9. "Momentos de paz"

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Por la mañana sentí como ella se movía en la cama, estaba despertando.

- Buenos días. - La saludé, mientras me desperezaba. Ella me vio de inmediato.

- H-hola. Amm... Debo irme a... Mi cuarto. - Hablo rápido intentando sentarse. - ¡Auch! - Exclamó con un semblante adolorido. 

- ¿Qué sucede? - Pregunté alarmado al ver su rostro expresando dolor.

- Me duele. - Fue lo único que dijo. Su vista bajo hasta su entrepierna. - Oh, no... Lo siento, lo siento mucho... Yo, voy a arreglarlo. - Dijo desesperada intentando levantarse. Yo la sujete para calmarla y para que me explique también, claro.

- Tranquila, esta bien, dime ¿qué te duele? - Seguí su mirada hasta abajo y vi la mancha leve de un color escarlata. Sonreí. Era la prueba viviente de que su pureza virginal había sido arrebatada, por mi.

- Voy a limpiarlo, lo prometo. - Murmuró avergonzada.

- No es nada, esta bien. Eso es normal. Pero por favor dime que es lo que te duele me preocupas niña.

- Solo debe ser por lo de anoche. - Dijo cabizbaja. Entonces comprendí.

- Perdón por lastimarte, enserio, no quise... Fue el momento y la situación... - Intenté excusarme.

- Ya esta. Ahora, hay que levantarse y si me permites lavaré tus sabanas.

- No. - Sentencié. - Tu ve a darte un baño y yo llevaré las sabanas a lavar. -  Ella me vio con tristeza. - Anda cielo. - Le di un beso en la frente.

- Esta bien. - Respondió levantándose. Lleve las sabanas al cuarto de lavandería y fui a preparar el desayuno.

Fue increíble. Me sentía diferente. A Georgina se le veía incómoda, de seguro le avergonzaba haber perdido los estribos la noche anterior. Sentí su deseo. La forma en la que me tocaba, cuando me besó, siendo tan inexperta, fue hermoso. Me sentí lleno de esperanzas. Con pensamientos futuros. Pero aún así, yo olvidé que debía darle un castigo, para peor doble. Por sus dobles intentos de huidas.

Aunque el primero quedo invalido. Ya que se había lastimado y me sentí culpable por eso, pero la segunda vez, cuando le pidió ayuda al idiota de Mattew, esa fue la gota que colmo el vaso. Pero pronto yo le iba a dar una sorpresita.

Esa mañana le prepare leche, acompañada de unos waffles.

Subí los escalones con cautela. Entré sin hacer mucho ruido, deje la bandeja con el desayuno sobre la mesita de luz y me dispuse a ir junto a la puerta, para anunciarle que su desayuno ya estaba listo.
Me asome y oí el sonido del agua caer, junto a un leve sollozo. No tuve pudor y abrí la puerta. Me encontré con ella, acurrucada en una esquina, mientras el agua la cubría. Al verme de inmediato se paró y cerró la llave de agua.

- Georgi... - Susurré. Mi animo había caído notoriamente. Me preocupe por ella. Di pasos, avanzando hacia ella.

- No me veas. - Pidió. Cubriéndose los pechos con sus brazos.

- Cariño, anoche vi tu cuerpo completamente desnudo, no hay de que avergonzarse. - Le hice saber, ella tenia los ojos llorosos. La cara sonrojada, su nariz brillaba. Eventualmente estaba llorando.

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