BLUE NEIGHBOURHOOD #1 | WILD | Lucaya

2. I Stared a Joke.

Sacar el batido de fresa por completo de su cabello había sido todo un desafío y a tan solo unos minutos de haber salido de la ducha aun dudaba de si había retirado todo el dulce. Una sonrisa se formó en los labios del texano mientras recordaba lo fácil que había sido llegar a Maya, lo poco tolerante que era y cómo se irritaba con facilidad. Lucas había intentado ser su amigo múltiples veces por un mes pero la rubia parecía no querer dar su brazo a torcer y si ella insistía en querer molestarlo, aceptaría su juego. Si era la única forma de llegar a ella, entonces lo haría, sería participe del juego de Maya.

Por supuesto que le devolvería el favor del batido, pero... ¿Cómo?

Mientras se terminaba de secar el cabello con una toalla, la mente del ojiverde maquinaba a toda velocidad pensando en posibles escenarios en los cuales podría ajustar cuentas con la pequeña rubia, pero ninguna de sus ideas le parecían lo suficientemente buenas puesto que no quería algo demasiado malo, no obstante, deseaba que Maya entendiera que aceptaría ese tipo de juegos y que podía llegar a ser tan salvaje como ella... o incluso más.

A punto de rendirse, arrojó la toalla que tenía en mano a ningún lugar en específico a la vez que se sentaba en su cama, de modo que la toalla terminó cayendo justo al lado del terrario, haciendo que su pequeña mascota se asustara de inmediato. Al ver esto Lucas volvió a pararse de su cómoda cama, dirigiéndose al terrario de tamaño mediano que se encontraba junto a su puerta.

—Lo siento, Sally.— dijo mientras acariciaba a su arácnida mascota. La tarántula elevó sus peludas patas hacia Lucas, dejándole muy en claro que era una advertencia.—Ok, ok, no te enojes.— Se defendió, sacando el brazo del terrario.—Tendré más cuidado la próxima vez.

Soltó un largo suspiro mientras volvía a acomodarse en la cama, viendo solo el techo blanco que le proporcionaba su habitación. Colocó uno de sus brazos por detrás de su cabeza y de repente una idea invadió de lleno su cerebro. Dirigió su vista de nuevo al terrario donde la tarántula se movía tranquilamente, sonrió de miedo lado y solo entonces, se dispuso a dormir a la espera del día siguiente.

El Martes por la mañana, Lucas se había levantado mucho más alegre de lo normal, estaba emocionado por llevar a cabo su pequeña venganza contra Maya, pero extrañamente se sentía realmente ansioso de ver esas orbes azules que adornaban los ojos de la rubia, pero estaba tan entusiasmado que había dejado pasar por alto totalmente el pequeño cosquilleo que le recorrió de pies a cabeza. Subió por ultima vez a su habitación, con la mera intención de tomar su mochila. Se la colgó en uno de sus hombros y se dispuso a tomar el frasco que previamente ya había preparado para que su preciada Sally no estuviera incomoda.

—Hoy daremos un paseo, preciosa.—le dijo a la tarántula, tomándola con sumo cuidado y colocándola dentro del frasco. Lo guardó en su mochila y con todo listo, salió finalmente de su cuarto.

Maya no había podido dormir del todo la noche anterior. Sabía que era casi imposible que el texano se atreviera a hacerle el más mínimo daño, sin embargo no podía negar que algo dentro de ella sentía un poco de inquietud ante las palabras que el chico le había dedicado la mañana anterior y no sabía como sentirse ante el hecho de que él aparentemente quería regresarle su bromita, por lo que en la madrugada, había salido rápidamente de la comodidad de su cama en busca de algo que la tuviera preparada por si el chico de ojos verdes hacía algo contra ella.

La rubia llegó temprano a la escuela esa mañana, se apresuró a encontrar a su castaña amiga y después de un tiempo, la encontró con Farkle frente a su casillero. Sin dudarlo, se acercó a ellos, no sin antes tomar nota de que cierto chico no se encontraba con ellos.

—Peaches.— La saludó Riley, cuando la vió llegar, con una sonrisa en su rostro que Maya le devolvió, no tan grande como la suya.

—Honey.