Lisbeth es una joven normal y corriente o al menos así se ve ella. Le encanta leer y es una gran fan de Crepúsculo. Sin embargo, el día de su cumpleaños algo sale mal. Un accidente y un espejo, es todo cuanto recuerda al despertar.
¿Esta en "Crepús...
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Después de contar casi todo lo que sabía (aunque algunas cosas decidí ahorrármelas), caí en cuenta que tenía que volver a casa. Emmett se ofreció a llevarme a casa corriendo y yo asentí emocionada. Me despedí de la familia, aunque seguían sorprendida me devolvieron la despedida.
Ni siquiera pensé en Edward, sabía que aquello era demasiada información para él y necesitaba hacerse a la idea. Quizá incluso debería darle su espacio.
Emmett me cargó como si fuera una princesa, y comenzó a correr. Era rápido y la sensación era genial. Era como ir en una moto a gran velocidad, esa adrenalina te recorría el cuerpo y te hacía sonreír.
Me dio pena cuando llegue a casa, ojala pudiera sentir la velocidad de nuevo. Él me dejó con cuidado en el suelo. Intenté peinar el cabello con mis manos, seguro que ahora mismo era un nido de pájaros.
-Gracias por traerme.
Él sonrió, su mano dio suaves golpecitos en mi cabeza. Me sentía como un perrito.
-De nada pulguita. Gracias a ti por contarnos todo eso, no puedo esperar a encontrarme con esos nómadas -dijo con una sonrisa.
Me reí. Él siempre era tan entusiasta. Me despedí con la mano de él mientras lo observaba alejarse.
En casa me esperaba Charlie.
-Has tardado en venir.
-He visitado a los Cullen en su casa, muy majos todos.-dije sonriendo.
Pobre Charlie, él realmente no sabía nada, y quizá era mejor así.
Mi situación no había cambiado nada, seguía atrapada en un mundo que no era mío, pero por alguna razón, ahora me sentía mejor. Me había quitado un gran peso de encima y aunque hace una horas estaba desvelando todos los secretos a una familia de vampiros, ahora estaba frente a mi escritorio haciendo deberes de una clase que ni me importaba.
Sentía que era un gran cambio.
Después de hacer los deberes (porque ante todo una es responsable), decidí reflejar por escrito algunos de los hechos importantes que estaban por venir. Debía pensar un plan para evitar algunos problemas.
Cuando llegó la noche, ayude a preparar la cena (aunque queme la comida), lo bueno es que Charlie comía sin rechistar. Lo siento Charlie, ni en este mundo ni el mío cocinaba bien.
En cuanto llegó la noche me puse el pijama y fui a lavarme los dientes. Mañana sería otro día, quizá Charlie podría darme el número de móvil de Bella, podría hablar con ella antes, para que cuando llegase la situación no fuese muy incomoda.
Cuando volví a la habitación la ventana estaba abierta. Resople y fui a cerrarla cojeando, el yeso en la pierna seguía siendo un incordió pero por suerte, pronto me lo quitarían y sería libre como un pajarillo.