4. Revenge is ̶s̶w̶e̶e̶t̶ frothy.

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Maya toco el timbre y espero paciente a que atendieran. El día anterior le había dirigido la palabra por fin a Lucas después de la broma que le había hecho (cosa que alivió al texano). Se pusieron de acuerdo con el día y el lugar para comenzar con su ensayo, por eso ahora la ojiazul se encontraba un viernes a las dos de la tarde, tocando el timbre de los Friar.

Una mujer pelirroja que rondaba por los cuarenta, apareció detrás de la puerta con una sonrisa gentil.

—Hola, linda, tu debes de ser Maya, ven pasa.— dijo alegre y se hizo a un lado para que la rubia pasara y esta sonriente obedeció. Era una casa muy bonita y acogedora, pudo observar la sala de estar que contaba con un sofá en forma de L, una mesa pequeña de madera en el centro y un estante donde reposaban algunos retratos de la que supuso, era su familia, junto a unos cuantos trofeos que no alcanzó a distinguir de que eran. El olor  a comida inundó las fosas nasales de Maya y un gesto de aprobación se hizo presente en ella.—Vaya, si que eres linda.— Las palabras de la mujer sacaron a Maya de su análisis.— ¡Lucas, hijo, baja! ¡Maya está aquí!— dijo fuerte asomándose por unas escaleras hacia el piso de arriba, sin darle oportunidad a la chica de responder a sus palabras anteriores.— Nunca me escucha.— rió un poco y la rubia no hizo más que sonreírle en respuesta, no estaba acostumbrada a tanta gentileza en Nueva York.— Puedes subir a buscarlo, si gustas, querida. Su cuarto es el ultimo del pasillo.

— Gracias, señora Friar.—

— Oh, querida, dime Susan, nunca me han gustado los términos ''señor'' y ''señora''.— rió.— En un rato mas estará lista la comida, para que bajen.—  dijo para después adentrarse a la cocina, donde provenía ese olor exquisito que encantó a la ojiazul.

La idea de subir sola a buscar a Lucas no le atraía mucho, pero entre más rápido empezaran con el trabajo, más rápido podría alejarse de el texano y de las emociones que le provocaba y no lograba comprender. Caminó por el largo pasillo hasta llegar al final, tal y como la amable mujer le indicó, respiró hondo y tocó tres veces para asegurarse de que el chico la escuchara. Cinco segundos más tarde, la puerta se abrió completamente, permitiéndole ver al rubio al otro lado de esta, notablemente sorprendido con su presencia. Miró el reloj que descansaba en su muñeca y confirmo que eran las dos de la tarde con dieciséis minutos.

—Que puntual.—Comentó. Maya le dio una corta sonrisa fingida y rodó los ojos al tiempo que lo hacía a un lado para adentrarse a la habitación.

—¿Podríamos darnos prisa?— Se sentó en la cama y prosiguió a analizar sus uñas.

—¿Sigues molesta?— Trató de adivinar mientras cerraba la puerta tras de sí, consiguiendo solo una breve mirada de ella.— No puedes hacer eso, ¿sabes?— Maya ladeó la cabeza y prestó atención.— No puedes hacer una broma y pretender que nadie se atreverá a regresarte el favor. — Hizo una pequeña pausa. — Y en dado caso, no puedes enojarte por un juego que tu comenzaste.

A medida que hablaba, se acercaba cada vez mas a la pequeña chica en su cama ocasionando que por primera vez, esta se sintiera intimidada gracias a la diferencia de altura entre ambos que de por si ya era mucha, pero esta se acentúo considerablemente debido a que Maya seguía sentada, por lo que casi de inmediato se levantó para intentar alejar el sentimiento de acorralamiento y hacerle frente al chico que la miraba a la espera de una respuesta.

— ¿Sabes cuanto tiempo tuve que esperar para poder irme?— Acusó la rubia. — No fue hasta que Harley llegó a hacer limpieza al salón, que pude pedirle ayuda para desatarme.— Lucas la miró confundido.— Y nosotros vamos en el ultimo salón del tercer piso, genio.— dijo con rencor.

— ¿Por qué no solo usaste tus tijeras para liberarte?— dijo obvio y Maya se cruzó de brazos.

— Farkle me las quitó.

BLUE NEIGHBOURHOOD #1 | WILD | LucayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora