre. Alimento 'humano' es decir. Era una manzana cortada en perfectos gajos. Itachi Uchiha era un ser humano, a diferencia de su sirvienta y el hombre encerrado por propia voluntad bajo llave en su habitación en aquella mansión tan antigua como ostentosa. Las píldoras tenían una sola utilidad y era mantener despierto al mayor de los dos hermanos, por lo que cada vez que el hombre de 40 años cuya apariencia física se había estancado en sus juveniles 19 veía a Sakura Haruno entregárselas le dirigía una mirada del más absoluto odio con sus ojos en ese momento escarlatas. Otro efecto colateral de esa supuesta 'medicina' al mal que le aquejaba desde su nacimiento y por el que justamente pudo haber muerto a sus 19 años de no haber sido por esa mujer y su madre Tsunade quienes entonces eran criadas en su mansión. Misma que aun habitaba junto a su hermano menor Sasuke. A diferencia de él mismo, un verdadero vampiro, a quien había convertido el bastardo que asesinó a sus padres Fugaku y Mikoto. La mujer de cabellos rosas no atinó siquiera a reiterar la pregunta tras recibir la misma mirada gélida y roja por parte del hombre aunque si le recordó que no sobreviviría para ver nacer a su hijo si no cuidaba un poco más su alimentación. Así es, Sasuke no era simplemente su hermano. Era su pareja. Y llevaba escasos dos meses de embarazo.

- Necesito aire...

Dijo de pronto levantándose con pesadez del cómodo, mullido sillón negro en el que estaba acostumbrado a sentarse simplemente a descansar o leer uno de los tantos -y añejos- libros de la biblioteca de sus padres. La mujer de mirada jade simplemente lo observó marcharse admirando su perfecta figura a pesar del daño que la enfermedad había provocado en ella. Era un hombre perfecto como su hermano, pero ninguno estaba disponible por desgracia ya que se tenían el uno al otro. O, en todo caso, pertenecían el uno al otro y ninguna fuerza en la Tierra o el Infierno podría separarlos.

Itachi no le diría nada a aquella mujer. Nada le desagradaba más que quienes eran simplemente sus subordinados, sus sirvientes intentaran averiguar sobre su vida. Mucho menos darle consejos sobre cómo manejarse. No creía deberle el estar aún vivo a esas dos mujeres cuando en realidad una de ellas era una médica y su deber siempre fue básicamente ese. Su hija eventualmente había seguido sus pasos enfocándose más en la medicina natural. De hecho, ella misma elaboraba las píldoras y el suero que le suministraba en las noches para aliviar los dolores a veces intolerables que le azotaban como si aún fuese un simple humano. Se sentó en una banca junto a un enorme rosal de tonalidades curiosas que heredase de su madre Mikoto y que él decidiera convertir en uno de sus pasatiempos cuando la rutina diaria de satisfacer el 'hambre' insaciable de Sasuke lo agotaba. Porque aquella misteriosa medicina no solo ayudaba a que pudiese permanecer despierto cuando era necesario entre otras cosas sino que su objetivo principal en realidad era ayudarle a reprimir el efecto de la sangre de Sasuke en su cuerpo. De lo contrario, el joven vampiro lo hubiera matado y convertido en uno de los suyos mucho tiempo atrás.

No supo en qué momento se había quedado dormido, deleitándose con el sutil aroma de las rosas hasta que un par de delgados aunque no exactamente débiles brazos varoniles rodeando su cuello lo despertaron provocando que un instinto que solo despertaba en él ante situaciones peligrosas, amenazantes lo hiciera ponerse abruptamente de pie tomando con tanta fuerza como pudo el cuello del hombre frente a él. Sus ónices se abrieron asombrados al darse cuenta que estaba a punto de estrangular a su mejor amigo. Shisui tenía por costumbre tener esa clase de gestos cariñosos hacia él y Sasuke, aunque las circunstancias habían llevado a que ya no pudiera hacerlo con este último. Al igual que Itachi, Shisui era también humano. Al notar el asombro del menor, el hombre de cabellos negros cortos y alborotados apoyo una de sus manos en el rostro de su amigo para observarlo con mayor detenimiento. Hasta que dedujo finalmente el posible motivo de su estado.

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