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La oscuridad los envolvió por completo mientras los relámpagos iluminaban con un estruendoso sonido los alrededores. Tan pronto la lluvia comenzó a caer con más fuerza y el cielo obscureció los sirvientes encendieron algunas linternas para iluminar dentro del carruaje, ya que la pequeña Haitang temblaba de miedo mientras se sostenía de Shen Jiu.

La tierra se volvió una trampa de lodo que impedía seguir avanzando, los caballos que halaban del carruaje quedaron muy difícilmente podían andar. Incluso los sirvientes no podían dar dos pasos sin que sus zapatos se quedaran atascados entre el lodo.

En esa clase de ambiente todo mundo tenia problemas y comenzaría a sentirse desesperado. "¿¡Qué están esperando!? ¡Hagan algo para que nada se dañe, inútiles!" grito aquel joven maestro arrogante y malcriado. Observo lo asustada que su hermana estaba y se armo de valor para no permitir que el miedo tomara por completo el control de su cuerpo. Se acerco hasta Haitang para seguido deshacer aquel intimo agarre que la pequeña mantenía con Shen Jiu, no pasaron ni dos segundos de haber separado a los pequeños cuando ya habia tomado entre sus brazos a Haitang. Susurró palabras reconfortantes para tratar de apaciguar el temor de la menor.

Le había dirigido una mirada de rencor a Shen Jiu por no poder tranquilizar a su hermana, ese mocoso no hacia nada más que fastidiar. "Ve y ayuda a los sirvientes" ordeno.

Shen Jiu no asintió ni negó nada pero aun así salio del transporte. Habiendo estado viviendo por años en la calle esto no podría ser considerado algo que lo alterara, la situación a pesar de ser desafortunada no lograría hacer que se hiciera en los pantalones, el era mucho más fuerte que eso.

La lluvia lo empapo tan pronto puso un pie afuera, toda su ropa y cabello se pego al delgado cuerpo que poseía, dando la impresión de un niño fragil, sin embargo su expresión se mantuvo indiferente. Verle así, las personas podrían compararlo con un gato desnutrido y huraño que muy posiblemente sacaría sus garras si se sentía amenazado.

A pasos lentos se acerco hasta el grupo de sirvientes, todos ellos se encontraban en la misma situación que él. "¡Muevan esos paquetes, rápido nada debe estropearse!" gritaba uno de ellos, esta persona estaba tan malhumorada que Shen Jiu prefirió no acercarse, seria solo una perdida de tiempo si intentara ayudar. Mejor decidió dar su apoyo a las jóvenes sirvientas de la casa, que prácticamente se reducían a un delimitado grupo de cuatro mujeres. Ellas cargaban algunas cajas con cerámica y alimentos, esto sería mas sencillo.

"Hermana mayor, deja que te ayude con eso" ofreció tan pronto estuvo al lado de aquellas mujeres. La fémina de mayor edad le observo por un momento, estaba algo indecisa, este niño flaco y pálido se había ofrecido pero ella dudaba que si quiera pudiese cargar alguno de esos objetos pesados. Sin embargo dejo que lo hiciera, entrego una caja que contenía cerámica y le dijo en que lugar debería ir. Dado que la mayor parte de las cosas habían sido cargadas por los sirvientes solo para que Jianluo se divirtiera, ahora tenían que meterlas de vuelta a los carruajes para que nada se mojara.

Las personas se movían de un lado a otro con mucha prisa mientras Jianluo y Haitang yacían cómodamente abrazados dentro del carruaje, la pequeña aun estaba asustada pero ya había dejado de derramar lágrimas.

"Hermano, ¿cuánto crees que dure este horrible clima?" pregunto en un tono bajo y temeroso.

Jianluo le observo con cariño por unos minutos y después contesto muy seguro de si mismo "No te preocupes, esta lluvia pasara pronto, de cualquier forma tu hermano esta aquí para evitar que algo o alguien te lastimé, ¿si?" la pequeña sonrió ante aquella respuesta y se dijo mentalmente que su hermano tenia razón, además, Shen Jiu también podría protegerla.

El agradable momento de hermanos fue repentinamente interrumpido por el repentino movimiento del carruaje secundado por un par de gritos. Esto despertó la incertidumbre en Jianluo, que se soltó del abrazo de su hermana y se asomo entre las cortinas del carruaje, la vista que le aguardaba lo dejo mudo.

En la parte de afuera, los sirvientes estaban completamente aterrados por lo que acababa de pasar, en un momento estaban acomodando algunos artículos y al otro un gran montículo de tierra se derrumbo y se dejo caer sobre el carruaje donde los hermanos Qiu descansaban. El corazón todos se detuvo cuando Jianluo se asomo por el lado que estaba inclinado hacia el borde del risco, esta acción provoco que el carruaje se inclinara a donde le esperaba una caída profunda.

Rápidamente los sirvientes sostuvieron los amarres de los caballos y parte del carruaje para halar y dejarlo en un lugar seguro. Pero lamentablemente no pudieron lograrlo, la lluvia estaba volviendo resbalosas las cuerdas, el terreno era inestable y el transporte se les iba de las manos, no aguantarían mucho.

Shen Jiu, viendo con incredulidad este repentino accidente, no dudo ni dos segundos para dejar caer lo que cargaba y entrar de un solo salto al carruaje, esto hizo que la carga del objeto fuese mas pesado y se deslizara un poco más.

No importaba que tan malo y cruel haya sido, tampoco importaba todo el odio que su corazón guardara, Haitang fue una de las pocas personas que lo trataron bien, ella lo salvo innumerables veces de su cruel hermano, fue tan buena con alguien tan miserable como él... No permitiría que ella tuviera ese final, ella merecía vivir.

A veces la gratitud que sentimos hacia las personas que nos tratan bien suele ser demasiado grande, al grado de querer ofrecer lo más valioso que poseemos. En este momento, Shen Jiu estaba dispuesto a exponer su vida para salvar a esa dulce niña, no por que tuviera que hacerlo, sino por la gran estima que le tenía y el fuerte sentimiento de cariño. A pesar de ser una persona tan escoria ¿cómo podría dejarla morir de esa manera? esa pequeña flor pura aun tiene mucho por delante, debe casarse, tener hijos y vivir una larga vida.

Estando parado e inmóvil en la esquina que los sirvientes sostenían, analizo la situación. Si llegara a moverse al otro lado de este carruaje, sin duda alguna caería al abismó y no serían dos sino tres los muertos, pero si lo hacia y lograba sacar a Haitang... No lo pensó demasiado, aun cuando su vida estuviera terminará, aun cuando posiblemente no lo lograría, el lo intentaría. Con la rapidez de un rayo se lanzo hasta la niña y de inmediato la empujo lejos del carruaje.

Había usado la poca energía espiritual que pudo reunir, así que la pequeña atravesó con su delicado cuerpo la pared de madera y cayo lejos del peligro, sin embargo ya era muy tarde para que él o Jianluo escaparan.

"¡Maldita bestia asquerosa, pudiste haberme sacado a mi también!" grito Jianluo y lo sujeto de las ropas, el carruaje ya había caído desde que Shen Jiu empujó a Haitang, así que ahora solo aguardaba esperar la inminente muerte. Se consoló a si mismo al pensar que por lo menos tendría la dicha de saber que el maldito de Jianluo compartiría el mismo destino que él.

Cerro los ojos y en su mente una imagen de dos niños se proyecto, ojala pudiera ver a Qi-ge, aunque fuera una ultima vez, así podría morir pacíficamente. Lastimosamente sabia que aquel deseo jamas seria posible, su muerte se acercaba y ya jamas lo volvería a ver.

Los sirvientes que habían tratado de sostener el carruaje solo pudieron observar impotentes como el carruaje caía hasta desaparecer por completo. Haitang lloraba por la pena y el dolor de haber perdido a las personas más importantes en su vida. El accidente provoco una herida que jamas cicatrizará, jamás se borraría.

Una vida en el olvidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora