Día uno

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Otra jornada de trabajo en la oficina para Brock Rumlow.

El objetivo –un diplomático local involucrado con SHIELD- fue eliminado impecablemente por el espléndido hombre a su lado, y el equipo de seguridad del hombre ahora yacía muerto en el fondo del río Amur.

Un tiro de bazooka a quemarropa había dejado inservible el motor principal del helicóptero de Hydra y una tormenta de nieve retrasaría la extracción por algunas horas. ¿Qué importaba eso? La misión se logró en tiempo record y Winter estaba completamente a salvo y listo para actuar. Salvo un par de laceraciones y un meñique luxado que podía repararse sin problemas, el propio Rumlow estaba ileso. Sin duda era un saldo bastante aceptable para el alto consejo, y un resultado excepcionalmente afortunado para Brock.

Hydra, al igual que cualquier organización criminal que se respetase poseía propiedades alrededor del mundo, en cualquier sitio en el que fuera pertinente alojar a su personal. Esta vez, el punto de extracción en el que debían aguardar algunas horas sería una pequeña cabaña en la periferia de Vladivostok, a algunos kilómetros de la ruta del transiberiano.

Tras la ejecución, ambos habían salido de la ciudad atravesando la red de desagüe y avanzado en total silencio dentro del cauce de un arroyo helado por cerca de veinte kilómetros para evitar dejar huellas en la abundante nieve del octubre ruso. Cuando el GPS portátil de Brock lo indicó, ambos se internaron aún más en las profundidades del bosque. Así, tras cuatro horas de marcha, llegaron al bunker, cuyo exterior estaba convenientemente disfrazado como una antigua cabaña de guardabosques. Sólo entonces, Brock habló.

-Hiciste un trabajo magnífico.

-Gracias, Comandante Brock.

-¿Sabes? Cada vez que nos vemos te pido que me llames sólo Brock cuando estamos solos, aunque no siempre tenemos tiempo de que eso ocurra. ¿Lo harías esta vez?

-Por supuesto... Brock.

-Gracias. –Los ojos color ámbar del hombre brillaron cálidamente cuando escuchó al Soldado decir su nombre una vez más. Él vivía para estos instantes.

Para cuando la ventisca comenzó, ambos estaban ya entrando al refugio. Rumlow abrió la puerta haciendo uso de un sistema de reconocimiento facial hábilmente camuflado en una pared, y entraron, cerrando el lugar.

El interior de la planta baja era el de una cabaña cualquiera, con una pequeña sala alfombrada y un comedor de madera para cuatro ocupantes. Al fondo había una habitación con dos literas y un cuarto de baño, que incluía una diminuta ducha y una bañera –muy conveniente para lavar y borrar evidencias-. Un porche exterior y un cobertizo con algunas tablas y herramientas viejas complementaban el lugar... Pero bajo la alfombra de la sala era donde realmente ocurría toda la magia.

En cuanto la puerta exterior se cerró, Brock escaneó el área en busca de dispositivos de espionaje... Nada. Sólo entonces levantó el gran tapete central de la sala, retiró parte del entarimado, y una escotilla de metal apareció ante sus ojos. La abrió y descendió a su verdadero refugio. Se trataba de una cámara acorazada de tres pisos de profundidad, y en su interior había todo lo que los agentes de élite de Hydra o el alto consejo pudieran requerir en una emergencia. Aparentemente, la pequeña fortaleza era a prueba de todo tipo de ataques, y tenía un sistema autónomo de ventilación, potabilización, drenaje, calefacción, comunicación satelital y suministros de alimentos, agua y vestimentas de toda índole para cuatro individuos, que probablemente serían suficientes para una estancia confortable de tres años. Rumlow sonrió.

-Busca dos juegos de prendas cómodas, secas y limpias. Puedes tomar una ducha rápida en este nivel, secarte y ponerte el tuyo mientras yo me aseo y preparo algo para comer. ¿De acuerdo?

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