Fifty shades nanny

18. El amor se está gestando

CHRISTIAN

Me sorprendió un poco cuando Ana salió corriendo de la habitación porque pensé que estábamos en la misma página, pero de nuevo me sorprendió. Sin embargo, no tardé en seguirla, pero no estaba preparado para lo que encontraríamos en su habitación. Ana estaba de pie en la puerta temblando cuando la rodeé con mis brazos. La habitación estaba destrozada, la cama rota, la ropa estaba regada por todas partes, pintado con aerosol estaban las palabras 'puta' y 'sumisa' en las paredes. Era un desastre horrible y me molestó que ella tuviera que ver algo como esto.

"¿Por qué?" ella preguntó mientras las lágrimas continuaban rodando por sus mejillas.  Solo la sostuve cerca de mí.

"Creo que tenemos que hablar", digo tirando de ella de vuelta a mi habitación. La dejé entrar nuevamente y ella va directamente al baño y vomita en el inodoro. Observo como ella se derrumba en el piso sollozando en seco. Me duele verla tan rota. Simplemente me duele verla con tanta angustia. Me acerqué a ella y me deslicé por la pared para sentarme a su lado.

"¿Qué hice para merecer esto?" susurra mientras sostengo su cabeza en mi regazo.

"No es a ti a quien persiguen sino a mí", le digo.  Siento que se pone un poco tensa ante ese comentario. "He vivido una vida indigna de cualquier amor, pero ahora la anhelo", le digo pasando la mano por su cabello.

"¿Qué quieres decir?" ella pregunta acercándose un poco más a mí, pero manteniendo la cabeza justo donde estaba.

"Tengo una forma poco ortodoxa de tratar a las mujeres", digo deteniéndome para reflexionar sobre cómo continuar. Ella me mira con sus grandes ojos azules. "Ven conmigo", le digo mientras la muevo para que se siente, luego me levanto y alcanzo su mano.

"No me vas a hacer daño, ¿verdad?", Pregunta ella extendiendo su mano vacilante hacia mí.

"No, por qué", le pregunto. Ella coloca su mano en la mía.

"No es nada", dice mirando hacia el suelo. Quiero preguntarle a qué se refería, pero no quiero presionarla demasiado y hacer que se vaya.

"Vamos", le digo mientras nos dirigimos hacia el pasillo solo para toparnos con Taylor.

"Señor, ha habido noticias de Leila", dice mientras observa muestras manos.

"Puedes manejarlo", le digo mirando a Ana para asegurarse de que estaba bien.

"Sí, señor", él dice mientras comienza a alejarse.

"Taylor, Leila destruyó la habitación de Ana. ¿Puedes traer al equipo de limpieza aquí y limpiarlo lo antes posible?", Le digo mientras pasamos junto a él.

"Me ocuparé de eso", dice, cuando ya tiene su teléfono hablando alguien del otro lado. Llevo a Ana por las escaleras hasta la habitación de sumisas y miro nerviosamente la habitación y luego a ella. No estoy seguro de cómo continuar con ella. Me giro hacia mi sala de juegos y coloco la llave en la cerradura que saqué de mi cajón antes de entrar al baño.

"Por favor, ten en cuenta que todo lo que sucedió aquí en esta sala fue todo consensuado", le digo mientras abro la puerta y la abro con el pie. Ella entra en la habitación y me espera. Entro detrás de ella y enciendo la luz. La escucho jadear mientras observa las diferentes cosas dentro de las cuatro paredes. Ella esta en silencio por un momento y luego se da vuelta para mirarme.

"No me harás daño, ¿verdad?", Me pregunta de nuevo.  La miro y la tomo con cuidado en mis brazos.

"No, no lo haré", le dije abrazándola cerca de mí. No creo que pueda lastimarla como lastimé a las otras mujeres que han cruzado estas puertas antes. Por una vez, no la veo como un juego, sino como una igual. Una persona que podría necesitar más de lo que necesito esta habitación.