11. En marcha

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Advertencia:

Este capitulo contiene escenas sexuales. (+18)

Un nuevo día. Un nuevo plan. La mente de Georgina trabajaba a mil por hora. Ya habían pasado varias semanas, exactamente no sabia cuanto tiempo llevaba en esa mansión del horror.

Cada tanto se ponía a escribir como se sentía allí. Para que a propósito Aleksander lo vea y reflexione sobre los sentimientos de su supuesta amada.

"Creo que hoy es viernes, del año 2016

Hoy las hojas de esta libreta me piden que les susurré algo bueno, pues lamento tener que susurrarles lo contrario. Vivo una mentira, que se transformó en lo único que me queda. Ya no se cuanto tiempo pasó, me siento pérdida y sola. Tengo miedo, miedo de que los días me consuman y me tapen con un fúnebre velo. Solo pido no pedir nada, extraño lo que no tengo, y lloro por la felicidad.

Hoy susurro tristeza, para mi humilde soledad."

A veces escribía como para olvidar que eso estaba pasando, u otras para acordarse.

Estaba feliz, Cassandra llevaría a cabo su plan. Seduciría a Aleksander. Lo único que ella esperaba era que no se muera en el intento.

Aleksander estaba en su despacho, revisando algunas facturas de gastos y etcétera. La puerta fue golpeada y él dio la orden de que, sea quien sea, pase.

- Aleksander... - Susurró Cassandra, entrando.

- ¿Qué pasa? - Preguntó sin verla directamente.

- Tengo algo que decirte.

- Dilo.

- ¿Puedes tan solo verme un minuto? - Aleksander elevó la vista y la vio, ella llevaba puesto el vestido que Georgina usó en la fiesta de Marina Hassall. A ella le quedaba mucho mejor, sus curvas resaltaban, su brillante cabellera sedosa, de color oro, caía sobre sus hombros. Aleksander no pudo evitar mirarla de pies a cabeza. Se veía hermosa.

- ¿Qué tiene? - Preguntó tratando de disimular su fascinación.

- Necesito tu atención. - Dijo ella. Acercándose más aún. Él trago saliva. Se sentía abrumado. Pero no era ningún tonto. Pensamientos hiper fugaces pasaban por su conciencia. La tenia a centímetros suyo, despacio corrió su cabello hacia un lado, dejando el escote a la vista de su jefe. Ella estaba nerviosa. No sabia como iba a resultar. Aleksander la veía boquiabierto. Hacia unos cuantos días, que había tenido relaciones con Georgina y cada día que pasaba solo deseaba llevarla a la cama nuevamente. Pero Cassandra no era Georgina, no debía estar usando su ropa, ni mucho menos entrar a irrumpir en su despacho, por una tontería como esa.

Cassandra sin dudarlo ni un segundo más, bajó el cierre del vestido e hizo que este cayera al suelo. Develando así su cuerpo desnudo. Aleksander no podía articular palabra. Lo necesitaba. Pero, en su interior lo sentía como una falta enorme hacia su querida amada. Pero la urgencia es más activa y potente. Aleksander tomo de la cintura a Cassandra y la atrajo hacia él, haciendo que esta se siente sobre su regazo, rodeando su cintura. Ella no se quedo atrás y comenzó a besar su boca, sedienta y deseosa de él. Sus manos no podían parar de tocarla. Era adictiva y necesaria, por sobre todo. La recostó sobre su escritorio y comenzó a penetrarla sin compasión. Los jadeos de Cassandra si se oyeron por toda la casa, hasta llego a oídos de la muchacha, pero ella, estaba en paz, en el jardín y poco le importaba que Cassandra estuviera teniendo relaciones con el tipo que días atrás le jugaba amor, ella lo sabia, nunca fue amor, solo era una obsesión insípida.

Por un lado se sintió bastante complacida, porque Cassandra si deseaba las caricias de Aleksander, sin embargo ella no. Además la rubia lo disfrutaría.

Sonrió y siguió escribiendo. Solo debía esperar para huir. Y si ese plan no resultaba, habían otros más por ejecutar.

Después de un buen rato, Cassandra se volvió a vestir y Aleksander también. Ella se retiró en silencio del despacho. Con una gigante sonrisa interna. Y él solo pudo recobrar su sentido moral, sus principios y toda la cháchara que tenia preparada siempre. Golpeó la mesa con fuerza y se sintió un idiota por haber caído de una manera tan brusca. Salio corriendo hacia el patio para buscar a Georgina. Ella seguía junto a las plantas y a la pequeña fuente que destilaba agua, su sonido transmitía lo que tanto ella ansiaba; calma. Se tiró sobre sus pies y comenzó a llorar de forma desesperante. Abrazó los pies de la joven y los empapó con sus lágrimas.

- Perdoname... Por favor... Perdoname. - Pidió en llanto. Su rostro se puso colorado. Sus ojos también, las lágrimas bañaban su rostro. Georgina levanto su mentón con su mano y lo vio a los ojos sonriendo de forma inocente.

- ¿Perdonarte porque? - Cuestionó fingiendo confusión.

- Te... Engañe, lo siento... - Dijo volviendo a romper en llanto. Georgina, fingiendo nuevamente, puso cara de indignación, lo empujó y salió corriendo, dramatizando todo lo sucedido, tras la "confesión" de él. Corrió hacia su habitación, cerro la puerta con el seguro, se sentó sobre la cama y río por lo bajo. Al instante oyó los golpes en su puerta, llamándola. - Perdoname. Fui un estúpido. Por favor. - Suplicaba. Mientras que Georgina se veía al espejo, se esforzaba por hacer brotar al menos una lágrima disimulada. Lo logro. Entonces se acercó a la puerta y accedió al pedido de Aleksander.

- ¿Porqué? - Susurró.

- Porque no lo aguanté. Soy un imbécil. Solo quiero tenerte a ti y a nadie más. Perdoname. - Pidió arrodillándose.

- ¿Lo ves? - Habló haciéndose la ofendida. - Eres un maldito. - Espetó cerrando la puerta. - Y yo que estaba sintiendo cosas por ti. - Dijo lo suficientemente alto como para que él la oiga. - Todo es tu absoluta culpa, por ser un débil. - Agregó. Se sentó sobre la cama y cruzó sus piernas. Lo único que deseaba era que su plan sea lo suficientemente efectivo, para el inicio del olvido.

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