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Mei ni siquiera sabe que demonios está pasando, había estado preparando comida para las señoritas que trabajan siempre

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Mei ni siquiera sabe que demonios está pasando, había estado preparando comida para las señoritas que trabajan siempre. Había observado como Steph llevaba una bandeja gigante de donas hacia los Sin Nombre.

Había insistido en ayudarla, pero Dola parecía extremedamente avergonzada mientras sonreía pensando en más reacciones de los hermanos, en especial la de Sora.

Claro, estaba ocupada tomando un vaso de leche después de terminar de lavar la mayoría de cosas que había utilizado, había negado enérgicamente sobre como ella podría hacerlo, rechazando la ayuda de las sirvientas.

Estaba con la palabra en la boca, una negación sobre la ayuda antes de que sintiera un mareo que le movió todo el cuerpo.

Se sintió extraño, como un parpadeo en un espacio vacío y distorsionado antes de aparecer en el maldito cielo, sobre a más 1000 pies de altura, con la Flügel cargándola con cuidado.

—oh, ¡Hola Ikari-nee! —Shiro habla, una sonrisa mientras saluda inocentemente. El delantal que estaba casi desatado vuela por los aires y Mei solo tiene un momento para gritar antes de que caigan en un maldito edificio gigante.

—Sora maldita seas, si vas a hacer algo como eso al menos deberías de avisarme —Ikari agarra los hombros de Sora, moviendolo con enojo mientras esté trata de detenerla.

—¡Lo siento mucho, por favor no me mates! —incluso cuando trata d pedir ayuda, Mei solo lo zarandea con más fuerza antes de dejarlo caer en el concreto duro y frío— Lo siento Ikari…

—Mei-nee, ¿Estás enojada conmigo?

Es como si toda la cara de Mei hubiese cambiado en un instante, su ceño fruncido se suavizó, de sus dientes rechinando ahora luce una sonrisa tierna y amable, los ojos están cerrados mientras levanta a Shiro en un abrazo.

—Claro que no Shiro, tú no tienes la culpa de nada —le da unas palmaditas en la cabeza, le acaricia la mejilla. Shiro busca el contacto mientras un viejo parece salir de ahí.

Mei no le pone tanta atención, ella nunca será participe de un juego que probablemente termine en un apuesta que se resuma a todo y nada.

Prefiere tener el papel de espectadora. Es mejor.

Una pequeña niña aparece, es tan tierna que Mei muere y revive otra vez, aunque su lenguaje es tan soez y vulgar para alguien de su edad, lo cual es una pena. Eso no la desanima para acariciar sus orejas y cargarla en una vuelta.

Mei es buena con los niños, tenía un trabajo de medio tiempo en una guardería y a veces trabaja como niñera. Tiene experiencia cuidando, el encanto es natural tal parece.

Al final, ella tenía razón. Siempre la tiene.

Los llevan a una sala, los Sin Nombre no pierden el tiempo en incitar al enemigo, después de descubrir que son un fraude, o bueno, al menos en el hecho de que en realidad no pueden leer las mentes.

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