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La habitación con suerte filtraba luz, por no decir absolutamente nada

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La habitación con suerte filtraba luz, por no decir absolutamente nada. Así que tuvo que entrecerrar los ojos para ver las piezas de ajedrez moviéndose.

No estaba entendiendo nada, pero era interesante ver a los hermanos unir sus neuronas para detener al individuo.

Con aquella respuesta que los Sin Nombre le dieron, empiezo a limpiar de nuevo, quería que quedará ciertamente impecable para desaparecer otra vez.

"¡Haz ganado!" Escuchó una vocecilla, viendo como los Sin Nombre habían conseguido la victoria de nuevo. ¿No sé cansarán de solo hacer eso?

Se estiraron libremente, relajándose. Aunque otro correo había llegado, Mei se acercó a estos, simplemente para observar aquel correo misterioso. Una simple pregunta el había hecho. "¿Qué les parece su mundo? ¿Es fácil vivir en el?" Eso fue…raro.

— Esta prácticamente indagando sobre sus vidas, y sé que no les importa, pero tengan cuidado con quién hablan —respondió, viendo cómo asentían levemente con una sonrisa en su rostro.

Si le preguntas a Mei, diría que estaba bien, tenía familia, amigos, una escuela y un futuro brillante por delante. Era difícil, claro que lo era, no quería soportar con el peso de tener presión, de ver su figura en el espejo maldiciendo por la comida extra, ver cómo su familia le gritaba que era una decepción, como solo la llamaban para preguntarles por tarea.

Su mente vaga entre recuerdos mientras los bloquea: se agradecida, se paciente, se amorosa. Se repite esas palabras, tal vez para poder creerse su propia mentira.

Pero Mei estaba feliz. No cambiaría nada, tal vez esto era una prueba, y aunque le estaba costando, ella iba a seguir.

Mientras que los Sin Nombre, simplemente escribieron un texto gigante lamentando su vida.

— ¿Si existiera un mundo que en donde todo se decidiera a base de juegos y hubiera cosas más simples, ustedes aceptarían ir a ese mundo? —preguntó el siguiente mensaje, mientras ellos le respondían con rapidez.

— Si existe un mundo así... —Sora habló, mientras escribía al son de sus palabras, sus dedos moviéndose con cierto nervio— Creo que... Hemos nacido en el mundo equivocado.

— Si existe un mundo así, yo tal vez ya me hubiera muerto —aclaró Ikari, tratando de no pensar más en esas extrañas preguntas, mientras se preparaba para comer unas galletas con su celular en su mano.

Cuando las palabras terminaron de salir por sus labios, un vacío lleno la habitación, los monitores que antes reproducían juegos o el mensaje previamente visto, ahora solo tenía la señal de estática en bucle, mientras reproducía la melodía más fastidiosa del mundo, el sonido de una tele descompuesta, pero tan ruidosa.

Mei abrió los ojos, o intento, solo para ver cómo en el monitor principal salían unas manos.

Si, unas jodidas MANOS salían de la pantalla, mientras se iban extendiendo para revelar más cuerpo de la persona que este haciendo esto.

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