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"¿¡No crees que es emocionante!?" el grito de la pequeña Haitang hizo eco por todo el pasillo. Estaba realmente emocionada por que esta seria una de las muy pocas veces en las que su querido hermano la llevaría a un viaje, lo mejor de todo era que podría llevar a Shen Jiu para acompañarla, ¡eso significa que podría disfrutar de la compañía de sus dos personas favoritas!

En su mente ya tenia mil imágenes de los hermosos lugares que vería y todas la escenas familiares posibles que pudieran darse en esos sitios. Su activa imaginación no había parado de trabajar desde que Shen Jiu acepto recitarle aquel poema, desde luego que había insistido que le siguiera recitando textos de romance. Y su hermano, su querido hermano estaba últimamente más accesible, por lo que cualquier petición que hiciera Jianluo lo haría posible.

El hermano en cuestión, estaba de un muy buen humor, este viaje que realizaría tenia el objetivo de ir a visitar a una familia extremadamente rica, si las cosas marchaban bien existía la posibilidad de una alianza, lo que terminaría por elevar el estatus de su familia. Así que, realmente no pensó mucho a la hora de aceptar la petición de su hermana.

Por otro lado, a Shen Jiu no le molesto recitar aquel texto, sin embargo Haitang comenzó a ser demasiado pegajosa y le insistió día tras día hasta que nuevamente recito para ella. El hostigamiento fue muy molesto pero no quiso defraudar a la dulce niña que siempre le trataba con tanta amabilidad y cariño, ella solo estaba ilusionada y no era su culpa querer recibir muestras de afectó, el culpable en ese caso sería él por no poder demostrar cariño ni algún tipo de sentimiento mas allá de una actitud indiferente.

En fin, ahora estaba en la entrada a la residencia Qiu junto a los sirvientes tratando de que Haitang controlara esa enorme energía que no disminuyo en ningún momento.

Su hermano mayor no tardo en salir y abordar el carruaje que los llevaría. Este era lo suficientemente grande como para que las tres personas entraran, las demás cosas serian llevadas en otro carruaje.

"Joven ama, ya vamos a partir, por favor entre al carruaje" aviso una de las sirvientas, la pequeña Haitang asintió sonriente y tomo la mano de Shen Jiu para llevarlo con ella.

"¡Vamos, vamos!" grito emocionada y subió casi tropezando en el proceso por no ser muy cuidadosa a la hora de entrar. "¡Hermano, vámonos ya!" Jianluo sonrió ante la hermosa sonrisa que su hermana tenia, pero en cuanto sus ojos se encontraron con el rostro pálido y delgado de Shen Jiu mostraron un toque de reticencia. Hubiera preferido no llevarlo pero Haitang se habría molestado con él si no le daba permiso de traerlo con ellos.

El carruaje comenzó a moverse lentamente mientras los caballos desde afuera soltaban relinchidos por los jalones de las cuerdas con las que los sirvientes los sostenían.

Durante el primer día no pudieron avanzar demasiado pues el camino se había vuelto muy inestable al pasar cerca de la montaña, por lo que decidieron acampar esa noche. Si no lo hubieran hecho la posibilidad de sufrir un accidente habría sido inmensa.

Durante el amanecer del segundo día, la situación se vio igualmente mala. El camino que supuestamente los llevaría hasta la pequeña ciudad del otro lado de la montaña estaba bloqueada por un derrumbé. Tal parecía que los los dioses confabulaban en su contra. Dada la mala suerte, no tuvieron más remedio que tomar un desvío, este otro camino no era para nada frecuentado, y es que era muy peligroso transitar el lugar. Un descuido podría incluso costar la vida de quien andará por el.

Para cuando el sol del cuarto día ya estaba en su máximo esplendor, llegaron al comienzo de aquel camino. Algunos de los sirvientes se pusieron ansiosos por lo que sus ojos veían. La tierra parecía inestable y el camino estaba conectado directamente con un risco que a leguas se notaba que era profundo.

Jianluo se asomo para ver por qué se había detenido el carruaje, en cuanto observo el lugar su corazón se detuvo y un sudor frío bajo por su espalda, al igual que sus sirvientes, se sintió temeroso. Todos sabían que la probabilidad de caer no era baja. "¿Qué es lo que esperan? ¡Avancen!" grito al ver que ninguno de sus subordinados estaba moviéndose. Todo tenían miedo, este era un lugar peligroso.

Shen Jiu tenia curiosidad, y por lo tanto también quiso asomarse para ver lo que ocurría. Sus ojos observaron desde el rostro asustado de los sirvientes hasta el objeto de sus temores. Al igual que todos ahí, no pudo evitar temblar un poco, realmente aquel camino se veía peligroso.
Volvió a meter su cabeza dentro del carruaje y disimulo sus nervios perfectamente.

Ya que el camino era tan malo, solo quedaba rezar para que nada malo ocurriera mientras transitaban por el. De igual forma, lo peor que podría pasar seria encontrar un demonio y que este los atacará.

Los sirvientes, muy asustados y casi al borde de la cobardía, avanzaron sin tener más opciones. A pesar del miedo tenían que seguir obedeciendo a su joven maestro o de lo contrario sufrirían las consecuencias.

Poco a poco los rayos del sol comenzaron a esconderse tras las nubes. Estos nubarrones eran de un tono gris, anunciando la pronta venida de la lluvia y advirtiendo que las cosas se pondrían muy feas.

Antes del anochecer aquellas grises nubes cubrieron por completo el cielo, ocultando tras ellas la brillante luna y sus estrellas. La oscuridad no tardo en expandirse por todo lo largo y ancho de aquel lugar, si alguien intentara ver en realidad no podría observar nada más allá de su nariz.

"Joven maestro, deberíamos detenernos" sugirió uno de los sirvientes, en ese momento lo mas propicio seria aguardar a que la luz volviera a iluminar el cielo y las condiciones fueran óptimas para seguir con su recorrido.

"¿Por qué?, ¿acaso tienes miedo de seguir?" Jianluo le cuestiono con el ceño fruncido, a este paso no llegarían a tiempo para la reunión, estaba molesto e impaciente. "Si ese es el caso, entonces regresa por donde viniste pero ya no te presentes en mi casa. Las porquerías cobardes como tu me dan asco" el sirviente ya no dijo más y se alejo del carruaje para luego colocarse en el lugar que le correspondía. Ya nadie quiso siquiera sugerir detenerse para descansar.

Algunas gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo, primero fue una brisa ligera pero al poco tiempo esa brisa se convirtió en un torrente demencial que se acompaño de fuertes truenos.

El miedo antes recluido en el corazón de los sirvientes y amos se vio liberado rápidamente. "¡Detengan el carruaje, descansaremos aquí!" grito Jianluo. Su pequeña hermana, asustada por este terrible clima, comenzó a llorar mientras se aferraba con fuerza al brazo de Shen Jiu. Las cosas solo empeoraron desde que salieron del la residencia Qiu y no parecían querer terminar.

Una vida en el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora