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—luzu nos quiere venir a visitar.
dije emocionado, hace mucho que un amigo no venia a nuestro apartamento para saludarnos o algo, y el que lo hiciese el que más me caía bien de todo nuestro grupo, me hacía emocionarme de sobremanera, y mi compañero lo notó, porque frunció el ceño.
—vale, tampoco me cuentes tu vida —suspiré al verlo encender el computador, nuevamente supe que me iba a ignorar todo el día. —supongo que traerá algo para comer, ¿no?
me crucé de brazos mientras lo miraba con los ojos afilados, me costaba entender aquel cambio tan repentino de actitud. —rubius, a ti no te cae mal luzu, no entiendo porqué reaccionas así.
se golpeó la frente con la palma de su mano, y aunque no haya sido con fuerza, me sorprendí por ello.
—nada, auron, déjame jugar.
me encogí de hombros y salí de la sala de estar, caminando hacia mi habitación para dejarle solo y que pensara en sus acciones, no quería discutir con él, nunca lo hemos hecho en serio, por lo que me iba a doler si alguna palabra hiriente salía de su boca.
¿y si ya no me soporta?
para algunos, la cuarenta les ayudó a unirse, y me daba miedo que en mi caso sea todo lo contrario.
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