Five: Midnight

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Dormía en su habitación, envuelto en un largo camisón blanco. Estaba teniendo un sueño muy bonito, hasta que el rey tocó su puerta, anunciando su presencia del otro lado. No lo dejó adivinar su identidad, tenía prisa, como cada noche de desvelo.
Stuart no tardó en levantarse para ir a atender, bostezó antes de abrir la puerta, pero no preparó una sonrisa como acostumbraba. Estaba cansado, era de madrugada.

Ahí estaba Murdoc, sin sueño, pero con las mismas ojeras que últimamente habían empezado a salirle.

-Quiero caminar un poco... ¿Vienes? -Tenía una mirada de súplica.

-Claro, sólo deja que me vista. -Iba a darse la vuelta para buscar su ropa, pero Murdoc lo tomó por el brazo.

-Agh, así estás bien. Sólo ven conmigo -aclaró, con la cabeza gacha. Si habría tenido la corona puesta, se le hubiera resbalado.

Stuart se miró a sí mismo, vestido con un simple camisón. Creyó que así insultaba la presencia del rey, nervioso estrujó la tela de los costados, pero a Alphonce no le interesaba. Alzó la cabeza y respondió:

-Co-como digas -aceptó. El otro se alegró.

Fue guiado por Niccals, que no le soltaba el brazo.

-¿No tienes sueño, verdad? -Siempre era la misma historia.

-No quiero dormir a su lado. -Murdoc detestaba su compromiso-. Sabes que no puedo. -Siempre el mismo lamento ahogado.

-Vale intentar, es tu esposa, y-y está embarazada. -Siempre el mismo vacío intento de ánimo.

Murdoc suspiró.

Stuart se retiró de la charla, nervioso. Hace semanas que habían cortado formalidades, pero no lograba acostumbrarse del todo.
El azabache había empezado a verlo como alguien muy cercano, el único confidente en su vida, y detestaba ser tratado como reliquia valiosa. Incluso su esposa demostraba ese tipo de distancia...

Los pasillos apenas estaban siendo iluminados por velas en las paredes, y pocos guardias realizaban su turno. Caminaban solos por el castillo, bajo la mirada inerte de los cuadros.

Stuart entendió que Murdoc no quería caminar, sino, llevarlo a la sala de música consigo. Sabía que la estaba llevando difícil desde que el embarazo de la reina María se dio a conocer. Fue toda una noticia para todos. Incluso para él, que incluso había pensando varias veces en el asunto. Lo tomó por sorpresa, sin embargo. Y era innegable, el vientre ya había empezado a acentuarse.

Así que comprendió esa mirada perdida en el suelo, guiándose por la memoria del camino hasta el cuarto. Estaba por volverse padre, y recientemente había asumido al trono. Estaba consciente de la tortura que debía ser ese peso para Murdoc. Apenas estaba por cumplir los dieciocho años, un año más que él, y seguía siendo tan joven.

Dejó que Su Majestad lo llevara de la mano hasta ahí. Donde todas sus clases de piano se dieron.

Abrieron las grandes puertas, dejando a la vista la enorme habitación.
Luego de encender todas las velas necesarias para obtener una iluminación estable, Murdoc llevó a Stuart al famoso piano en un rincón, aún con sus manos enredadas. Lo soltó y lo tomó delicadamente por los hombros, y lo sentó en el taburete.

Pot levantó la mirada, confundido.
Murdoc le sonrió. A pesar de ese esfuerzo de simpatía, se notaba la fatiga en sus ojos.

-Estaba pensando en enseñarte a tocar el piano. ¿Sabes? Parece que el instrumento te gusta mucho. Hablas de él con mucha fascinación -dijo, animado por ese rostro incrédulo.

Pot jadeó. ¿Se había dado cuenta de eso? Se apenó por haber lucido tan obvio. Pero cuando vio que la invitación era tierna y sincera, se le fue el cansancio de repente.

❝Our Majesty❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora